Rastros del cambio de paradigma de entender y asumir el petróleo ya no como un commoditie dependiente de la especulación financiera sino como instrumento propio para soldificar y acompañar el crecimiento y desarrollo de un país, más allá de las vicisitudes del mercado.
"Dejando de lado hipocresías y falta de autocrítica, la verdad es que hay
elementos de sobra como para encuadrar lo que pasó en YPF como un caso
de vaciamiento. Se registró una fuerte caída en la producción. Las
reservas disminuyeron abruptamente. Aún así, la empresa ganó mucho
dinero. Que casi en su totalidad fue repartido entre sus accionistas y
sólo una cantidad ínfima fue destinada a inversiones de riesgo en
exploración para apuntalar las reservas y el panorama de
autoabastecimiento nacional.
Pero hay dos maneras de contar el vaciamiento. Una es limitarse a
atribuirlo a un comportamiento perverso de tipo saqueo. Es una lectura
moral que puede dar lugar a juicios éticos e incluso legales, pero no
sirve para entender la lógica económica de lo que sucedió, que es un
punto clave para fundamentar la necesidad de la estatización.
La otra manera de contar el vaciamiento es situarlo en el contexto de la
estrategia de una compañía como Repsol, que de un día para el otro, y
gracias a la compra de YPF, inició el camino de transformación de una
empresa española de refinación y distribución de nula relevancia
internacional, a una multinacional integrada desde la exploración hasta
la estación de servicio con fuerte presencia en América Latina y Africa.
Y aunque se trata de una verdad de Perogrullo, para entender lo que
sucedió hay que tener en cuenta que una empresa global se comporta como
tal. Que es, ni más ni menos, intentar maximizar su rentabilidad a nivel
global.
Precisamente eso es lo que hizo Repsol. El economista de la Universidad
Nacional de Río Negro, Roberto Kozulj, demostró acabadamente la simetría
que hubo entre los fondos que generó en la Argentina y la inversión que
realizó en otras regiones, fundamentalmente en el norte de Africa. Lo
que para YPF fue una descapitalización y para la Argentina la pérdida
del autoabastecimiento, a Repsol le significó mejorar sus indicadores de
rentabilidad.
Es decir que el vaciamiento respondió a la más estricta lógica económica de una multinacional. No fue perversión moral.
Esa lectura de la historia vuelve a enseñar los riesgos que implica
dejar que sectores de la economía estén bajo dominio de firmas globales.
Riesgos que cobran importancia esencial cuando se trata de sectores
claves como la energía".
Fuente
Por su parte, Fernández Blanco, también en El Cronista, aporta: "El cerrojo oficial que rige el mercado de cambios es otro de los
escollos que la YPF de bandera nacional no tendrá siquiera que
enfrentar. Así, contará con las divisas que requiera para importar
combustibles y mantener abastecido el mercado, explicó una fuente
oficial. Es que uno de los grandes objetivos inmediatos de la estatal
será mostrar una gestión eficiente sin faltante de producto en
surtidores.
Una semana después de la puesta en marcha de la intervención a la
empresa, que conducen el ministro de Planificación, Julio de Vido, y el
viceministro de Economía, Axel Kicillof, la nueva conducción se puso en
contacto con la Secretaría de Energía para pedirle que emita un nuevo
certificado para importar gasoil. Es un paso obligado incluso para la
YPF estatal, dado que la cartera de Cameron es la encargada de habilitar
las compras en el exterior de cupos sin impuestos, aunque ambas
dependencias respondan a las órdenes de De Vido.
Se trata de 50.000 metros cúbicos (m3) de gasoil que llegarán al país en
los próximos días. Su precio de mercado ronda los u$s 900 el m3, pero
recibe un subsidio de u$s 180 el m3. Por lo tanto, ese embarque
representará una erogación en torno a los u$s 36 millones.
La estatización de YPF trajo vientos de cambio en el sector de
combustibles que superan por mucho los límites de acción de la empresa.
El objetivo es uno: mantener bien abastecido al mercado.
Una de esas olas llegó a las costas de Shell, la compañía que conduce
Juan José Aranguren "el único empresario que manifestó públicamente sus
diferencias con el Gobierno cada vez que no estuvo de acuerdo" y sufrió,
en 2005, un boicot por parte del ex presidente Néstor Kirchner, que
llamó a no comprarle "ni una lata de aceite" a la petrolera.
Fuentes del mercado aseguraron a El Cronista que Roberto Baratta,
coordinador del Ministerio de Planificación, le hizo llegar a Aranguren
un mensaje claro: la estatización de YPF implica un punto de inflexión
en la relación entre el Gobierno y la empresa.
A diferencia de YPF, esa compañía, Esso y Petrobras, las otras grandes
del mercado, no tuvieron problemas para importar combustibles".
Fuente
viernes, 4 de mayo de 2012
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