La Voz: "El miércoles al atardecer, en la Casa Rosada tuvo lugar una
conferencia de prensa derivada del anuncio presidencial sobre el llamado
“gasoducto manisero”, en el sur de Córdoba, que derivó en polémica.
En la conferencia Cristina Fernández primero expuso sobre el tema arriba de una tarima, desde la que no aceptó preguntas.
Luego, en una rueda con periodistas de las localidades para las que está proyectado el gasoducto, respondió preguntas.
Hace un mes, en su conferencia en la Universidad de Georgetown, Estados
Unidos, la Presidenta había afirmado: “Hablar, hablo todo los días.
Habló muchísimo cuando voy a actos, me hacen entrevistas”, dijo,
sorprendiendo al menos a una porción de la población que no está
acostumbrada a verla responder. Sus declaraciones de anteayer parecen
mostrar que, ahora, la estrategia oficial es llevar a la Casa Rosada a
los periodistas que normalmente la abordan en esos actos, para que toda
la población vea que da conferencias de prensa".
Clarín: "Timerman respondió evasivamente una pregunta y se retiró.
Eso es lo que el Gobierno entiende por “conferencia de prensa”. Un discurso, un comunicado, una arenga. Y punto. Cuando llega el
momento de las preguntas, se acabó la reunión. Si Timerman hubiera sido
un periodista de verdad sabría que ese mecanismo es precisamente lo contrario a lo que debería ser: un funcionario que informa sobre este hecho gravísimo como es el
embargo del buque escuela, con toda la tripulación, decide que lo único
que debe decir como ministro de Relaciones Exteriores es una expresión
de deseos. No permite las preguntas y quien no las permite es porque
teme por sus respuestas. O porque no las tiene.
Timerman, al final, siguió el ejemplo de Cristina. La Presidenta también
se dedicó a enseñar lo que deben hacer los periodistas: reproducir mansamente lo que los funcionarios dicen, sin que se pueda preguntar nada importante".
Mientras tanto, la cuestión es tratar de descalificar a los que no les responden sindicándolos como no independientes ("K". Venturita hace su aporte diario desde La Nación al respecto) y de conformarse con lo poco que le queda de las pocas fuerzas que todavía deciden incinerarse con sus consignas y operaciones, como escribe Blanck: "Aún con sus carencias a cuestas, la oposición se las ingenió para dar
algunas buenas batallas. Bloquearon la postulación de Daniel Reposo como
Procurador General, desplegaron una movida fuerte contra el proyecto de
re-reelección, reaccionaron de modo compacto en defensa de Leandro
Despouy en la Auditoría y lo mismo hicieron para respaldar a los
miembros de la Magistratura que resisten el avance oficialista sobre la
Justicia". Para luego pedir por enésima vez (y contra todos los resultados del 2009 a la vista) la unión en un nuevo Grupo A propio, aunque la amarga experiencia de Capriles lo descorazone más que al propio La Nata.
Mientras, el tiempo corre...
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