Ya que en el kirchnerismo todo es simulacro e impostación, y principalmente todo lo hacen por plata, para obtener cajas que se quedan ellos, es comprensible que Roa, en Clarín, otra vez rete a los opositores que apoyan la idea de que la Argentina se autoabastezca de energía y combustibles. Los trata de tontos que otra vez no se dan cuenta de que el kirchenrismo los engaña, y renuncia a toda posibilidad de consenso, tanta veces reclamadas por él mismo y sus colegas (súbitamente) republicanistas. Nunca éste será posible si siempre se sospecha que el otro actúa bajo un interés oculto, mayormente económico y espurio.
Además, con este mecanismo, justifica el accionar de él y su medio, de titular en contra de los intereses nacionales, a los cuales nuclea bajo la idea de un corset que no deja pensar libremente a las personas. Ante un panorama de que los medios españoles mayormente cerraron filas con la empresa y el gobierno español, acá, Clarín, La Nación y Cía se encargan de reflejar sólo las quejas de esos actores (comprensibles), difundir las amenazas de sanciones terribles y es difícil encontrar en ellos voces a favor (que las hay) de tal medida histórica (y aquel que se pronuncia en este sentido se lo caracteriza como un debilucho que no se anima a ir en contra de la amplia coincidencia social sobre el tema sólo para oponerse al gobierno. Lo mismo hicieron con Malvinas: si algún día las recuperáramos, pedirían que las devolviéramos o peor, se preguntarían, como anoche el doctor Nelson: "¿Por qué ahora?". Cuya segunda parte, sería "Y no antes").
"El Gobierno ha logrado instalar la idea de que el que no vota a favor de la expropiación de YPF es un vendepatria. Y consiguió entrampar a buena parte de la oposición, que apoya el proyecto aunque sabe que la gesta del kirchnerismo consiste en hacerse de una nueva caja, cuando las que ha usado hasta ahora empezaron a agotarse", razona el editor general de Clarín, en ese típico pensamiento lineal que termina en los antecedentes contradictorios de los Kirchenr en la materia.
Blanck también resalta la capacidad del kirchnerismo de engañar a todos: "El acuerdo básico del radicalismo y de la centroizquierda acerca de la justicia y conveniencia
de que la mayoría de YPF vuelva a manos del Estado, opacó en buena
medida la mirada crítica de esas fuerzas sobre la acción del Gobierno en
materia energética, antes y ahora. No es que esos sectores de la
oposición hayan dejado de señalar sus objeciones: sucede que quedaron
entrampados, apenas testimoniales, dentro del brete ideológico en que los metió una vez más el Gobierno.
Hay que poner adelante lo que está primero: esta es otra muestra de habilidad y determinación
del kirchnerismo, ahora cristinista, para defender sus intereses y
necesidades ante una oposición que demasiadas veces parece resignada a
su simple rol de coro, que a veces es disonante pero no llega casi nunca
a desafiar la actuación de la voz principal".
Bonelli complementa la construcción agregando el elemento "ilegalidad": "Primero fue el control de cambios, después el torniquete a las
importaciones y la utilización del BCRA para financiar al Estado. Pero
ahora se trata de la decisión unilateral de tomar YPF y pulverizar los convenios bilaterales de inversiones con España
, lo cual ratifica un camino adoptado, que incluye el control incluso
de la actividad privada y de los contratos entre particulares. Axel
Kicillof lo admitió en su sobreactuada exposición.
Dijo que el Gobierno avanzará sobre la actividad privada cuando sea necesario".
Laborda iguala la decisión soberana en el tema YPF con la guerra de Malvinas, delcarada por una dictadura en caída libre: "Hasta hace pocos días, la Argentina estaba aislada del
mundo. Ahora, no sólo está aislada, sino que ofrece la imagen de un
país peleado con el mundo.
Desde el conflicto bélico por las islas Malvinas, en
1982, es difícil encontrar situaciones en las cuales la Argentina haya
estado expuesta a tantas presiones internacionales como en las últimas
horas, como consecuencia de la anunciada expropiación del 51 por ciento
de las acciones de YPF, hoy en manos de Repsol".
Y Oviedo redobla la apuesta y dice que Cristina es peor que Chávez (como siempre, sin nunca aclarar que és lo feo y malo del presidente venezolano, como dando por sentada la malicia chavista): "Si es por el ranking de los países donde los inversores tienen más miedo
de no recuperar sus inversiones, la Argentina ya está peor que
Venezuela. En realidad, está en un más que poco honroso puesto entre los
primeros cuatro o cinco más riesgosos, según cómo se haga la
estadística. La atribulada España, a la que el gobierno de Cristina
Kirchner le gusta poner como ejemplo de lo que es estar en problemas,
ocupa el puesto 10° u 11°, según quién haga los reportes sobre los
seguros contra default. De hecho, si se toman los reportes de los
seguros más líquidos, la Argentina puede estar en segundo lugar".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario