Luis Tonelli: "El radicalismo sigue exhibiendo el formato organizativo del Correo Argentino, que aunque la gente raramente lo usa, tiene una oficina en cada pueblo. Su fortaleza está en la red de intendentes que tozudamente se siguen colocando en la solapa el escudito con la Pluma y el Martillo, y que lograron sobrevivir al tsunami kirchnerista de la última elección; y en un bloque de diputados que al sumar cuarenta bancas lo convierten en el partido de la oposición en el Congreso. Pero enfrenta en estos días una interna crucial entre el “ricardismo”, que se resiste a dar un paso al costado en la conducción del Partido luego de la derrota, y diferentes impulsos que buscan el recambio, el más interesante quizás, el que proviene de la reunión de aquéllos que han ganado intendencias claves. Vaya el caso de Ramón Mestre en Córdoba y Omar Fayad en Mendoza.
A la oposición en su conjunto le cabe, por supuesto, la responsabilidad de unirse o permanecer en la insignificancia, y permitir que si no el peronismo, los peronistas se conviertan en un sistema en sí mismo que provee el Gobierno y también la oposición, como precisó el sociólogo Juan Carlos Torre en una entrevista reciente para La Nación".
Ricardo Sidicaro: "El sufragio peronista se comunicaba por dos vías principales: el sindicalismo y la familia. Debilitado el mundo del trabajo, se debilita el imaginario del peronismo. Y la época actual está marcada por el debilitamiento de la autoridad familiar. En esta época de la modernidad, los sujetos tienen varias ideas al mismo tiempo, no tienen una identidad política fija. Ese debilitamiento de la política lo sintetizo desde hace mucho tiempo con el llamado “Menem móvil”, que mostraba que el colectivo tenía que ir a buscar a la gente a los barrios porque el pueblo ya no iba más a la plaza. En esas condiciones, los partidos se convierten en estructuras personalistas, con un jefe que agita un programa que en realidad es él mismo. Y eso fue lo que pasó de forma muy clara en estas últimas elecciones, y fue más claro aun para la oposición.
La política moderna la llevó adelante el equipo que asesoró a Cristina. La política moderna es de target, porque se dirige a una sociedad fragmentada, que contiene a actores diferentes entre sí y que no se comunican. Entonces, convocando a una sola sensibilidad no se puede ganar una elección. Elisa Carrió convocó de forma insistente al target institucionalista y se quedó con el uno y pico por ciento de los votos. Tanto Rodríguez Saá como Duhalde convocaron al target peronista y, entre ambos, no llegaron al quince por ciento. En cambio, Cristina convocó muchos targets distintos, desde jóvenes estudiantes progresistas a gente de sensibilidad católica que está contenta porque no se va a aprobar la ley del aborto; desde quienes están contentos por el matrimonio igualitario hasta el sector agrario, al cual se acercó bastante bien con el ministro Julián Domínguez. Y así podríamos seguir enumerando.
La oposición funcionó como oposición a Néstor Kirchner en 2009, porque habían creado una especie de bloque que los juntaba, superando sus disidencias. No había lucha personalista, porque se trataba de elecciones legislativas. Pero el éxito de Kirchner fue darse cuenta de que la sociedad estaba fragmentada, en crisis, y que nadie valía demasiado. A partir de esa lectura, actuó con políticas audaces. En cambio, los dirigentes de la oposición son toda gente de pensamiento muy módico. A ninguno de ellos se le ocurriría dar un salto al vacío y después vemos. Eso fue lo que hizo Kirchner en 2003: dio un salto al vacío. Y no se equivocó porque no había nada. No estaba la pileta llena, ni estaba el pavimento. El problema es que la oposición sigue teniendo en la cabeza una sociedad que ya no existe. No pueden pensar una sociedad fragmentada y que se ha destradicionalizado mucho. En algunas provincias, son sociedades más estables, pero aun así hay una modernización de la sociedad que la oposición no termina de captar".
Jorge Asís: "Una lección clara del 23 de octubre implica la imposibilidad de la disidencia desde el peronismo. Es una prueba que si querés mantener la identidad peronista tenés que estar con Cristina, que es lo que aceptan los peronistas que están con Cristina, pero el peronismo tiene una reasignación de discursos bastante pragmática, porque en realidad el peronismo, que siempre costó definirlo, es una ideología del poder. Es la ideología del poder y es el poder que dicta las claves de esa ideología, razón por la cual hoy el peronismo está con Cristina. Es eventualmente cristinista hoy, en tanto le permita ganar las elecciones.
Creo que el Gobierno está paralizado. A mí Cristina, como Kirchner antes, me sirven para explicar a la sociedad argentina. El Gobierno en realidad está paralizado, personajes que realmente trabajan en el Gobierno, habrá cuatro o cinco. Sí hay una suerte de piloto automático, y la impunidad, la certeza de saber que no tienen ninguna contestación que pueda ser gravitante. Y vamos a lo del cristinismo. Cristina como producto es superior a Néstor. Sólo Cristina pudo haber llegado al poder por Néstor. La salida de Néstor la deja en el poder y con una capacidad de perfeccionamiento, a ella se la vio mejor, políticamente. En las maneras, en principio, parecía que iba a haber una ducha total de decencia administrativa, que aceptarlo implica reconocer que había un degeneramiento administrativo muy notorio. Cristina, al otorgarle jerarquía de mito, y al avanzar, banca, respalda todo lo que se hizo en la Argentina. También el 54% que votó a Cristina es cómplice de todos los desaguisados que se hicieron desde 2003. Éste es un momento para que el opositor, si existe, construya política. La construcción tiene que comenzar inmediatamente después de las elecciones, no ser tan berretas como fueron los opositores que armaron alianzas dos o tres meses (antes) a ver qué podían anudar y terminó en este disparate.
Yo escribí un artículo que se llama Desarmadero de Warnes. Son muchos los que fueron solos hacia el desarmadero de Warnes... Les va a costar, salvo que desde ya comiencen a construir una política diferente. Pero prefiero hablar de quienes quedan vivos. Sectores que están en el interior supuestamente compacto del cristinismo, los que están colgados del vestidito negro de Cristina, porque entre los colgados del vestidito negro de Cristina hay tres o cuatro proyectos políticos interesantes. Líder de la línea Aire y Sol, Daniel Scioli, en menor medida Urtubey, Capitanich, y no lo descartaría a De la Sota.
La política en la Argentina se convirtió en un casino, que casi tenés la obligación de acertar un pleno cada dos o cuatro años y no es así. Con mucha pena veo tantos políticos que de pronto acaparan un poder extraordinario y en poco tiempo parece que están en el Nacional B. Es porque hay un estilo de política que te obliga a tener ese pleno y te parece que en una bola no la acertaste y ya no se puede hablar más de vos. Por eso no me atrevo a decir que Carrió se terminó, que López Murphy se terminó, como no me atrevo a decir que Cavallo se terminó, esto es cíclico en la Argentina".
TWEETS POLÉMICOS
Hace 10 minutos
0 comentarios:
Publicar un comentario