domingo, 29 de abril de 2012

Días difíciles para La Nación

Mientras Joaco asegura que los "periodistas independientes" como él son los últimos valientes que quedan en el país para levantarse contra la Dictadura K y acusa a los radicales de cobardes por haber apoyado al kirchnerismo en el tema YPF (¿dónde quedó ese espíritu de consenso y diálogo, che?), la editorial de hoy le pide arrepentimieno a militares y guerrilleros por los hechos de los años 70, pero no avanza en su propia confesión y pedido de disculpas a la sociedad por haber hecho negocios con el régimen de facto y haber servido de difusor del relato (¡je!) de Videla y Cía: hacer pasar como subversivos a cada asesinato y haber escondido los desaparecidos y el robo de bebés sistemático, además de haber apoyado semejante barbarie con el supuesto objetivo de ordenar el país y no permitir que cayera bajo la sucia esfera comunista.
"Algunos sectores efectuaron en distintos momentos una importante contribución para intentar superar y asumir la herencia de aquellos trágicos años. En los años 90, las Fuerzas Armadas produjeron significativas declaraciones de autocrítica, asumiendo la responsabilidad por los excesos y abusos cometidos en el contexto de un enfrentamiento armado que no respetó las normas ni los procedimientos legales y que violó los derechos individuales. También la Iglesia formuló su autocrítica por no haber hecho más de lo que hizo para evitar que el país retrocediera en la década del 70 hacia formas de violencia estremecedoras.
Desde esta columna editorial hemos abogado, en reiteradas ocasiones, por la necesidad de avanzar hacia la reconciliación nacional a partir de la reivindicación de una memoria integral sobre los espeluznantes episodios de aquellos años.
Claro que será dificultoso avanzar en esa dirección si muchos de los protagonistas de esos luctuosos hechos no exhiben el necesario arrepentimiento por sus gravísimos actos. Y tanto la actitud de Videla como la de los cabecillas de las agrupaciones terroristas que tuvieron en vilo a la sociedad argentina constituyen una traba real.
En la medida en que no estén impregnadas de arrepentimiento, las confesiones del ex comandante de las Fuerzas Armadas sólo serán un argumento más para fogonear el afán de venganza antes que la necesaria búsqueda de la verdad. Lo mismo puede decirse del silencio de ex jerarcas y ex militantes de grupos terroristas, algunos de los cuales ocupan hoy puestos no poco relevantes en la función pública y han sido beneficiados con la amnistía o el indulto.
Ni el rencor ni la memoria parcial permiten cicatrizar heridas. La construcción de un país comprometido con el futuro y libre de odios requiere dejar de lado una visión hemipléjica, que desconoce una parte importante de la historia y se niega a considerar que el derecho a la vida y a la justicia no es sólo para algunos", escribe La Nación sin que se le mueva un pelo.
Ayer había destratado al pueblo argentino por votar gobiernos que van en contra de su ideario ancestral y que afecta sus intereses como empresa, todo para apludir al Campo, que a pesar de todos los ataques K sigue invirtiendo en el país (¿no será porque siguen obteniendo ganancias como nunca antes y/o porque en verdad el país no es tan inseguro jurídicamente o no cae en las restricciones a la producción de las que tanto se queja el diario y sus acólitos de la Mesa de (des)Enlace?). "The New York Times es un diario de cuño "progresista". Eso no le impide ser uno de los medios más influyentes y prestigiosos en el mundo. En una edición reciente, crucificó al país de manera cruel, pero incontestable: al referirse al empellón dado por el Gobierno a los españoles de YPF, comentó que la capacidad de los argentinos para cometer errores es insuperable. Véase que no calificó al kirchnerismo, calificó a los argentinos por la acción del gobierno que han elegido. E hizo bien. Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen y los reflejan", había disparado la editorial de los Mitre y Saguier.
Con el mismo espíritu, hoy, Marianito tiene la esperanza de que toda esta euforia K de estos días pasará y la opinión pública volverá a pensar lo que debe: que todo está mal (a pesar de los festejos) y que el actual gobierno es autoritario, brutal y que son todos ladrones y todas esas cosas que la gente que se precie de bien debe pensar. "En la Argentina, entonces, la opinión pública volverá a su quicio tarde o temprano. Esta es una esperanza fundada por el hecho de que desde el momento en que, aún en medio de la euforia del kirchnerismo, los lectores, los oyentes, los televidentes, siguen rehuyendo a sus portavoces mediáticos", promete el voluntarismo grondoniano, como para no dejarse confundir por la home de hoy del sitio web de la empresa, groggy todavía ante la hostilidad de un país que no encaja en sus categorías vetustas y en su obligación de ir tapando a los gritos sus pecados del pasado.

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