El argumento de un institucionalismo radical es típico de la derecha. Las instituciones nunca son neutrales, son la cristalización de la relación de fuerzas entre dos grupos y cualquiera que intente romper con esa relación de fuerzas iniciando un proyecto más radical va a chocar con el orden institucional vigente. Esto no significa que haya que pasar a un radical “antiinstitucionalismo”, de lo que se trata es de pasar a nuevas formas institucionales por las cuales las nuevas fuerzas intervinientes comienzan a expresarse. Eso me parece que está ocurriendo en Argentina. No hay el menor esfuerzo por parte del Gobierno por romper las normas institucionales vigentes pero sí hay, y eso lo considero positivo, un esfuerzo por crear una institucionalidad de tipo nuevo.
Sin una cierta confrontación, ningún sistema político democrático es viable. Uno de los problemas mayores que muestra la democracia europea es que hay por un lado un consenso entre la socialdemocracia y el liberalismo que representa un statu quo invulnerable. Entonces la gente empieza a sentirse no representada por el sistema de alternativa que el gobierno expresa. Cuando eso ocurre, el sistema político funciona mal porque si en el momento de las elecciones la gente no se ve confrontada con alternativas reales, hay indiferencia".
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"En Francia, donde había antes una cultura política y geopolítica muy grande, con interés por América del Sur, por lazos culturales y por abuelos comunes, hoy ya casi no hay nada. Es por la demonización de las revoluciones ciudadanas de América del Sur. Para que se callen los pueblos de Europa hay que convencerlos de que nada bueno puede suceder en otros sitios del mundo. Chávez es un diablo. Kirchner también. Poco menos que cubanos disimulados. Entonces la ignorancia es total sobre los programas y las realidades. Los franceses no sabemos qué ocurre con las modernizaciones que suceden en la Argentina.
Creo que el control estatal del petróleo fue una de las pocas veces en los últimos cinco años por las que salió una noticia argentina en la prensa francesa. Otra, tal vez, la solidaridad con los pobres y miserables campesinos del 2008 que no querían pagar derechos para exportar su soja... Nada sobre matrimonio igualitario, nada sobre la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, que ustedes hicieron y es lo que pedimos nosotros para el Banco Central Europeo, nada sobre el veneno que significa la jubilación por capitalización privada y cómo la Argentina terminó con eso. Ustedes no saben hasta qué punto esas cosas que hicieron son adelantos en el mundo de hoy.
Lamentablemente hay que sacar la conclusión de que socialdemocracia en serio se acabó, como antes se había acabado el comunismo de Estado. El primer ministro griego, Giorgos Papandreu, fue presidente de la Internacional Socialista. Cuando los mercados financieros asaltaron a Grecia no resistió ni una hora. Lo mismo hizo José Luis Rodríguez Zapatero en España. Hoy pagamos que ninguno haya resistido. Con resistencia no habría habido esta ola de especulación que incluso llegará a Alemania, aunque se crea intocable. Es un tigre de papel. La población envejeció y cada vez hay menos niños".
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"Para mí fue muy importante y es una suerte de estar en este momento, en este lugar, con esta Presidenta y sobre este tema (ley de Medios). Es un evento no solamente argentino, no solamente latinoamericano, implica también a la izquierda y tiene una significación mundial. Porque el caso argentino no es tan raro. De dos maneras. Primero, que haya un contrapoder con la prensa, que es un tema que cuando queremos reformarlo tenemos que manejarlo con mucha delicadeza, porque tiene que ver con la libertad de pensar y de expresarse. Eso necesita un trato fino y respetuoso del Estado de Derecho, como lo hicieron aquí los argentinos. Por otro lado, que una ley haya estado bloqueada tres años es una cosa increíble. Yo no sé si hay otro país en el cual se haya producido un proceso judicial de tanta amplitud. Y después, yendo al fondo del tema, el caso expresa un debate que se está dando en toda América Latina. Porque, por primera vez desde el final del supuesto campo socialista, es la primera vez que ocurre en el mundo la aparición de una ola nueva de revoluciones democráticas. Lo que se confronta hoy en día son dos visiones del mundo radicalmente opuestas. Es por eso que aquí, en América del Sur, el tema de la confrontación entre los medios de comunicación, enlazados con el sistema, y los poderes políticos es tan grande. Es muy grande y violento. En Venezuela, es casi increíble. En Bolivia, lo que he leído en los diarios cuando estuve allí me dejo estupefacto. En la tapa de un diario se decía que "el mono pasa", en alusión al presidente de la república. Es increíble el nivel de violencia verbal. Esa violencia, que proviene de las oposiciones políticas, ni siquiera tiene en cuenta el respeto a la persona, a la dignidad. Eso no se ve hoy en Europa. Pero estoy seguro que va a ocurrir también en Europa. Cuando surjan poderes políticos similares a los de América Latina, que expresen esa ola democrática, vamos a ser tratados con la misma violencia. ¡La misma!".
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"Todo proceso, toda voluntad política, se constituye en el interior de la representación. Lo que esto implica lo podemos ver quizás en dos formas extremas y antitéticas también de la eliminación de lo político. La primera es la que encontramos en Hobbes. Hobbes dice: “Porque la sociedad civil es incapaz de darse ninguna forma, sólo la transferencia total de las decisiones comunitarias a un poder político que se subordina a la comunidad es capaz de asegurar el orden social”. O sea que el momento de la mediación política es totalmente eliminado. Pero también en Marx encontramos, por razones antitéticas, exactamente lo mismo. Para él, en una sociedad comunista va a haber una voluntad colectiva absolutamente homogénea y va a ser totalmente innecesaria la mediación política. La extinción del Estado es la fórmula que Marx daba a este tipo de argumentación.
Cuando pasamos a Gramsci, vemos que la relación representativa comienza a emerger; ya no se trata de la extinción del Estado, como en Marx, pero tampoco de transferir el momento de la universalidad al Estado como género, sino de un proceso que llamó hegemonía a través de la cual se constituía lo que él llamaba un Estado integral.
La defensa del institucionalismo en nuestras sociedades frente al momento del populismo es simplemente una defensa de statu quo frente a un proyecto de cambio.
En América latina, por razones muy precisas, los Parlamentos han sido siempre las instituciones a través de las cuales el poder conservador se reconstituía, mientras que muchas veces un Poder Ejecutivo que apela directamente a las masas frente a un mecanismo institucional que tiende a impedir procesos de la voluntad popular es mucho más democrático y representativo. Eso es lo que se está dando en América latina de una manera visible hoy día. O sea que detrás de toda la cháchara a cerca de la defensa del constitucionalismo, de lo que se está hablando es de mantener el poder conservador y de revertir los procesos de cambios que se están dando en nuestras sociedades".
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