Por Marisa Moyano, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC)
Con Hugo Aguilar y Osvaldo Da Costa desarrollamos y coordinamos desde hace 8 años (lo que no es poco) un Proyecto de Investigación que -concretamente- puede traducirse en el estudio de cómo los discursos sociales hegemónicos construyen, influyen, performan la realidad, esto es, cómo los discursos son acciones, actos sociales y políticos que construyen nuestra visión de la realidad y la imponen como tal, más allá de la referencia. De más está decir que hemos probado nuestras hipótesis, de las que dan cuenta varios libros publicados por el equipo, especialmente tres que informan estos resultados. Sabemos que el discurso académico está disociado de los discursos sociales, más allá de que el discurso de la ciencia sea también un discurso social, sólo que precisamente por las condiciones endogámicas de la academia universitaria, el discurso de la academia no circula en la sociedad o no hallamos nosotros maneras para que circule adecuadamente. Pero también es cierto que a los poderes de turno no les conviene la circulación de ciertos saberes y precisamente por eso prefieran insistir en las estrategias del llamado cuarto poder: el de la prensa como la única realidad posible, como si las cosas fueran porque pasan por los medios.
Demás está decir que la Ley de medios fue posterior a los resultados de nuestras investigaciones y obviamente coincidentes. Pero claro, parece que... después de la General Paz el país es un desierto. Levy Strauss decía que nuestro desierto (hablando de la época de Sarmiento) no era un desierto porque había circulación de productos, de consumos y de mujeres, entre blancos e indios. Lo cito a colación porque acá es igual. Somos kirchneristas, pero de la General Paz para acá, lo que pareciera dejarnos afuera de todo análisis que no sea una simple refractación de lo que pasa y se dice en Buenos Aires. Obviamente no necesitamos que Clarín venga para darnos cuenta de que los medios operan corporativa e ideológicamente; sin embargo hubo muchos asombrados el domingo (elección a intendente local) diciendo que estaba todo dicho porque lo dijo el enviado de Clarín. Puntal, Canal 13, los medios acólitos subsidiados por los poderes de turno como Otro Punto -que nació con Roggero y hoy vive de Jure- son nuestros Clarín, La Nación, TN, América, etc. etc. Los medios performan la realidad, la construyen e imponen como visión de lo real apelando a múltiples estrategias discursivas y muchas falacias más. Estrategias performativas de lo real que no se desmontan sino es apelando a la misma estrategia mediática o al menos a la convicción de que de hecho es así. Anoche hablábamos con Hugo y nos animamos a decir que el poder mediático cuantificado puede incluso llegar a un 80%. No reconocer que los medios son un instrumento electoral es ceguera, es necedad, es estupidez, le guste a quien le guste. Los medios arman no sólo la agenda, recortan y dibujan lo real, ocultan y desocultan, luchan como formaciones hegemónicas y contrahegemónicas con un poder de persuación que deja desarmado al más pintado. Como diría Bob Dylan "Los tiempos están cambiando", y los modos de hacer política no pueden desconocer que partimos de un "armado de lo real" previo que condiciona todo. Que los concejales electos de la oposión no quieran decirlo abiertamente suele obedecer al temor a lo mediático, como si la denuncia los pusiera en una situación de pérdida de futuros espacios en los medios. Temor no infundado, por supuesto. Pero situación que no hace más que convalidar la performance sobre lo real que los medios ejecutan. En síntesis, ¿pueden los medios definir elecciones? Por supuesto que sí. ¿Cómo se enfrenta esta situación? Es difícil que la ley de Medios se traduzca de inmediato en la apertura de nuevos medios contrahegemónicos. Y hablo de contrahegemonía, porque desde nuestra investigación peleamos también con aquellas tendencias teóricas que asignan a los medios la función de cuarto poder controlador de los actos de transparencia del Estado, sencillamente porque los medios no son independientes. Caso claro y evidente también el poder actual de 678. Creo que nos debemos, además de un análisis electoral del resultado de las elecciones y los factores endogámicos del peronismo que conspiran históricamente una y otra vez contra el triunfo del Peronismo en Río Cuarto, con sus traiciones y sus delaciones propias de su carácter de Movimiento, decía, nos debemos también abocar al análisis político-sociológico y discursivo de cómo los medios construyen las visiones de mundo de nuestros grupos sociales, de las comunidades, de las identidades sociales. Política y academia deben darse la mano para crecer en formación para la acción política, si no, pareciera que este debate sobre la influencia de los medios en el resultado electoral fuera un mero objeto de debate en términos "opinológicos" (aunque la palabra no existe). Porque no es así, compañeros. Y para que quede más claro, voy con otro ejemplo que me tuvo por testigo: durante el primer año de la gestión Cholaky en el rectorado de la Universidad, en 1999, Puntal sistemáticamente sostuvo una posición de ataque constante y fluido acerca de la "inoperancia" de esa gestión frente a la gestión Cantero. Primera interpretación posible: divide y reinarás; segunda, cuando se discutió esta cuestión en el seno del equipo de Cholaky, la sabiduría del viejo dijo: "No estamos pagando propaganda. Empiecen a publicitar, cualquier cosa vale". Y el vendaval, mágicamente cesó y se dirigió hacia otros territorios críticos.
Sigo... ¿Que tal si nos damos un espacio de estudio y debate sobre la cuestión? Pero en serio. Como espacio formativo.
0 comentarios:
Publicar un comentario