"En América Latina hubo una sedimentación teórica de los distintos
proyectos ilustrados y emancipatorios pero sin su carga eurocéntrica,
universitaria y metafísica. No veo otro continente donde haya sucedido
algo semejante. América Latina está en condiciones de experimentar la
democracia más allá de su molde liberal, donde las cuestiones referidas a
la justicia, la igualdad y la soberanía han sido reprimidas por el
consenso que se soporta en la red de consumidores-ciudadanos-usuarios y
que ahora empieza a crujir con fuerza en todos sus cimientos. Esta zona,
paradójicamente, puede dar lugar a nuevos modos de pensar lo
“universal”, otras maneras de pensar el trayecto moderno en la época de
la técnica.
La novedad latinoamericana consiste en demostrar que se puede intervenir
en lo real del espacio socio-simbólico manteniéndonos en los limites
del horizonte democrático. Llevar un proceso de transformación histórico
de la estructura de una Nación y un continente, poniéndolo a prueba en
procesos electorales que siempre se pueden perder, es lo que algunos
amigos europeos no pueden pensar porque no quieren, prefieren mantener
incontaminado su espacio teórico aunque éste se mantenga estrictamente
en el plano universitario. Pero si se sale de ese espacio, si las
estructuras bajan a la calle, entonces hay que ver qué es lo que pasa.
Es evidente que en Europa se ha consumado la brecha entre lo que Lacan
llamaba el discurso capitalista; Heidegger, “las estructuras de
emplazamiento de la técnica”, y los pensadores franceses e italianos,
dispositivos biopolíticos. La experiencia de la política ha sido
reemplazada por el juego de las opiniones. Se trata de un paradigma
“consensualista” que nunca afecta en su ejercicio a las reglas del
capital. Este paradigma funcionaba bien mientras se podía sostener el
Estado de Bienestar, que mantenía la cohesión social. Pero ahora la
fractura se ha manifestado en toda su verdad, y queda por ver quiénes se
harán cargo de esa verdad. Espero que las nuevas experiencias
militantes y los nuevos partidos de izquierda puedan hacer algo: si no,
sería entregar la gestión de esa fractura al nuevo fascismo de los
expertos, la administración y las agencias de calificación.
Lacan me enseñó a pensar la historia, no solo bajo las formas del par
“posible-necesario”, que siempre encierra un sentido ya escrito (de la
historia), sino también a tener en cuenta el eje
“imposible-contingente”. Es interesante pensar que algo que no era
posible que sucediera ha suspendido, de modo contingente, su
imposibilidad y ha sucedido, sin que se pueda fundamentar de un modo
totalizante el acontecimiento".
Fuente
miércoles, 31 de octubre de 2012
Alemán: "América Latina está en condiciones de experimentar la democracia más allá de su molde liberal"
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