Para que enfrenten al gobierno, que va por todo. Es urgente. "Nosotros nos encargamos estos días de enzarzar una pelea con Scioli, y que éste se va a asociar con Moyano (que denuncia que ahora el monopolio es K, en Mitre de Clarín) y por qué no soñar con una unión con Mauri, ya que estamos (ya el lobbista mayor salió a festejar). Pero ustedes tienen que salir, gente. Hagan algo, ¿o la están levantando con pala?".
"Jamás los unió el amor. Y mucho menos el espanto. Los empresarios argentinos
están dispersos, desunidos. Se muestran inquietos en privado, pero se
calzan el traje de ovejita dócil cuando se los consulta en público.
Especialistas en aplausos presidenciales, los hombres de negocios llenan
cada uno de los anuncios oficiales sin importar demasiado cuál sea el
motivo del llamado. Batir las palmas en la Casa Rosada, y si es posible
desde las primeras filas, cotiza cada vez más.
El silencio le fue ganando terreno
a la palabra y, a su vez, la palabra se fue vaciando de contenido. Fue
un proceso lento de descomposición de la opinión empresaria. Cada cual
trató de mantenerse en pie a cualquier precio y el individualismo se
empezó a imponer.
La voz empresaria está disfónica en la Argentina. Casi
que no se escucha. Y claro está, la dirigencia lo siente. Las entidades
gremiales que debieran representar a los hombres de negocios están
desorientadas. Hay algunas que no encuentran la manera de expresar en
público lo que piensan sus asociados sin molestar al Gobierno. Otras no
dejan de apoyar todo lo que hace al modelo kirchnerista y jamás se
permiten expresar la más mínima crítica. Varias callan y las menos se
animan a dar una opinión algo más sincera de lo que sucede", casi se larga a llorar Cabot, en La Nación.
"El empresariado es percibido como un adversario político más y los
referentes de la dirigencia empresaria -como sucede también con los
políticos opositores-, aparecen desconcertados y divididos. Durante la estatización de YPF, casi la totalidad del
empresariado mostró sólo silencio o apoyo. La excepciones fueron la
Asociación de Empresarios de la Argentina (AEA) y la Asociación
Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), que plantearon reparos, al
mismo tiempo que una amplia mayoría de los empresarios expresaba en
privado una posición crítica que después no se manifestaba en la
posición pública de dirigentes y entidades.
La UIA aparece asumiendo posiciones que la mayoría de sus dirigentes no
parece realmente compartir; las entidades del sector financiero optan en
general por el silencio; las del sector comercial, algunas apoyan al
Gobierno, otras optan por callar; en el campo, la Comisión de Enlace
muestra limitaciones y diferencias internas, pero en las últimas semanas
ha aparecido unida en apoyo a las protestas de productores contra el
aumento de impuestos, tanto en Entre Ríos como en la provincia de Buenos
Aires", se queja Rosendo en La Nación, para luego hablar del temor. Ah, el temor... (ese eterno elemento estigmatizador del kirchenrismo).
"La semana pasada, en el diario Página/12 una columna firmada por
Andrés Asiain, de la Cátedra Nacional de Economía Arturo Jauretche,
explicaba que los empresarios no invertían a pesar de los “incentivos
pecuniarios” debido a que “los hombres de negocios veían con temor el
ascenso económico, social y político de las masas, prefiriendo ser amos y
señores de una sociedad en decadencia”.
Nunca habría que descartar la existencia de personas así de
retrógradas, pero los “humores empresarios” actuales son bastante más
concretos que los de hace cuarenta años. Ya aprendieron que si hay
mercado interno les va mejor. Su problema es observar que hasta los
amigos del modelo (en diferentes medidas Eskenazi, Midlin, Brito o
Werthein) padecen –de repente– una furia oficial que los destierra del
paraíso. Y se preguntan: “¿De qué vale ganar dinero que mañana les
pueden quitar?”. Ese pensamiento no es una zoncera o tilinguería, como
diría Jauretche, sino básico sentido común", ejemplifica ese supuesto miedo Fonte en Perfil.
Este pedido hacia los sectores de poder económico que clásicamente detuvieron procesos democráticos tiene como contracara las dos últimas columnas domingueras de Joaco: la del domingo pasado, hacia Macri. La de hoy, hacia Scioli, más explícita: "Obligado a ir a la guerra".
Como si los medios concentrados hubieran tirado la toalla luego de los mazasos de octubre, Malvinas e YPF y pidieran ayuda a los que siempre fueron sus socios.
Si cuando el "Unidos y Organizados" fue el leitmotiv del encuentro en Vélez decíamos que preferíamos el Renovados, ahora repetimos el Desorientados para los que están así desde hace tiempo.
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