Jacquelin: "Todos miran a Ricardo Lorenzetti. El problema es que muchos creen ver en
el titular del máximo tribunal menos interés en parecerse al Papa que
en ser visto como el nuevo Vélez Sarsfield, que refundó el derecho civil
y comercial en la Argentina. Y él sabe que hacerse cargo de la
"mediación" lo convertirá en el chivo expiatorio del relato oficial si
no le concede al Gobierno todos los objetivos de máxima que los halcones
reclaman o, en caso contrario, en el claudicante magistrado que se
rindió al poder político en busca del bronce. Un destino demasiado poco
atractivo para cualquiera que tenga en alta estima su propia
inteligencia y su nombre".
Morales Solá: "La reelección del presidente de la Corte no está impedida por ninguna
ley o reglamento. No puede compararse esa reelección con la reelección
presidencial, como han deslizado voceros oficialistas. El presidente de
la Corte tiene el poder de un solo voto, como el resto de los jueces, y
carece de facultad para desempatar. Su papel es, sobre todo, de
representación política de la Corte y de algunas, limitadas,
responsabilidades administrativas. ¿Qué tienen que ver esas acotadas
funciones con el enorme poder del titular del Poder Ejecutivo? Nada".
Nelson Castro: "“El 7D no debe pasar nada”, señala una voz que conoce el pensamiento
mayoritario que anida en el seno de la Corte Suprema. La Presidenta
tiene la misma información, por lo que presa del enojo viene zamarreando
al ministro de Justicia, Julio Alak, a fin de obligarlo a desplegar
toda la artillería de medidas con que en estos días el Gobierno busca
avasallar al Poder Judicial. La reelección de Ricardo Lorenzetti
–circunstancia que él mismo trató de evitar y no pudo debido a que
ninguno de sus colegas quiso ocupar su cargo– disgustó al Gobierno. Ante
ello, hay decisión en el pináculo del poder de esmerilar la figura del
presidente de la Corte".
Mientras, Pepito atiende a Zaffaroni: "Ya despreocupado totalmente de lo que se diga o piense de él, el
integrante de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni, no se preocupa
por ocultar su condición, o al menos matizarla. Él simpatiza
abiertamente con fuerzas y caudillos que se mueven en el turbulento
espacio de los “movimientos sociales” informales. Esta semana le envió
su calurosa adhesión y simpatía a Milagro Sala, cacique del disciplinado
encuadramiento llamado Túpac Amaru: “Felicitaciones Milagro,
felicitaciones compañeras y compañeros, a continuar trabajando por más
para realizar lo imposible. Un fuerte abrazo y ¡a seguir caminando!”, le
dijo. Como se ve, Zaffaroni no considera que un juez de la Corte deba
manejarse de manera prudente, austera y desapasionada, al margen del
vendaval de las luchas ideológicas. Aunque hace ya tres años que dice
querer irse de la Corte, no sólo se sigue quedando, sino que cada semana
se exhibe más alineado en un ostensible atrincheramiento de
radicalización sectaria".
domingo, 21 de octubre de 2012
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