Nota central: "El anuncio de la enfermedad de Cristina aceleró, aunque nadie se anima a plantearlo en voz alta, una discusión que se iba a dar más adelante: la inexistencia de un sucesor en el kirchnerismo. El debate no tiene que ver con que suceda algo malo con la jefa de Estado. Todos los pronósticos son alentadores e indican que se recuperará favorablemente. Pero se expuso, de antemano, que el proyecto se sostiene únicamente por la figura de la Presidenta. Es decir, es unipersonal. Antes, al menos, estaba Néstor.
Boudou no tiene intención de voto y sólo será bendecido como sucesor en un caso extremo, no para saciar las aspiraciones del vice sino, como otras veces, por conveniencia. Otra discusión es si Cristina podrá o no poner un sucesor. El plan que tiene, según relatan ministros y secretarios, es tomar medidas transformadoras e irse con la imagen por las nubes, con el poder de bendecir a un delfín, tal como hizo Lula en Brasil. Algunos ultrakirchneristas alimentaron en la última semana la idea de una reforma constitucional para que haya un primer ministro, y que sea Cristina Fernández, con un sistema de gobierno parlamentario.
Fonte: "La operación de tiroides de la Presidenta descubre el velo de la fragilidad del proyecto kirchnerista.
Los veinte días de licencia posoperatoria de la Presidenta ponen de relieve que no hay número dos en el Gobierno ni un delfín preparándose en lo real hacia 2015. Y por más que se quiera tapar el sol con la mano, el futuro invade el presente porque a la insustancialidad de Boudou y la autarquía de los seniors del Gabinete se agregan las disputas de poder con los juniors de La Cámpora, que sí tienen 2015 en su mira.
La concentración de poder es buena hasta un punto en el que luego se comienza a morir por la soledad del éxito. El amo, la ama en este caso, no puede estar más que solo o sola".
Neilson: "Mal que nos pese, es necesario pensar en lo que podría suceder si resulta que Cristina se vea constreñida a poner fin una carrera política que hasta ahora ha sido deslumbrante pero que, a causa del agotamiento del “modelo” económico que reivindicaba y el entusiasmo excesivo de sus simpatizantes pareció a punto de entrar en una fase declinante. Acaso no sea imprescindible la presidenta – nadie lo es – pero no cabe duda de que es irremplazable por depender de ella la supervivencia del sistema político que improvisó su marido. Mientras que en países de instituciones fuertes como Estados Unidos, hasta el asesinato del jefe supremo – como el presidente “carismático” John Fitzgerald Kennedy – en cierto modo fue previsto por los constitucionalistas de antaño, hombres conscientes de lo fugaz que es la vida humana, de suerte que puede llenarse automáticamente el agujero dejado por la desaparición física de un mandatario, en la Argentina el sistema político se basa en el presupuesto nada realista de que el jefe, o jefa, de Estado continuará en su puesto hasta el día fijado por la Constitución de la Nación. Incluso pensar en la posibilidad de que, por los motivos que fueran, la presidenta no pueda hacerlo sería tomado por evidencia de deslealtad, cuando no de traición. Así, pues, cualquier anomalía puede dar pie a una crisis política apenas manejable".
Mientras tanto, Pepito (que comenzó a hacer análisis de contenido, parece. ¡Bienvenido, Pep!) piensa en un bloque kirchnerista eterno (que dejaría a Diana a la altura de un poroto) de 17 años, y ahí nomas salta a Fidel Castro, Hugo Chávez y ¡chan! Khadafi. Y Leuco Metralleta transforma el debate al interior del kirchnerismo (al cual siempre se lo presenta como monolítico y sin discusión) como una debilidad en medio de la enfermedad de la primera mandataria: "Ponerles el cuerpo a todos y cada uno de los problemas no es la mejor actitud para una Presidenta de todos que tiene que entrar a un quirófano".
Ah, y La Nata aprovecha que ya firmó el contrato con Clarín para congraciarse con Magnetto: "Me preguntaba qué pasaría si América TV, ahora cercana a la gestión oficial, estrenara una miniserie llamada, El pacto, donde Cecilia Roth interpretara a una presidenta de 58 años, operada de cáncer en la tiroides y que por unos días perdiera el habla, o debiera hablar a través de un aparatito en la garganta. Recordé que eso mismo había hecho aquel canal con Magneto, pero claro, hay muertes graciosas y cánceres felices, nacionales y populares".
Antes, Kohan, ingenuo: "No he visto por estos días que nadie escribiera “Viva el cáncer” en los muros de la ciudad. En el ’52 sí lo hicieron, lo que lleva a pensar que, según parece, también los gorilas han hecho progresos en materia de civilización. Les agrada señalar barbarie en sus oponentes, pero lo cierto es que ellos mismos se han portado como bestias a menudo. El peronismo, por su parte, tiene una cuenta pendiente con el cáncer desde hace cincuenta años. Ahora se dispone a ajustarla".
La crónica inventada sobre Iván Heyn la tiramos a la papelera por no llegar a mínimos indispensables de profesionalidad (pssss, es decir, por ser un impresentable cúmulo de datos forzados y otros directamente producto de la ¿imaginación? de los escribas). No quiere decir esta caracterización que desentone con el medio editor.
Fonte: "La operación de tiroides de la Presidenta descubre el velo de la fragilidad del proyecto kirchnerista.
Los veinte días de licencia posoperatoria de la Presidenta ponen de relieve que no hay número dos en el Gobierno ni un delfín preparándose en lo real hacia 2015. Y por más que se quiera tapar el sol con la mano, el futuro invade el presente porque a la insustancialidad de Boudou y la autarquía de los seniors del Gabinete se agregan las disputas de poder con los juniors de La Cámpora, que sí tienen 2015 en su mira.
La concentración de poder es buena hasta un punto en el que luego se comienza a morir por la soledad del éxito. El amo, la ama en este caso, no puede estar más que solo o sola".
Neilson: "Mal que nos pese, es necesario pensar en lo que podría suceder si resulta que Cristina se vea constreñida a poner fin una carrera política que hasta ahora ha sido deslumbrante pero que, a causa del agotamiento del “modelo” económico que reivindicaba y el entusiasmo excesivo de sus simpatizantes pareció a punto de entrar en una fase declinante. Acaso no sea imprescindible la presidenta – nadie lo es – pero no cabe duda de que es irremplazable por depender de ella la supervivencia del sistema político que improvisó su marido. Mientras que en países de instituciones fuertes como Estados Unidos, hasta el asesinato del jefe supremo – como el presidente “carismático” John Fitzgerald Kennedy – en cierto modo fue previsto por los constitucionalistas de antaño, hombres conscientes de lo fugaz que es la vida humana, de suerte que puede llenarse automáticamente el agujero dejado por la desaparición física de un mandatario, en la Argentina el sistema político se basa en el presupuesto nada realista de que el jefe, o jefa, de Estado continuará en su puesto hasta el día fijado por la Constitución de la Nación. Incluso pensar en la posibilidad de que, por los motivos que fueran, la presidenta no pueda hacerlo sería tomado por evidencia de deslealtad, cuando no de traición. Así, pues, cualquier anomalía puede dar pie a una crisis política apenas manejable".
Mientras tanto, Pepito (que comenzó a hacer análisis de contenido, parece. ¡Bienvenido, Pep!) piensa en un bloque kirchnerista eterno (que dejaría a Diana a la altura de un poroto) de 17 años, y ahí nomas salta a Fidel Castro, Hugo Chávez y ¡chan! Khadafi. Y Leuco Metralleta transforma el debate al interior del kirchnerismo (al cual siempre se lo presenta como monolítico y sin discusión) como una debilidad en medio de la enfermedad de la primera mandataria: "Ponerles el cuerpo a todos y cada uno de los problemas no es la mejor actitud para una Presidenta de todos que tiene que entrar a un quirófano".
Ah, y La Nata aprovecha que ya firmó el contrato con Clarín para congraciarse con Magnetto: "Me preguntaba qué pasaría si América TV, ahora cercana a la gestión oficial, estrenara una miniserie llamada, El pacto, donde Cecilia Roth interpretara a una presidenta de 58 años, operada de cáncer en la tiroides y que por unos días perdiera el habla, o debiera hablar a través de un aparatito en la garganta. Recordé que eso mismo había hecho aquel canal con Magneto, pero claro, hay muertes graciosas y cánceres felices, nacionales y populares".
Antes, Kohan, ingenuo: "No he visto por estos días que nadie escribiera “Viva el cáncer” en los muros de la ciudad. En el ’52 sí lo hicieron, lo que lleva a pensar que, según parece, también los gorilas han hecho progresos en materia de civilización. Les agrada señalar barbarie en sus oponentes, pero lo cierto es que ellos mismos se han portado como bestias a menudo. El peronismo, por su parte, tiene una cuenta pendiente con el cáncer desde hace cincuenta años. Ahora se dispone a ajustarla".
La crónica inventada sobre Iván Heyn la tiramos a la papelera por no llegar a mínimos indispensables de profesionalidad (pssss, es decir, por ser un impresentable cúmulo de datos forzados y otros directamente producto de la ¿imaginación? de los escribas). No quiere decir esta caracterización que desentone con el medio editor.
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