"No voy a cometer la hipocresía de decir que fui un defensor de sus acciones políticas. Esta claro que, sobre todo en los últimos años, tuve una mirada distinta y juzgué con severidad muchas de sus decisiones. Pero siempre mantuve el respeto como lo tengo por todo ser humano y mucho mas por quienes han logrado la bendición de haber sido elegidos por el pueblo para conducir los destinos de la Nación.
Todo argentino bien nacido debe combatir como si fuera un incendio ese rencor en llamas que asoma en las dos veredas en que se dividió la Argentina. Que nada ni nadie potencie la fractura social. Solo hay que odiar a la muerte. Y a los que matan. Y desear con sinceridad que Néstor Kirchner pueda descansar en paz", concede uno de los periodistas que más hizo por esa fractura que ahora dice querer superar.
"A partir de ahora comienza una nueva etapa en el país. La soberanía popular del sufragio saldó muchos debates y polémicas. Hay que barajar y dar de nuevo. Plantear las críticas como corresponde. Enriquecer el debate marcando los errores con honestidad intelectual. Pero con un profundo respeto por el pronunciamiento ciudadano.
Eso es lo que haremos. Quienes apostaron sus ilusiones a Cristina establecieron una luna de miel con ella y merecen toda la consideración. Eso no significa que no se pueda marcar las diferencias o advertir sobre posibles equivocaciones. Es lo que corresponde. Pero sin dejar de tener en cuenta el inmenso crédito que nuestros compatriotas le dieron a la primera mujer electa y reelecta presidenta de la Nación", había invitado el lunes, no bien vio que el amplio triunfo de CFK se materializaba luego de las internas del 14A y derribaba todos sus argumentos catastróficos y coercitivos.
Su compañero de editorial, James Neilson, no está muy convencido de respetar el voto popular: "En la Argentina tercermundista, para no decir feudal, donde Cristina se anotó las mayorías correspondientes –más del 80 por ciento en Santiago de Estero–, los votantes están acostumbrados a aferrarse al caudillo más poderoso del momento, lo que es lógico porque saben muy bien que es la fuente principal de los subsidios módicos que esperan conseguir. ¿Les interesan a los santiagueños y formoseños las elucubraciones de los esforzados teóricos K? Claro que no".
Mientras, el jefe de ambos, Fonte, sigue su lucha por desembarazarse rápidamente de los políticos opositores que, con su baja performance electoral, desnudaron los entramados que los unen con medios que se dicen independientes: "La preocupación de la oposición por el republicanismo y la denuncia al peronismo gobernante por su incumplimiento emparenta a la oposición con los medios. No es que los periodistas se hicieron políticos, sino que muchos políticos se hicieron periodistas e hicieron de la denuncia y la crítica su única razón de ser. La sociedad les pide a los periodistas que sean ese perro guardián (por lo menos se lo pedían antes y se lo siguen pidiendo en todas las democracias más o menos avanzadas del mundo). Pero el papel de la oposición no es la queja sino la construcción de una alternativa de poder. Quizá la proliferación de los medios audiovisuales hizo que muchos políticos confundieran su papel de elenco estable de programas de televisión, casi “periodistas”, con el de políticos. Confusión que aprovechó Néstor Kirchner para confundir a los medios con partidos políticos, aunque, como bien ha demostrado el resultado de estas elecciones, son actividades que comparten el foco de interés pero muy poco tienen que ver en sus prácticas".
Forster echa por tierra dicha maniobra distractiva: "El resultado electoral no es, como intentó presentar el arco opositor junto con el “periodismo independiente”, la consecuencia unilateral de los altos índices de consumo y de la marcha exitosa de la economía. Es en parte eso y muchísimo más: la consolidación de una figura extraordinaria de la política como lo es Cristina, la presencia poderosa de Néstor Kirchner en lo más entrañable y profundo del sentimiento popular, la capacidad para salir a disputar sentido y relato de la mano de una decisiva reescritura de la historia nacional que se conjugó con la emergencia de actores cultural-políticos que le aportaron mucho al proceso de construcción del kirchnerismo, el desenmascaramiento de las estrategias engañosas de la corporación mediática, la puesta en evidencia de una oposición política famélica de ideas y cooptada hasta los huesos por la agenda armada por esos mismos medios, la audacia para enfrentar la crisis económica mundial, la política científica y de recuperación de la industria, la inversión inédita en educación, y tantas otras cosas que la autoceguera le impidió ver a una oposición que leyó un diario especialmente escrito para ella".
Bruschtein aconseja a esos desauciados integrantes del Grupo A(hhh): "Ante la impotencia, desde un sector progresista antikirchnerista se escuchó hablar de “hegemonía” o decir que el oficialismo está tratando de construir el “mito de Kirchner” o que “no hay que agrandar lo que hizo Kirchner”. Error: si les preocupa la hegemonía tendrían que hacer un ejercicio de honestidad intelectual a fondo para responderse sobre las causas de un respaldo tan masivo y emotivo.
No basta con la cháchara de la situación económica de que “ahora la gente tiene plata en los bolsillos”: Si siguen pensando así, seguirá la hegemonía que tanto les preocupa, que no es hegemonía, sino preponderancia política. Tienen que partir del respeto a las personas, escucharlas y dejar prejuicios a un lado".
Para Mocca, se despiden del escenario político, esos políticos y también los medios que apostaron por jugadas al todo o nada frente contra el gobierno y que salieron muy perjudicados: "La nueva relación de fuerzas parece expresarse en los procesos de cambio en la corporación empresaria, de apertura al diálogo por parte de sectores del empresariado agrario. Se desarrollan procesos de coordinación entre centrales sindicales. Es pensable que estos nuevos cursos permitan alcanzar una masa crítica en condiciones de aislar a quienes desde la política, formal e informal, sigan jugando el viejo juego. El juego que fue abrumadoramente derrotado el domingo pasado".
Y Tonelli ve ese terreno como fértil para la clásica predisposición del kirchnerismo a disparar fuertemente hacia adelante: "Hoy, ha llegado el momento en que la muerte de Kirchner se conjuga dialécticamente con la imposibilidad legal de una nueva reelección de Cristina Fernández. Esa “negación de la negación” kirchnerista, como hacía notar agudamente el sociólogo Eduardo Fidanza, tan esencialmente hegeliana, justo protagonizada por quien se ha definido como hegeliana: tesis, antítesis, y ahora está en las manos de CFK decidir cuál será la síntesis superadora. Ella y sólo ella será quien elija y decida el “qué hacer”.
sábado, 29 de octubre de 2011
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1 comentarios:
Muy bueno, Sergio... Me gustó mucho ese contrapunto de las distintas visiones, algunas más creíbles que otras. Ojalá todos tuvieran una saludable honestidad intelectual tanto para criticar como para adherir. Porque muchos de los que ahora adhieren y dicen arrepentirse, en realidad sólo están tratando de no hacer más grande el papelón. Pero igual se les nota.
Saludo, amigo!
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