–Ha defendido la palabra revolución en muchísimas canciones de su acervo. ¿Qué implica hoy, para usted, ese concepto en general, y aplicado a sus circunstancias cercanas, en particular?
–Revolución no significa lo mismo en cada circunstancia. Mucho menos desde que los dueños de los medios lograron que algunas cosas se vieran al revés. No creo que el Muro de Berlín haya sido revolucionario. Pero defender la continuidad de la Revolución Cubana sí lo es. Y no hablo de la simpleza de defender a un gobierno. Hablo del hecho histórico de autodeterminación, del ejemplo moral que ha gravitado sobre el subjetivo latinoamericano.
–¿Reivindica la Revolución Cubana como en las épocas de “Vamos a andar” o “Te doy una canción”?
–Pretender una Revolución Cubana como la inicial creo que sería infantil y además no sería revolucionario. No defiendo el pasado, defiendo el derecho de los cubanos a ser como decidamos ser. Y creo que mientras el país más poderoso del mundo esté empeñado en imponernos su voluntad, no tendremos derecho y deber más importante que defendernos como nación.
–¿De esto habla cuando habla de una democracia socialista sólida?
–Hablo de una aspiración. Pienso en un socialismo sostenible. Quizás alguien piense que lo ideal sería que nos lo dieran todo, pero ¿de dónde sale lo que se recibe? La necesidad de la palabrita “sostenible” la hemos tenido que aprender los cubanos por haber practicado un socialismo generoso y a la vez paternal. Nos daban todo porque lo merecíamos y el Estado también asumía la mayoría de las decisiones. Me parece necesario que nos ganemos más los bienes y un derecho más amplio a decidir.
–¿Se está haciendo hoy?
–Los cambios económicos que Cuba está poniendo en práctica van a influir políticamente, porque afianzan sectores con intereses nuevos. De hecho, ya existen. Y si crecen, ganarán peso. Esto no debiera implicar riesgos para una realidad social justa, debiera complementarla. Los que nacen deben seguir teniendo los básicos derechos de salud, educación, trabajo y vejez digna. Incluso hay que mejorar y profundizar en todo eso. Las conquistas de la Revolución las quisiera intocables. Por mi parte, tengo derecho a no creer en las sociedades de consumo. Cada vez hay más población en el mundo y cada día el planeta da más signos de agotamiento. Debemos amar y cuidar el lugar al que pertenecemos, nuestra única casa. Es justo que las sociedades, las familias y las personas tengamos la oportunidad del progreso, pero también debemos comprometernos en que lo bueno alcance para todos. El egoísmo y la codicia no debieran ser trabas para la responsabilidad y la conciencia humanas.
Fuente
TWEETS POLÉMICOS
Hace 7 minutos
0 comentarios:
Publicar un comentario