De esos jóvenes que quieren votar desde los 16

Se llama Iñaki Frías y es militante de la agrupación política La Jauretche (con perdón de los epítetos, Laurita Alonso. Anoche con el Gasto Sylvestre, impugnaba a Sabbatella al frente del AFSCA por ser militante; "no, ético", se le llegó a escapar a la onegeísta macrista).
Iñaki expuso su punto de vista y el de su agrupación en la audiencia pública que se llevó a cabo ayer en el Concejo Deliberante de Río Cuarto con respecto a darle la opción a los jóvenes para votar desde los 16 años (de la cual participaron más de 40 expositores. La gran mayoría se expresó a favor de la iniciativa).

"Antes que nada quiero decirles a los jóvenes de la juventud radical, que hablaron antes que yo y que expresaron disconformidad con esta ley debido a que antes deben atenderse otros derechos juveniles. Les quiero decir que coincido con que faltan derechos, pero si no empezamos ahora por esta ampliación de derechos, cuándo vamos a comenzar, hay que dejar de criticar y construir más desde el lugar donde se está.
El voto no es sólo una instancia electoral o un mero deber ciudadano; el voto es un conjunto de ideas, de convicciones que los ciudadanos realizan con total libertad para decidir qué país es más constructivo para todos los argentinos. Hoy, nuevamente la democracia de nuestro país nos abre las puertas para transformar jóvenes habitantes en ciudadanos partícipes de la realidad; nos da la oportunidad de encontrarnos con personas que no sólo colocarán un sobre en la urna, sino con personas reflexivas, participativas y comprometidas con la Argentina.
Esto ya no trata de una ley impulsada con un trasfondo político-partidario, esto es una ampliación a nuestros derechos, un reconocimiento formal en el campo político a esta juventud que ha mostrado en los últimos años un interés, compromiso y formación política y socialmente notable.
Hablando desde mi persona, no tengo 18 años, y no creo que en unos meses cuando los tenga mi mente cobre una mágica iluminación y suponga la madurez que supuestamente se debe tener para emitir el voto; me siento capaz de poder elegir y sufragar, y veo en la mayoría de mis pares una capacidad innata de discusión política. Soy un convencido de que esta ley nos hace avanzar como sociedad, nos abre nuevos caminos para ser un país cada vez mejor, pero a veces me dejo llevar y me olvido que todavía hay personas a los que les molesta la participación juvenil, a los que se asustan al ver tal compromiso en las masas jóvenes; me olvido que todavía hay personas que tienen los mismos argumentos paupérrimos (desde mi punto de vista) que se han tenido, como por ejemplo a la hora de debatir el voto universal, el voto  femenino, o en la misma ley Sáenz Peña. Pero estamos atravesando tal vez el proceso histórico social más importante de los últimos años, en el cual las mentes que se cultivan día a día inevitablemente tienen la obligación de desbaratar las viejas políticas retrógradas que tantos años han gobernado el país y nos han hecho retroceder en el tiempo. Es por esto que la participación juvenil se impone y se hace cada vez más importante en el armado de la Argentina, es evidente que la política ha pasado a tener el significado que había perdido y es así como los adolescentes lo han entendido, como la herramienta capaz de lograr la justicia social, la herramienta en donde se generan los grandes cambios; ha dejado de ser una mala palabra como lo fue durante años en que se había instaurado el pensamiento de que “todos los políticos son corruptos”. En estos tiempos, se ha vuelto a creer en la política, y es esta ley una confirmación de ello.
Los habitantes de entre 16 y 18 años representan tan sólo el 4% del padrón electoral, o sea que sería muy difícil que este sector etario favorezca a un partido político en particular, no movería el amperímetro electoral. Analizando este dato, un compañero me planteó lo siguiente: si nuestro voto no es número significativo, ¿para qué debemos votar? Ahí fue cuando me planteé eso y comprendí  que la participación en la política no se reduce tan sólo al acto lectivo, sino que supone una construcción de una vida política, implica tener cierta racionalidad a la hora de votar, y luego tener un compromiso con la opción elegida. Más allá que sea una sola persona la que vote, ya la ampliación de derechos se está cumpliendo y el avance del país también.
Hay que reconocer también que no todos los jóvenes se siente capacitados para ir a votar, o simplemente no les interesa, por eso que apoyo la parte que hace el voto optativo. Los que se crean capacitados para ir y emitir su voto lo podrán hacer y quienes no, no lo harán.
El hecho de votar para los jóvenes implica un alto grado de dignificación, desde mi punto de vista es más dignificante para mi persona que mi opinión cobre valor a que me entreguen un carnet para poder viajar gratis, donde eso fue un motivo de lucha en 1976 que se cobró la vida de los recordados estudiantes de La Noche de los Lápices, que tenían el sueño de construir desde abajo y hoy a ese sueño lo usan como propaganda política.
Muchas veces se cree que la ley es el punto de llegada, o sea lo último que se toma, pero es un concepto muy erróneo ya que la ley es tan sólo el punto de partida; primero se hace la historia, la ley y luego la historia que desenlazará la correcta sanción o no de esta ley. Me refiero a que la ley es un punto de partida porque si se sanciona es ahí cuando se comienza a afirmar y trabajarla, ya que se verán obligadas las instituciones escolares a profundizar la democracia, debatiendo las currículas y  formando centros de estudiantes.
Para darle un cierre a mi opinión y dejar la palabra de los demás quiero decir que desde la agrupación en donde milito, La Jauretche, y desde el centro de estudiantes del San Juan de la Cruz apoyamos este proyecto de ampliar nuestros derechos, nos comprometemos a profundizarlo porque nos creemos capaces de participar activamente en la vida política y nos da otra razón para seguir militando con total alegría y construyendo con amor Nuestra Argentina.
Muchas Gracias".
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