La sorpresa nunca cesa, más si tiene la intención de romper con la tranquilidad que, crédulos, creíamos haber conquistado. Ahí desfilan Cherashny (¡¡¡Che-rash-ny!!!), Hernán Pérez, María Julia (¿Alsogaray? No, no era, che), Melconián (Laje le dio casi una hora -¡¡¡una hora!!!- recién en A24), Ferreres (que pide bajar lo que él llama "gasto público" del 45% actual del Presupuesto al chachan chachan... ¡¡¡25%!!! Veinte puntos. Vein-te-pun-tos) y toda la caterva de adictos a los tiempos en que la última palabra la tenían los economistas. Si hasta Joaco el domingo se permitió volver a jugar con la idea de que, según el nuevo ministro de Economía que nombre CFK, la Argentina será un país previsible, serio y demás adjetivos del peor de los establishments, como el que muestra disconformidad ante la actitud más o menos soberana de un primer ministro griego que decide consultar con su pueblo si le parece bien que eche más empleados públicos, que baje aún más las jubilaciones y los salarios, que desvíe fondos de salud, vivienda, trabajo a pagar la deuda que los mismos que ahora vienen a salvar a Grecia incitaron a acumular para hacer lo que están haciendo ahora.
Y entonces uno se enoja porque luego de ver a Javier recorrer la decenas de notas que desde comienzos de septiembre fueron apareciendo en los principales medios (bah, Clarín, La Nación, básicamente -y que hoy jugaban al yo-yo-) anticipando esta movida para condicionar (bah, intentar) el rumbo económico respaldado en las urnas. No la vimos a ésta, eh. Pero eso es quizás parte de otra discusión que ya planteábamos el otro día cuando hablábamos de la intervención de Horacio González en 678 y el no quedarnos en los laureles (y no me refiero a sólo un sector político-partidario, como bien marca el Notero). A propósito: la gente de la oposición, ¿dónde está? ¿Quedarían demasiado expuestos si salen a respaldar la movida de sus empleadores o es solamente que ya ni tienen fuerzas para salir en ésta? Excepto Prat Gay, que anduvo festejando hoy que "el gobierno chocó la calesita", a pesar de que inmediatamente después admitió que la voz de la Coalición Cívica es "irrelevante".
Pero luego de verlo a Melconián dar cátedra en lo que habrá sentido como una especie de restauración del Orden preestablecido, empecé a elucubrar alguna teoría que por ser enteramente conspirativa no me prohíbe enunciarla.
Si como afirma esta gente de la City (¿?) el tipo de cambio peso-dólar (y otras monedas) está atrasado por la inflación, es decir, la inflación presiona sobre el precio del dólar y para que esa presión deje de existir (con lo que la gente dejaría de querer comprar dólares) el gobierno debería devaluar (porque la inflación mágicamente no bajará), ¿qué mejor que tener una consultora que mida bien alta la inflación para que presione al dólar para obligar así al gobierno a devaluar y de esta forma hacerle ganar mucha guita a los que compraron el dólar barato y a los que no liquidaron divisas (adivinen quiénes son. ¿No adivinaron?)?
Mientras, Burgueño promete aquélla tranquilidad para dentro de 15 días. Tiempo suficiente para satisfacer las ansias de los inmemorables azotados rebosantes del placer de esperar que todo estalle para usufructo de su amo.
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