Por Juan Pablo Escudero
"Escribo en primera persona y desde la mezcla más absurda de contradicción interna, marcada por una impotencia brotada de tanto desentendimiento. Durante mi corta militancia, he defendido contra todos y todas las movilizaciones de los pueblos, porque entiendo que ahí, juntos, organizados, unidos construyen su propia historia, se vuelven fuente de política y derecho.
Hoy que la realidad me enfrenta a una construcción distinta decidí indagarme para no negarme ciegamente a lo simple: ¡¿HAMBRE O DESESTABILIZACION?!
Rápidamente, se me viene a la mente lo que me motivó a elegir mi futuro, la gran impotencia del 19 y 20 de diciembre de 2001, hace ya 11 años atrás, e inmediatamente pienso: ¿por qué hoy? ¿Por qué la gente salió anoche? ¿Es casualidad que todo surja en la misma fecha? Por mi edad, y en política, ya no se me permite creer en la casualidad y he caído en la comprensión de que se han burlado de las fechas más fatídicas de la historia argentina. Tengo presente por esos días cómo la prensa francesa hablaba de la Yugoslavia argentina, de cómo había desaparecido como país y de lo que surgiría sería un no sé qué.
Qué tiene Bariloche para que comience a manifestarse allá esta suerte de movilización colectiva de la sociedad. Y allí no puedo dudar de que Bariloche es el reflejo más cruel de la bipolaridad económica que alimentó a este país bajo el fatídico Consenso de Washington. Es en ese lugar donde se manifiestan más sanamente las diferencias de clase entre una Bariloche de egresado, de boliche, de pudientes y una Bariloche de hambre, exclusión y olvido. Justo allí donde se esconde todo lo que no se deja ver en las sociedad, muy cerquita de la urbe rica, pero lo sufrientemente arriba de los cerros como para que no se vea.
Y si Bariloche tiene las condiciones intrínsecas para convertirse en un estallido social, ¿por qué dudar de que esto sea genuino? Me propuse indagar y así lo haré: si el pueblo tiene hambre, exclusión, pobreza, ¿por qué encapucharse? ¿Por qué entrar, romper, robar y huir? No caeré en la obviedad de pensar en lo que robaron, porque uno cuando no tiene desea todo lo que este mundo consumista nos propone y nos obliga como criterio de felicidad. Sin embargo, es en este momento cuando más asco siento al pensar que es la utilización política más repugnante de la pobreza. Por dos motivos: el primero, por la cercanía con la que se da el golpe en relación a los asentamientos/barrios "pobres" de Bariloche, y en segundo lugar porque se abrieron las puertas, se penetró la defensa y se huyó para que esa necesidad que está, que convive con la resignación de esa gente aflore y salgan enceguecidos a conseguir la igualdad que este modelo de mercado les ha negado por tanto tiempo.
Y esto me permite seguir explicando el resto de los lugares donde se produjeron.
Tengo presente en mi mente, como campanas que resuenan al lado del dolor y la injusticia, las palabras entrecruzadas y de un escaso español de aquel comerciante oriental que en el 2001 había perdido todo y protagonizó sin saberlo uno de los emblemas de aquel fatídico período llorando e implorando frente a las cámaras, mientras veía desaparecer sus sueños inmigrantes en las tierras argentinas. Y esto me explica el por qué de los súper chinos, era una constante en esta tarde tratar de entender por qué a estos supermercados y no a otros emblemas del hambre como el McDonald's, por ejemplo.
Tengo que sumar también a este sin fin de casualidades que se haya elegido el Carrefour, que también para los desmemoriados fue emblema de los saqueos más feroces de aquellos fatídicos 19 y 20 de diciembre. Sin dudas que en estas casualidades hay demasiados lugares y fechas emblemáticas como para que pueda creerse en algo espontáneo.
En conclusión: siento en primer lugar el dolor de ver que mentes inescrupulosas han logrado enfrentar pobres contra pobres nuevamente, porque lo que quedó después de estos sinvergüenzas, que -ahora lo digo con todas las letras- robaron y huyeron, es el pueblo, el que erróneamente no logró controlar su impulso y formó parte de la utilización más atroz de la pobreza en el mundo. Tengo también una gota de esperanza al ver gente que sólo miraba, que no vio la puerta abierta de un negocio y sin medir palabras corrió a sacar, simplemente algo. Hablé de lugares emblemáticos y cuando digo de peleas de pobres contra pobres quizás este recuerdo esclarezca algo de todo esto: la imagen del 19 y 20 fue la plaza de aquel 2001 con una brutal represión, en los barrios porteños, foto olvidada hoy en día, la gente se armaba en sus casas, en los asentamientos, que yo por esta extraña y rara capacidad de creer en la esperanza y el amor, llamo hogares, porque se corría la bola de que los de otros asentamientos venían por sus nadas, sí, por sus nadas, por la poca nada que tenían para que les saquearan. Hoy se enfrentan con otros que resisten, que son mucho más pobres pero por su pasado y es la fuerza policial, que debe defender como suyo y a costa de sus vidas patrimonio privado. No tengo dudas de que hoy se buscó caos, y por sobre todo represión, se incitó a la represión descaradamente, sin escrúpulos. Fuimos una vez más enfrentados entre nosotros por porciones de poder, minuciosamente preparado, en un trabajo extraordinario de quien lo haya hecho por cómo se eligieron los lugares, las fechas y las formas. Lograron correr el miedo porque cae la noche y con ello los recuerdos, pero no tomaron en consideración que hoy somos "algo" más maduros.
Dos cosas quiero destacar antes de terminar. En primer lugar, la extraña protección que brindaron los medios a esto que bien podría haber sido una campaña mayor, sin titulares como los de robos organizados que hubieran generado un caos y esa sensación de anarquía que pensaron los gestores de este brillante intento.
Y por último, la risueña conferencia de prensa que celebraron las líderes sindicales, en las que se animaron a amenazar para defenderse de algo que nadie aún pudo probar. Es muy triste ver a PABLO MICHELI al lado de tanta gente que no merece mis respetos.
En fin; hoy me duele este intento y por sobre todo me duele que debo contar dos muertos más, dos personas que han perdido su vida, dos desconocidos para mí que pasan a engrosar la triste cuenta de la madurez democrática y el cementerio de la pobreza".
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