lunes, 7 de mayo de 2012

En Río Cuarto, si hacés una pintada en contra del diario local vas preso

Y se lo toma con total normalidad. Se lo legitima bajo el rótulo de "vandalismo". No sale ningún referente social a hablar de la libertad de expresión (es más, lo más probable es que sí lo hagan defendiendo al medio). O de lo desmedido que supone detener a personas por expresar una idea. Es decir, el supuesto daño edilicio justifica una detención.
Y el resto de grandes medios locales sólo reproduce la información suministrada por la policía local -usando las mismas palabras-, sin mayores detalles, entre ellos, especificar cuál sería el delito, que merezca una detención, con menores incluidos.
El "Puntal Miente", que remite al "Clarín Miente", es expresión de los tiempos en tanto la caída del paradigma de la objetividad e independencia de las empresas periodísticas está en jaque y cada vez más personas están alertadas de éstas como actores sociales con intereses que se niegan a explicitar a sus públicos. Y de la relación entre los dos medios, cuando el director del matutino riocuartense, Carlos Gamond, es integrante de ADEPA, la asociación de dueños de medios argentinos dirigida por Clarín.
Puntal es uno de los centros de producción de subjetividad riocuartense, el que marca la agenda de temas de los cuales se puede hablar, productor de encuadres sobre esos pocos temas, visibilizando e invisibilizando tópicos. La necesidad de nuevas voces y nuevos actores sociales que se animen a interpelar a este potente emisor es una urgencia que ya hemos demandado desde este blog, no como forma de anulación del mismo sino como complementación y enriquecimiento de la lectura de la realidad social a partir de la incorporación de otros tópicos y puntos de vista.
Ahora, la detención de estos 7 jóvenes pone sobre el tapete el funcionamiento de esa subjetividad riocuartense que tiene vedada la posibilidad de interpretar este acto como un ataque a la libertad de expresión. Sólo podrá leerlo como una preservación de las buenas costumbres y la tranquilidad que merece una sociedad de bien, preocupada más por la blanquitud de las paredes que de garantizar la libre exposición de las ideas.
Un antecedente similar se produjo el año pasado, cuando también fueron detenidos jóvenes militantes por afectar carteles del entonces candidato a gobernador José Manuel de la Sota.
En definitiva, las fuerzas de represión del Estado al servicio de la defensa de una subjetividad que cuaja y se asusta por una simple pintada, y de un status quo que pocos se atreven a desafiar.

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