"Lo que la Presidenta y sus incondicionales omiten, con toda
intencionalidad, es que ella misma y muchos de los que forman parte de
su proyecto son los genuinos integrantes de una de las mayores, una de
las más poderosas y una de las más duraderas corporaciones de la
Argentina: la corporación política que maneja los resortes del Estado.
Se puede definir como corporación política a los
dirigentes partidarios que desde hace cerca de treinta años vienen
ocupando cargos de responsabilidad en los municipios, las provincias y
el gobierno nacional. Hombres y mujeres que, más allá de su ideología y
su discurso, viven del Estado. Que no conocen, por su propia naturaleza,
los riesgos y los inconvenientes de la actividad privada. Porque tienen
la costumbre, desde que se levantan hasta que se acuestan, de hacer uso
y a veces abuso de los bienes públicos. Bienes y recursos como los
autos oficiales, los aviones que paga el Estado, la custodia y los
viáticos que obtienen del organismo público al que pertenecen. No estoy
hablando de las burocracias profesionales y honestas que ponen lo mejor
de sí. Tampoco de los médicos, las enfermeras, los científicos, los
maestros y los policías que trabajan en el Estado, porque se trata de su
verdadera vocación. Hablo de los "políticos profesionales" que forman
parte de un "sistema" bien aceitado. Los que saben, desde hace tiempo,
por dónde pasan "los negocios". Los que un día van colgados de una
boleta y mañana de otra para no perder su lugar de privilegio. Los
tienen todos los partidos, pero el peronismo es el que cuenta con más. Y
no sería una exageración decir que muchos de los dirigentes que se
dicen peronistas forman una corporación exclusiva dentro de la propia
corporación política".
Fuente
jueves, 20 de diciembre de 2012
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