Mientras Clarín descubre a Kicillof como el nuevo hipnotizador de CFK (hasta lo presenta como contemporáneo de Mario Firmenich) y Joaco extorsiona al valiente Lole para la próxima votación en el Senado por el pliego del reemplazante del "digno Righi" (Marianito Dixit, para luego ampliar: Liberador de montoneros asesinos que "volverían a matar antes de regresar al poder con Néstor Kirchner"), Fernández Díaz continúa con su tésis exculpatoria de las fallas del periodismo independiente y objetivo que ya había iniciado el domingo pasado: el gobierno manda pescado podrida a los ingenuos periodistas profesionales y por eso estos dan información errónea, no porque mientan a sabiendas y en el marco de operaciones contínuas para desgastar a la administración kirchnerista, motorizados por la línea empresarial de sus empleadores, en resguardo de sus incofesables intereses comerciales, económicos y financieros. No.
"El mensaje hacia jueces y fiscales es amedrentador: el próximo que
intente cumplir con su misión será perseguido y bloqueado en su carrera
profesional. Aquí hubo una falla de seguridad, echaron a un
guardaespaldas de dignos modales y trajeron a un soldado. Ahora el
avance de las causas dependerá del coraje individual de algún juez
honesto y la investigación periodística volverá a ser un género de la
ficción, puesto que no tendrá correlato en la realidad jurídica. Así la
Máquina de Triturar Periodistas y Maquillar la Verdad dirá una y otra
vez que los casos son un invento de los "medios hegemónicos" y de
nosotros, los esbirros de escritorio", se ataja el columnista de La Nación, atento a los sinsabores mediáticos del caso Ciccone.
Pero Fernández Díaz no está solo. Se le suma el doctor Nelson, empecinado en no reconocer el papelón (uno más, y van...) que supuso el accionar de sus jefes al darle entidad a un proyecto trucho sobre YPF: "No son pocos los funcionarios del Gobierno que viven horas de desconcierto. El juego de las escondidas montado a partir de la anunciada
reestatización de YPF ilustra ese desconcierto. La jugada de hacer caer a
algunos periodistas en una trampa acerca de la verosimilitud de un
documento desprovisto de membrete oficial que circuló en la tarde del
jueves por el Congreso es propio de personas con una mentalidad
adolescente y no de funcionarios abocados a la solución de un asunto de
primera magnitud, como es el del abastecimiento de petróleo".
Antes y luego, son los que exigirán autocrítica y menos soberbia.
domingo, 15 de abril de 2012
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