Caparrós: "Siempre me sorprendió que
funcionara: uno de los grandes misterios de las sociedades contemporáneas es
que las personas respeten la propiedad ajena. Es difícil: supone que millones y
millones se resignen a una situación donde ven todo el tiempo
lo que querrían tener pero no pueden porque hay leyes y policías que lo
impiden. Donde les muestran todo el tiempo lo que no pueden, les ofrecen, los
invitan todo el tiempo a lo que no pueden: vestirse lindo, viajar, cogerse
rubios, andar en coche, comer todos los días. Las cosas están ahí, como si al
alcance de la mano; que los millones no estiren esa mano requiere una eficacia
extraordinaria de dos herramientas: el miedo, la ideología. El miedo es obvio:
si lo agarrás te agarran y te joden; se llama represión, y es indispensable
para que todo lo demás funcione.
Pero más todavía la ideología:
consiste en justificar que algunos tienen mucho y otros muy poco a través de discursos
–relatos– que van cambiando con los tiempos: que los más claros deben tener y
los oscuros no: los españoles sí y los indios no, digamos; que Dios le
ha dado a unos y quitado a otros; que las mujeres no están preparadas para
poseer nada, como sí los hombres; que tiene el que trabaja y el que no tiene es
porque es vago o tonto; que, en síntesis, es justo y necesario que quien
adquirió por la forma que sea tal o cual objeto lo hace suyo y nadie más puede
tenerlo a menos que le dé algo a cambio. La propiedad privada, le decían,
cuando se hablaba de esas cosas. Es un milagro –es el gran milagro social de
los últimos diez mil años– que tantos millones respeten esa idea, esa ilusión
tan laboriosamente sostenida. Pero eso no la hace menos frágil: de vez en
cuando –muy de vez en cuando– se rompen ciertos diques y la ilusión estalla. Entonces,
de pronto, parece tan extraña".
Leuco: "Un saqueo es un termómetro social. No hay que ayudar a multiplicarlo pero tampoco se puede ocultar. Nos exige a todos una gran responsabilidad: informar con prudencia. No
batir el parche frenéticamente para erosionar al gobierno pero tampoco
censurar la realidad para chupar las medias. Es un delicado equilibrio. Y
el mensaje debe ser siempre pacificador. Ni echar nafta al fuego ni
ocultar las llamas. Es un gigantesco llamado de atención para todas las
autoridades. Para que moderen ese exitismo militante que todo el tiempo
nos pinta el país como si fuera un paraíso y para que nadie aproveche
para fogonear un infierno. La situación se complicó tanto que la
presidenta tuvo que romper su promesa y enviar 400 gendarmes al mando de
un fanfarrón como rambito y rambón. Ojo con los gendarmes, con los
desbordes y el gatillo fácil. Ojo que muchos gendarmes están más enojados que los saqueadores".
Fraga: "En estos saqueos, además de una situación económica más dura que el
año pasado -aunque no crítica-, inciden grupos radicalizados, bandas
delincuenciales y articulaciones espontáneas, en un país cuya eficacia
en materia de seguridad es baja, como se evidenció la semana pasada en
los disturbios que tuvieron lugar en el mismo centro de la
Ciudad de Buenos Aires.
En paralelo a la reaparición de los saqueos, cabe
señalar que los cortes de ruta y vías públicas como expresión de
protesta han aumentado 52% en 2012 respecto a 2011. El freno de la
economía y sus efectos sociales podría ser una explicación suficiente,
pero a ello se suman los conflictos políticos y sindicales y los
problemas internos en el área de seguridad.
La decisión de enviar fuerzas federales (la
Gendarmería) a Bariloche indica que el gobierno ha asumido que los
costos políticos que generan los saqueos no se limitan a los gobiernos
locales, sino que se proyectan al gobierno nacional, aunque inicialmente
tratará de plantear lo contrario".
Juri: "Poco importa si esa gente se robó un plasma -o dos, o tres- para
venderlo, cortarlo en pedacitos y servírselo a sus hijos en la cena
navideña o para sentarse cómodamente a ver a Tinelli.
Lo
que importa es por qué esa gente está rompiendo vidrieras y robando
plasmas. Lo que debería preguntarse una dirigencia responsable es si no
será que esa gente preferiría tener acceso al trabajo y la educación
antes que estar rompiendo vidrieras. Si esos chicos de no más de diez
años corriendo con su botín por las calles del conurbano no están en el
lugar equivocado".
Federico: "La estrategia de fracturar al movimiento sindical organizado no
parece haber sido la más adecuada. Luego de haber alimentado durante
años el crecimiento desmedido del Sindicato de Camioneros y haber
contribuído a proyectar a su líder con el fin de aprovecharlo para sus
intereses, el gobierno decidió fracturar esa unión y trazar una
bisectriz errática hacia una atomización peligrosa de las centrales
gremiales, recostándose sobre una dirigencia de dudoso pasado. En
paralelo, también movió fichas para promover la división de la central
alternativa (CTA), a la que sumió en contradicciones poco beneficiosas
para una experiencia tan legítima, edificada al calor de la lucha contra
el neoliberalismo. Y cerró filas con sectores empresariales tan afectos
a golpear cuarteles, como a participar de las fiestas noventistas que
organizaba el menemato, mientras rozaba los intereses de otros grupos
patronales que se animaron a enfrentarlo en defensa de sus intereses
corporativos. Tal vez si miramos con atención entre estas
líneas hallaremos elementos para entender que nada es casualidad y que a
los saqueadores no los vamos a encontrar entre los fantasmas del
pasado, sino entre las grietas mal selladas de este sistema que supimos
construir".
viernes, 21 de diciembre de 2012
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