Como sucedió con premios a Chávez y Hebe, las voces que se excitan con premios a los Vargas Llosa salen escandalizadas cuando el reconocimiento viene a darse a figuras indiscutidas de la cultura popular argentina pero que tienen el sello estigmatizante de zurdos y pro-K.
El grito se escucha como una monja intocada que es intentada ser violada por el monstruo asesino de las purezas de la República que, sin embargo, fueran abusadas y recortadas durante la época de las desapariciones y la instalación del modelo socioeconómico que tanto cuesta mitigar por estos días... En esos días, el diario La Voz del Interior (propiedad de Clarín -¿de quién más?-) no levantó ni su voz ni se regodeó con voces de otros, quizás compañeros de época de un Juan Gelman. Pero ahora sí utiliza a estos para confrontarlos con éste.
Este jueves, la Univesridad Nacional de Córdoba distingue al poeta con el premio Universitario de Cultura 400 años. Gelman es una de las plumas más distinguidas del mundo de habla hispana y respetado periodista.
En la resolución firmada por la rectora Carolina Scotto se explica que el premio (entregado antes a Miguel Ángel Estrella) se entrega ahora a Gelman por ser “considerado uno de los grandes poetas contemporáneos latinoamericanos, cuya obra está enmarcada por un fuerte compromiso social y político y su vida, por la defensa de los derechos humanos”.
La resolución considera también que la obra de Gelman “delata una ambiciosa búsqueda de un lenguaje trascendente, ya sea a través del realismo crítico y el intimismo cuanto con la apertura hacia otras modalidades” y que “tanto la obra de Juan Gelman como su vida constituyen un aporte fundamental a la cultura latinoamericana en pos de la construcción de una ciudadanía democrática y una sociedad más justa”.
A pesar de estos sólidos argumentos, el filósofo y también poeta Oscar del Barco rechaza el premio a Gelman porque éste apoya a Fidel Castro. ¿Se puede ser tan macartista?
"No se trata aquí de discutir el innegable valor de su poesía sino de señalar la contradicción implícita en el hecho de que nuestra universidad, que vive plenamente una democracia por la que ha luchado históricamente y a la que construye día a día, otorgue un premio de honor a un hombre que, como Gelman, fue y es notoriamente partidario de la dictadura existente en Cuba, gobernada desde hace más de 50 años por un dictador como Fidel Castro, quien instauró un régimen de represión política, de persecución cultural y de discriminación sexual".
Para completarla, del Barco recurre a la Teoría de los Dos Demonios para seguir estigmatizando: "Gelman participó en cargos de responsabilidad de un movimiento político-militar (Montoneros) que asesinó a sindicalistas, políticos, policías e incluso a miembros de la propia organización acusados de indisciplina".
De Barco termina su rechazo con una ilusoria aclaración, de esos que cobardemente marcartean a un colega pero aclaran que no son funcionales a los opositores de la democratización verdadera de las voces, las personas y las ideas (aunque lo sean): "Esta crítica a un premio que contradice el fundamento democrático de la propia universidad actual, a la que pertenezco y en la que participo, no puede ser utilizado en contra de la misma ni para descalificar las acciones del gobierno de nuestro país".
La rectora de la UNC tuvo que salir a decir lo obvio: "La militancia de Juan Gelman muestra desde el regreso de la democracia un compromiso con la democracia argentina y con la defensa de los derechos humanos que puede interpretarse como que cambia sus propias convicciones y su manera de ver la política en la década de los 70".
Mientras, La Voz escribe "ex montonero", como si en ese antecedente condensara un rechazo unánime, unívoco. ¿Cómo un ex montonero puede ser premiado por una casa de altos estudios en la Docta que jamás tuvo que limpiarse de semejantes afrentas?
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