Aquella vieja discusión con Agustín Rossi, en épocas de alta crispación del periodismo independiente y sus dueños que veían que la movida agraria no había podido derribar al gobierno, y para colmo, éste avanzaba sobre sus negocios (AFJPs, Fútbol para Todos, Ley de Medios), hoy se reactiva en su editorial de esta semana cuando escribe Ernestino: "Uno de los elementos interesantes del proceso electoral que acaba de terminar es la puesta en duda de uno de los principios básicos que adoptó un sector importante del progresismo kirchnerista en estos años: esto es, que no se puede pelear por el poder sin robar, sin convertirse en un ladrón. En medio de los debates que se produjeron acerca de cuál es la esencia del proyecto actualmente hegemónico, uno de los cuestionamientos habituales por parte del progresismo clásico señalaba no sólo los hechos puntuales de corrupción –como el caso Schoklender, la concentración de la obra pública en manos de cuatro empresas vinculadas a los líderes, la explosión de la industria del juego de azar en manos de un megaempresario amigo, entre otros casos–, sino también la existencia de fortunas incalculables en manos de distintos gobernantes del oficialismo. Los simpatizantes kirchneristas, muchos de los cuales habían sido muy sensibles a estos temas en la década del noventa, explicaban que así es el poder, que es una norma básica, que se debe entender mientras el proyecto nacional y popular siga en marcha. No se trata, naturalmente, de un razonamiento arbitrario porque en nuestro país generalmente ha sido, y es, de esta manera. Curiosamente, distintos líderes empiezan a demostrar que robar no es una condición absolutamente insoslayable".
Quizás la caída en las ventas de su libro que pronosticaba el final del ciclo kirchnerista sea un insumo central en esta arremetida del compañero de clima de época de La Nata (que, por su lado, se caga de risa de nuestro país, en España. Sí, en España, como si ésta estuviera pasando por uno de sus mejores momentos, además de la deslealtad liberal de tomar diatancia hasta de sus conciudadanos) y Caparrós (que algo similar hace en los blogs de El País, todavía lidiando con la farsa izquierdista-liberal (¡je!) de ser objetivo ante Él y sus ansias republicanas de que vuelva el voto calificado), añorador de otros tiempos cuando se podía hacer periodismo libremente a partir solamente de denuncias de corrupción solamente estatal.
domingo, 30 de octubre de 2011
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2 comentarios:
Acusar a alguien de ladrón sin pruebas es mucho peor que ser un ladrón.
Supongamos que tiene razón, "son todos ladrones".
Él, qué es?, ¿Periodista político o predicador moral?. ¿De qué debe trabajar para ganarse el sueldo?, de tipo que analiza la gestión política de un gobierno?, de sus aciertos y/o errores?, o de si son "ladrones" o no?, "roban pero hacen" y del "hacen" no se habla porque "roban"?
Una de dos, o hay un periodista que se roba el sueldo predicando moralinas o al susodicho le alquilan el carnet para diga que roban pero no para que trabaje de periodista. Un chorro, bah!
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