¡Qué es eso de andar con medias tintas y crear climas que se evaporan aí nomá'? No, señores. El Censurado Exportador de Dólares se la juega y vende, digo, escribe en su columna de "opinión" (¿por qué las comillas, señor bloguero financiado con la platita de nuestros abuelitos, eh?) lo que la Presidenta DEBE hacer.
"Lo que Cristina no asume es que su metodología de toma de decisiones está en el centro del lío. La Presidenta insiste con su concepción monárquica del ejercicio del poder y dispone medidas basadas en conocimientos que no posee sin que nadie se atreva siquiera a insinuárselo. Los arreglos de la economía le demandarán a la nueva gestión un ministro con peso político. Salvo el de Mario Blejer, ningún otro nombre de los que circulan reúne esas condiciones", demanda, sin ponerse colorado cuando habla de independencia y objetividad, además del consabido respeto por las instituciones de la República.
Todo, justo cuando en páginas cercanas, su jefe, Fonte, se esmeraba con atribuirle a otros la propia conspiración, para desmercer la denuncia de aquéllos: "Dicen que la versión sobre que se estudia la alternativa de una pesificación la inició una calificadora de riesgo. Vale recordar que las calificadoras de riesgo en todo el mundo nacieron dentro de empresas de medios de comunicación y, antes de convertirse en mundialmente canónicas, comenzaron siendo una división editorial que vendía información más técnica y para especialistas. El odio de los políticos con los que difunden información (y los termómetros como el dólar blue o el índice de inflación de las consultoras privadas) refleja la problemática de la relación entre agente, libertad y saber. Desde la perspectiva oficial son los medios quienes están creando esta turbulencia cambiaria agitando a las audiencias con temores exagerados que consiguen realizar la profecía autocumplida. El agente no sería el mercado y sus principales actores, los dueños del capital, sino –cuándo no– los medios que harían terrorismo económico al ver que el Gobierno se inmunizó contra las denuncias de corrupción; por ejemplo, la Justicia declaró inocentes a todos los implicados en el caso Skanska y, entre otros, el caso Schoklender quedó invernando".
¡Coordinen un poco, muchachos!
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