Abraham, pulcrista: "Desde que Néstor Kirchner inauguró el Museo de la Memoria en el año 2004, comenzó el proceso de olvido y manipulación de la historia y la neutralización del rol crucial de las organizaciones de derechos humanos como instancia de contrapoder y de salvaguarda de las garantías del presente y del futuro de los argentinos, no sólo del pasado. Hoy funcionan como oficinas de propaganda del Gobierno. Muchas otras madres y padres del dolor hubo y hay en la Argentina, que han perdido hijos secuestrados, matados, y que actúan fuera del poder y, a veces, frente a su indiferencia. Hasta se ha llegado a hablar de derechos humanos de izquierda y otros de derecha. No se trata de aprovecharse de una situación como la generada por el caso Schoklender para desmerecer la acción de todas las organizaciones de derechos humanos o para volver atrás en los juicios de crímenes de lesa humanidad, sino de volver a las fuentes, al rol histórico de los derechos humanos como contrapoder de la maquinaria estatal".
Lejtman, dicotómico: "Si Oyarbide asume como magistrado en lugar de ser una pieza táctica del gobierno, no tiene otro camino que rechazar la estrategia jurídica de Hebe de Bonafini y considerar que la titular de la fundación Sueños Compartidos tiene responsabilidad en las conductas delictivas que le imputan a Schoklender y sus socios.
La distinción procesal de Oyarbide tiene que ser certera: si se prueba, con Schoklender hay dolo, mientras que con Hebe Bonafini, en cambio, habría una supuesta negligencia causada por su inexperiencia, vejez y la estima que tenía sobre un inescrupuloso que ya mató. La intención fija el delito, y obvio, no borra la trayectoria que tuvieron todos los presuntos implicados en los últimos cuarenta años de historia argentina.
El camino contrario, afectará a los organismos de derechos humanos y a la democracia. Cuando Hebe de Bonafini giraba en la Plaza de Mayo no tenía protección oficial, ni la entrada franca a la Casa Rosada. Ahora, esa protección puede atentar contra la memoria colectiva, porque los derrotados apelaran a la analogía para reivindicar un pasado plagado de tortura, violaciones y muerte. Si los escuderos de la dictadura alegan que la causa Shocklender es una evidencia contra las Madres, retrocedemos un paso en la puja por escribir la historia según lo sucedido y no acorde al relato de los más poderosos.
Una Ferrari, dos aviones, una lancha, una agencia de viajes y de cambio, decenas de departamentos en Argentina y Uruguay, cuentas en el exterior y un puñado de lotes en un country no pueden atentar contra miles de vueltas a la Plaza de Mayo y cientos de expedientes abiertos para alumbrar la masacre de la última dictadura militar. No hay dialéctica posible: es el delito versus la historia colectiva".
Y por supuesto, en las páginas del Instrumento, que no se resigna a que el caso no pueda volver a su tapa ¡¡¡este fin de semana!!!
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