domingo, 27 de noviembre de 2011

Mientras acá se vino el ajuste y todo está por explotar, en España siguen en el esplendoroso Primer Mundo (que debemos imitar, obvio)

"Han tenido la mala suerte de iniciar su vida profesional en el peor momento histórico del mercado laboral en España. Apenas uno de cada dos encuentran trabajo y, cuando lo encuentran, es casi siempre con salarios bajos y contratos temporales y precarios. Son la generación de la crisis, formada por miles de jóvenes obligados a seguir viviendo de sus padres cuando ya han superado o están a punto de alcanzar la mayoría de edad, y que empiezan a advertir que la emigración es su única salida para encontrar un futuro laboral.
Las estadísticas ni siquiera se ponen de acuerdo en cuántos son. Vean, si no, las diferencias que arrojan las tres principales fuentes de información sobre el desempleo que se manejan en España. La encuesta de población activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE) dice que en España están sin empleo el 46,3 % de los menores de 25 años que quieren trabajar, lo que supone alrededor de 917.000 personas. Pero según el Servicio Público Estatal de Empleo (SPEE), el antiguo Instituto Nacional de Empleo, que depende del Ministerio de Trabajo, los parados jóvenes inscritos en los registros oficiales son 476.748. Para la oficina estadística de la Comisión Europea (Eurostat), sin embargo, la tasa de desempleo juvenil está ya en el 48 % de la población activa de ese tramo de edad. Es decir, unos 948.000".
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"En este marco recesivo asumirá Rajoy el poder dentro de tres semanas por más que Angela Merkel, tan respetuosa de los procedimientos constitucionales alemanes, apremie públicamente. El calendario que marcan la ley electoral y el reglamento de las Cortes se antoja demasiado largo para situaciones de emergencia que pueden repetirse en el futuro, pero tiene plazos tasados. La liturgia de las consultas del Rey y el proceso de investidura se han convertido de hecho en un obstáculo para que el ganador de las elecciones anticipe sus planes inmediatos y el nombre de sus principales colaboradores. Pero es posible que el parsimonioso Rajoy se sienta cómodo con este tiempo muerto, que dedica sobre todo a entrevistarse con empresarios y banqueros, toda una declaración de intenciones sobre sus prioridades.
Las previsiones económicas conocidas anticipan para España un primer semestre en recesión, con aumento del paro, y un ligero repunte en el segundo semestre. Mejorar ese horizonte de crecimiento cero para el conjunto del año y evitar que el desempleo pueda crecer por encima del 23% de la población activa es la prioridad casi única del primer año de Gobierno de Rajoy.
El compromiso más publicitado por el líder del PP durante la interminable campaña electoral ha sido el de cumplir en 2012 el objetivo del 4,4% de déficit comprometido con Europa. Esto supone un recorte presupuestario de unos 17.000 millones de euros, siempre que se cierre este año con un improbable 6%. Hay que sumar una probable caída de ingresos del Tesoro, al menos en el primer semestre, por causa de la recesión.
Si Rajoy hace efectiva su proclamada aversión a subir impuestos, la ecuación no tiene otra incógnita que las partidas a las que va a aplicar el durísimo ajuste necesario para cuadrar las cuentas. La dureza de la crisis ha inyectado en el ánimo colectivo una resignada aceptación de que vienen tiempos duros, pero el desafío de Rajoy es convencer a los ciudadanos de que el reparto del sacrificio es equitativo. En otro caso va a encontrarse con una oleada de estallidos sociales. Las huelgas intermitentes en la educación y la sanidad son un aviso.
La pregunta del millón ahora es cómo reactivar la economía y crear empleo con una reducción tan drástica del gasto público. Rajoy se propone responder con dos reformas urgentes: la del mercado laboral y la del sistema financiero. La primera incluirá muchas de las demandas de la CEOE que los sindicatos han rechazado en las múltiples e infructuosas rondas de negociación: vinculación de los salarios a mejoras en la productividad, abaratamiento del despido, prioridad de los convenios de empresa, facilidades para la movilidad geográfica, contratos de aprendizaje…
Diversas instancias europeas urgen al presidente electo a abordar con decisión una reforma que flexibilice el mercado laboral, dando por fracasada la que le costó una huelga general a Zapatero. El comisario de Economía, Olli Rehn, le ha echado un cable al señalar que si él fuera un joven español se preguntaría por qué más del 40% de los jóvenes están en paro frente a un 5% en Holanda, y qué es lo que se ha hecho mal desde las instituciones.
A medida que la voracidad de los mercados empieza a socavar incluso la posición de algunos países con la triple A (Francia o Austria), gana verosimilitud la metáfora del exministro italiano de Economía Giulio Tremonti, que describió a Angela Merkel como la última pasajera de primera clase del Titanic. Avanzando orgullosa y solitaria en la ruta del iceberg".
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