Olivier Dabène, director del departamento de Ciencia Política del Instituto de París
–¿Son comparables las políticas de ajuste que ahora se instrumentan en los países del sur europeo con las aplicadas en América latina en la década de 1990?
–Son las mismas recetas, aunque con la diferencia de que en Europa todavía existe un Estado de Bienestar. De ahí que los planes de ajustes no golpeen tan brutalmente a la población como lo vimos en Latinoamérica. Pero básicamente se trata de bajar el gasto público y los niveles de endeudamiento y controlar la inflación. Llama la atención que sean medidas adoptadas tanto por los gobiernos conservadores y como por los socialdemócratas. Es que el neoliberalismo ganó la batalla ideológica en Europa. A fines de 1990, Tony Blair se convertía al neoliberalismo. La Francia de Lionel Jospin también siguió en esa dirección, y después pasó otro tanto en España con José Luis Rodríguez Zapatero. Los partidos socialdemócratas en Europa se convirtieron a lo que llamaron “el realismo”, que es una opción neoliberal. No hay esa creatividad y ese discurso político que encontramos en Latinoamérica en estos momentos. Eso es exactamente lo que nos dijo Lula. Todo esto es un problema de voluntad política, pero opciones hay. No hay que dejarse convencer que no hay opciones, como si fuera una fatalidad.
-¿La UE tiene aún apoyo de la sociedad?
–Ahora hay corrientes políticas de extrema derecha, populista, racista en algunos casos, adversas a la integración europea. En este contexto, un dirigente político no va tomar el riesgo de pronunciarse a favor de una mayor cesión de soberanía nacional porque eso refuerza los argumentos de la extrema derecha y perdería las elecciones. En los últimos dos años hemos tenido cerca de 20 elecciones parlamentarias y en casi todos los países observamos el avance de la extrema derecha, con discursos que a uno lo dejan con la boca abierta. De un lado tenemos el temor al mundo global y a las agencias de calificaciones de riesgo, los mercados y las bolsas de valores. Y del otro, la política interna, donde se hace difícil innovar o presentar una propuesta concreta sobre cómo avanzar. No hay ningún político con visión, liderazgo y voluntad política. Este es el principal problema de Europa.
–Según la Cepal, China desplazará a la UE como segundo socio comercial de Latinoamérica en 2015. Esto tiene que ver con lo que usted mencionaba acerca de un posible riesgo de reprimarización de las economías de la región.
–En Brasil hay un debate abierto sobre cierta reprimarización de la economía debido a la relación con China. Es una cuestión que se está estudiando, no hay datos concluyentes, pero hay que prestarle atención. China es una gran potencia que necesita materias primas. El gran desafío de la región es aprovechar esta oportunidad, pero al mismo tiempo dedicar inversiones públicas al tejido industrial. No deben desperdiciar esta oportunidad histórica de acumular reservas con la venta de commodities y evitar la desindustrialización, si no, la región va seguir dependiendo de las compras chinas y si la potencia asiática desacelera su crecimiento, lo que algún día va a pasar, habrá retrocesos.
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Michael Schlecht, diputado del partido alemán de izquierdas Die Linke
–La democracia europea la están construyendo los bancos, no los electores que deciden por una mayoría. Más allá de lo que pensemos de ellos, Papandreu y Berlusconi son las víctimas más recientes de esta nueva doctrina.
–Ello equivale a decir que Alemania es hoy la gran policía financiera de Europa. Alemania, junto con Francia, ha sido la avanzada del reemplazo de poderes surgidos de las urnas por tecnócratas teledirigidos por los bancos.
–Alemania dando su acuerdo a lo que está ocurriendo. Alemania está preparando el terreno porque tiene un excedente de exportaciones mucho más grande que sus importaciones. En los últimos diez años el excedente alemán alcanzó un trillón de euros. Por otra parte, este excedente gigantesco acarrea una contrapartida del otro lado: hace que la deuda crezca en los países importadores. El 50 o 60 por ciento de la deuda creada por esta política alemana aparece en las cuentas de los demás países de Europa. Todos hablan de la deuda en Europa, pero nadie dice nada sobre el país que gana mucho con esa deuda. Y ese país es Alemania. La deuda de los países europeos es el resultado de la política alemana en el Viejo Continente. El núcleo de esta política es el dumping de los salarios. En los últimos diez años tuvimos un dumping salarial que llega al 5 por ciento, y ello sin tener en cuenta la inflación. Ningún otro país de Europa conoce una situación semejante derivada del dumping salarial. Esta política de dumping equivale a poner una ametralladora en las manos de los capitalistas alemanes. Es un arma muy destructora. En el siglo pasado, Europa estaba arrasada por tanques alemanes. Ahora está arrasada por la política de Angela Merkel.
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