domingo, 10 de diciembre de 2023

Asumió Milei: el poder psicológico de la negación

"Lo que veo: Milei labura con contrafácticos. It works. No tiró un solo dato cierto, pero captó mejor que nadie la época: nadie chequea -ya fue la verdad: lo que queda es el tono, las formas, la emoción-. Fue una mala estrategia opositora pretender explicar lo que Milei iba a hacer.

El presidente electo entendió perfecto el poder psicológico de la negación: en los hechos, solamente el 15% de la gente cree que el ajuste la va a afectar personalmente. Sabe de la necesidad de chivos expiatorios y culpables.

Creo que no es cierto que la gente no va a tolerar el ajuste. Para mí que la gente va a aguantar lo que sea para justificar la mitología que sostuvo sus decisiones, salvo que surja alguna fiesta de Fabiola versión Fátima/Karina o algo así. Se racionalizará.

Milei usa bien un lenguaje religioso, manipuló hábilmente esa idea ancestral del goce como pecado y del sufrimiento redentor y le dió una vuelta economicista.

Citas bíblicas, abuso del estoicismo y apelación a la resiliencia (cuándo no); el adversario como enemigo del progreso, la apelación a la ley y el orden, la sumisión como camino a la paz social. Es para un documental de sectas, eh.

Bueno, ahora sí: que comiencen los Juegos del Hambre y la suerte esté siempre de vuestra parte".

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miércoles, 13 de septiembre de 2023

Victoria Villarruel, su CELTYV y la construcción de las “víctimas del terrorismo” (2006-2018)

"La “memoria militar” ha transcurrido por diversas etapas, dependiendo en gran medida del contexto político en el que se enmarcan; Valentina Salvi (2009) identifica al menos tres. La primera memoria (“negación y triunfalismo”) se constituye en una justificación del golpe militar y de las acciones represivas. En una segunda etapa (“autocrítica, arrepentimiento, sinceramiento”) ciertos sectores de las FF AA intentaron establecer una ruptura con la memoria anterior. Si bien no cuestionaron la llamada “lucha contra la subversión”, sí criticaron el terrorismo de Estado. En una tercera etapa, comenzada en los años 2000, los sectores de la “familia militar” conformaron una nueva versión: la “memoria completa”. Esta memoria critica a los organismos de DDHH porque sostiene que estos son parciales, sectarios y ocultan que existió un enfrentamiento armado en los años setenta, producto de una “lucha contra la subversión”, que se había transformado en una “guerra fratricida”.

De todas formas, el énfasis está puesto en las llamadas “víctimas de la subversión”, quienes ahora son catalogadas como “mártires” de la nación. Estos no deben ser entendidos sólo en términos de hechos fácticos. En efecto, como señalan Santiago Garaño y Esteban Pontoriero (2018), estas figuras tienen una construcción de larga data que las ha pulido, estandarizado “y puestos en escena en rituales con una poderosa carga emotiva y moralizante” (2018:21), en base a una acción psicológica que las convirtió en motivo de unidad para los militares y sus familiares.

El antecedente más importante para todas las organizaciones de la “familia militar” lo constituye Familiares y Amigos de Muertos por la Subversión (FAMUS), fundada en 1984. Esta agrupación disputó el espacio público a los organismos de DDHH hasta su disolución en 1991, a raíz de los decretos de amnistía del gobierno de Carlos Menem. La importancia de la agrupación radica en que sentó las bases de una línea argumental que es retomada hasta la actualidad. Como sostienen Sandra Gayol y Gabriel Kessler (2012) esa línea estaría compuesta por “la memoria completa, la justicia para todos, la apropiación del lenguaje de los derechos humanos con un giro propio, la contabilización de las víctimas de la subversión, la inscripción de sus luchas con las víctimas del terrorismo en otros países” (2012:181). A lo largo del trabajo podremos observar cómo esos elementos hacen aparición en el discurso del CELTYV".
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