"Hace un tiempo, viéndome como penoso testigo de un nuevo atropello (con
los que ciertos funcionarios del Gobierno no han agotado aún nuestra
capacidad de asombro en su afán por ser “la favorita del harem”),
gritaba para mis adentros: ¡No me toquen a Clarín!
Mientras uno de
esos conversos monigotes de ingenio modesto entraba a la sede del Grupo
para “jugar a la democracia” -intimando improcedentemente el
cumplimiento de algo aún no resuelto por la Justicia- recordaba el
inicio de mi historia junto al diario. Fue cuando mi padre recibió, como
originalísimo primer regalo para mí, el ejemplar del día de mi
nacimiento por parte de “un Grande” del periodismo, como lo fue Carlos
Marcelo Thiery; inmediatamente me estremeció la borrosa imagen de la
humilde y acogedora cocinita de chapa de mi tío Jesús (tornero,
trabajador de sol a sol) en la que, cada sábado de su descanso y mi
primera infancia, me enseñaba a leer con “Notas del Amanecer”, última
página ... mientras me preparaba junto a Tía “Nena” las inolvidables
tostadas con manteca ... Por eso: ¡No me toquen a Clarín!
Por
aquellos románticos años en los cuales sólo los desconfiados cerraban
con llave la puerta de calle, comencé mi camino cotidiano con el diario:
desde la escuela pública, para la cual me brindó toda clase de material
didáctico, hasta mi formación académica de músico, cuando me hizo el
primer reportaje, anunció mi primer concierto como solista y también
elaboró la primera crítica de todas mis actuaciones. Por eso: ¡No me
toquen a Clarín!
A lo largo de mi vida me ayudó a pensar, a formarme e
informarme, me hizo reír y llorar, me nutrió con periodistas de la
talla de Oscar Cardoso u Horacio Pagani entre decenas de ejemplos
dignificantes; de la mano de ellos viví la política, la actualidad, el
deporte, el turismo, el pecado, la inocencia, el amor, la violencia, la
vida y la muerte; hoy el espacio sigue enriquecido en la sostenida
presencia y talento del mismo Pagani y de Ricardo Kirschbaum, Osvaldo
Pepe, Eduardo van der Kooy, Ricardo Roa, Susana Viau, Alejandro
Borensztein, Julio Blank, Fernández Canedo, Cora Cané y tantos otros.
Nombrarlos a todos me sería imposible.
Además, me enseñó a amar a
Clemente, a Inodoro Pereyra y a su fiel Mendieta, a la Hermana Rosa y
también a añorarlos ahora que “se fueron de gira”, porque si de algo se
trata la vida, es de sufrir por los que quisimos y ya no están. Por eso:
¡No me toquen a Clarín!
Me vi nuevamente en “la era pre-internet”,
encontrando su demorada tapa en los quioscos de las más remotas ciudades
y ayudándome a soportar entre concierto y concierto “el mal de ausencia
gardeliano”. Clarín era, si no el único, el periódico argentino más
respetado y leído en el mundo. Hoy, aunque ya lo abro desde cualquier
ordenador, en mi casa lo siguen guardando para que, a mi vuelta, lo lea
uno por uno convirtiendo a esta acción en una experiencia curiosa
mediante la cual uno entiende y deja de entender a nuestro bendito país.
Por eso: ¡No me toquen a Clarín!
Si hasta celebro aleatoriamente
“su” día: una vez por año recorto y archivo los sucesos sobresalientes
conservando de esa manera “la historia contada en presente”. Allí están
descansando Jorge Luis Borges, Atahualpa Yupanqui, Alberto Olmedo,
Carlos Guastavino, Raúl Alfonsín, Juan Carlos Altavista, Ernesto Sábato,
Mercedes Sosa, Astor Piazzolla, Cacho Tirao, Domingo Cura, Javier
Portales, Andrés Segovia, Mike Ribas, Luciano Pavarotti, mi papá
(célebre médico y personaje entrañable) y cerrará inevitablemente el
círculo -por sugerencia ya requerida de quien suscribe- el diario del
día de mi despedida, por eso: ¡No me toquen a Clarín!
A “todos (y
todas)”: ¡Basta de acallar voces, basta de echar descaradamente a
periodistas que no comulgan con las ideas del poder de turno (hasta de
importante trayectoria, como lo es Marcelo Longobardi ... y no escuché
al señor Horacio Verbitsky solidarizarse), basta de tratarnos de
imbéciles a quienes pensamos diferente, basta de ataques a la República,
basta de “obsecuencia debida”, basta de culpar a la prensa no adicta de
todos los males. ¡Basta ya! ... Quiero que Clarín siga formando parte
de mi vida naturalmente, sin “victoruguizadas” ideas ni “baronizados”
poemas y sepan que, para ello, lo defenderé desde mi lugar (en el arte)
ante los atropellos de cualquier “Atila de la Democracia”. ¡No me toquen
a Clarín!".
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5 comentarios:
PERDÓN LA IGNORANCIA,QUIÉN ES ESTE INDIVIDUO?
PERO CUÁNTO MIEDO TIENE ESTE HOMBRE, CLARÍN SE DESTRUYE SOLO
Ja es surrealista esto ya!
Todo bien Jorge "Labanca" !!!
Pero sinceramente vos estas mas para escribir una telenovela que para tocar la guitarrita o defender a Clarin.
Creo que no tenes mucha idea de lo que es Clarin, pero mas alla de eso me parece perfecto que leas ese diario si te gusta. De ahi a "no me toquen a Clarin", hay un tranco muy grande.
Clarin ya hizo bastante desastre en este pais como para "no tocarlo".
No se puede pretender tener el monopolio de la informacion para siempre.
Llego la hora de democratizar la informacion. Estamos en democracia y el pais y nuestro gobierno es mucho mas importante que un periodico que muchas veces miente.
Saludos a Jorge "Labanca".
PD: Que buen apellido flaco !!!
Jorge Labanca es un gran guitarrista.
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