Verón: "Allí estuvieron los dos cuerpos presidenciables con sus gestos, sus
dudas, sus cambios de humor, sus movimientos evasivos, sus miradas
furtivas, mostrándose ante los ciudadanos que los van a votar y ante el
resto del mundo. Una simbiosis eufórica, una suerte de fusión exaltada
entre la clase política en su conjunto y la televisión privada
independiente. En suma: la figura misma del infierno para un
kirchnerista. Y que el candidato opositor pueda decirle al señor
presidente (y viceversa), en vivo y ante 65 millones de televidentes,
que está mintiendo… no sé, me produce una sensación de bienestar".
Caputo: "El martes, los señores Barack Obama y Mitt Romney tuvieron su segundo
debate. El presidente recogió la experiencia del primer encuentro. Esta
vez estuvo claro y fuerte mostrando las contradicciones (eufemismo por
mentiras) de su contrincante. En todo caso, en el marco de lo que
estamos hablando, fue llamativa la calidad del debate y la información
que ambos manejaban.
Los candidatos detallaron sus objetivos en materia de crecimiento,
empleo, energía, finanzas públicas y seguridad social. Sobre todo,
expusieron cómo pretenden alcanzarlos. Así, la cuestión impositiva
–quiénes pagarán los costos de las reformas– estuvo, nuevamente, en el
centro del debate.
No me imagino a ninguno de los presidentes(as) que nos gobernaron
durante los últimos veinte años manteniendo una discusión de esa
calidad. Ni Carlos Menem, ni Fernando de la Rúa, Néstor Kirchner o
Cristina Kirchner podrían sostener un debate de esa naturaleza. Por eso,
a diferencia de lo que hacen nuestros países vecinos, nunca se
hicieron".
Sin embargo...
Amy Goodman: "Probablemente hayan notado que la candidata presidencial por el
Partido Verde, la Dra. Jill Stein, no participó en el debate
presidencial “abierto”, con participación del público, en la Universidad
de Hofstra, Long Island, el martes por la noche. Stein estaba
encadenada a una silla en una estación de policía cercana, en Nueva
York, junto a su compañera de fórmula, la candidata a la vicepresidencia
Cheri Honkala. Su delito fue haber intentado ingresar a la Universidad
para que Stein pudiera participar en el debate.
Entrevisté a Stein al día siguiente de haber sido arrestada
(casualmente fue liberada poco después de finalizado el debate). Me
dijo: “La policía afirmó que simplemente estaban haciendo su trabajo. Yo
les respondí 'Esto se trata del trabajo de todos, de si podemos pagar
el seguro de salud, si los estudiantes podrán pagar sus préstamos'. Hay
asuntos fundamentales que no han sido incluidos en el debate”. Y agregó:
“Se estima que noventa millones de ciudadanos no votarán como forma de
expresar que no se sienten representados ni por Barack Obama ni por Mitt
Romney. Es el doble de las personas que se prevé que los votarán”.
Los debates están
fuertemente controlados por la Comisión de Debates Presidenciales (CPD,
por sus siglas en inglés) que, entre otras cosas, excluye a los
candidatos que representan a fuerzas políticas distintas del Partido
Demócrata o el Republicano. George Farah es fundador y director
ejecutivo de Open Debates y autor del libro “No hay debate: cómo el
partido demócrata y el republicano controlan en secreto los debates
presidenciales” (No Debate: How Republican and Democratic Parties
Secretly Control the Presidential Debates). El día del debate en
Hofstra, Farah me contó cómo la bipartidista CPD
obtuvo el control de los debates que antiguamente estaban a cargo de la
Liga de Mujeres Votantes, que no tiene ninguna filiación partidaria:
“Los partidos demócrata y republicano crearon una empresa privada
denominada Comisión de Debates Presidenciales, que asumió el control de
los debates presidenciales debido a que la Liga era independiente y
porque esta organización de mujeres tenía el valor de hacerle frente a
los candidatos de los principales partidos”.
El “memorando de entendimiento”, de 21 páginas, incluye
una referencia a los requisitos que tienen que cumplir los candidatos
para participar en el debate. La Comisión de Debates exige que el
candidato tenga el apoyo de “al menos un 15% del electorado nacional,
sobre la base de datos proporcionados por cinco consultoras de opinión
pública de alcance nacional, previamente determinadas”. Se trata de un
círculo vicioso, ya que para poder debatir es preciso tener amplio apoyo
y para poder ganar el apoyo público, los candidatos que no tienen
grandes fondos para financiar su campaña necesitan el acceso que brindan
los debates televisivos. De modo que los demócratas y los republicanos
controlan los debates y limitan el acceso de la población a opiniones
alternativas".
Más sobre el tilingo
domingo, 21 de octubre de 2012
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