Saenz Quesada: "Hay miedo de que el 54% obtenido por el Gobierno en las elecciones resulte aval suficiente para ir por todo. El discurso presidencial, habitualmente en busca de nuevos enemigos, da pie a estos temores. Frente a tal situación, muchos dijeron no".
Lanata: "Ante una oposición inexistente, los que protestaron no tienen una línea unívoca en el reclamo, no los unifica un programa o un lobby sino que son los que quedaron del otro lado de la grieta . Es comprensible que el Gobierno esté habituado a las marchas unidas por los planes sociales o el clientelismo: hacen desde siempre política en base a la urgencia ajena. Les cuesta entender grupos de gente distinta que están unidas por un estado de ánimo común: sienten que tienen derecho a ser ciudadanos completos, a ser tomados en cuenta".
Romero: "Seguramente, hubo motivos pequeños o mezquinos. Pero todos expresaron una insatisfacción con el Gobierno y con su política actual. Casi una señal automovilística: "Detenerse"".
Fontevecchia: "Aunque quienes protestaron la noche del jueves fueran exclusivamente de clase media hacia arriba, no se podría desconocer que las redes sociales y los celulares permiten la emergencia de un nuevo sujeto político que, aun siendo el mismo de siempre, al hacerse visible se hace otro. Salvando las muy gigantescas distancias, la bien mayoritaria clase obrera existía antes del 17 de octubre de 1945, pero al hacerse visible se convirtió en un actor político de otra relevancia".
Laborda: "Una mayoría de los ciudadanos que ayer se movilizó no votó a Cristina Kirchner en octubre del año pasado ni es optimista sobre la posibilidad de que su gobierno tenga voluntad de cambiar las cosas. Las manifestaciones callejeras expresan probablemente más una demanda a la oposición que a un gobierno del que la mayor parte de quienes salieron a las calles espera cada vez menos".
Novaro: "si alguien coordinó la protesta fue la propia Cristina y su cadena nacional permanente, que han hecho todo lo posible por agitar el descontento y enajenarle al Gobierno su bien más preciado en el control del sentido común, la espontaneidad.
En pocos meses la estrategia de comunicación oficial retrocedió varias décadas, mientras un todavía difuso espacio opositor dio saltos adelante en su capacidad de darle voz a “la gente”".
La Nación I: "La protesta social de anteanoche trajo sorpresa y alivio en la mayor parte de empresarios y ejecutivos: la consideraron una leve contención a un gobierno que, a los ojos corporativos, parece ir por todo, incluidas las ganancias. Sin embargo, recrudeció entre todos una tendencia de estos años: el miedo a opinar".
García: "El acto masivo fue un pulmotor para los Aníbal Fernández, Guillermo Moreno, Julio De Vido, Julio Alak, entre otros de los más asediados por la logia. Para colmo, un dato adicional interesante: en las concentraciones hubo aluvión de jóvenes, no sólo mujeres de 80 años bien alimentadas que insistió en mostrar la TV oficial y paraoficial. Entonces, si pierde La Cámpora en las universidades, ahora también en la calle".
Fraga: "El año pasado, el oficialismo recuperó los votos de la clase media que había perdido, como lo mostró no sólo el alto porcentaje, sino los resultados en varias de las grandes ciudades".
La cuestión es que ahora parte de esos votos de clase media se han alejado, y esta protesta lo muestra".
Juri: "Sorprenden dos cosas: una, cómo se agudiza el sesgo autoritario del Gobierno. No hay mucho que explicar: es autoritario quien no acepta al que piensa distinto. Y es autoritario el gobernante que pretende que sus gobernados le tengan miedo. Aunque sea un poquito".
Palermo:"Las semillas de una peligrosa polarización están sembradas. Entre todos podemos evitar que germinen. Pero si la oposición se limita a reproducir la protesta y el Gobierno no hace sino identificarla en términos de enemistad, las acciones podrían conducirnos a un juego autodestructivo, juego trágicamente frecuente en la historia argentina y trampa que debemos eludir".
Morales Solá: "Anárquica, heterogénea, inorgánica, acéfala de conducción, una parte importante de la sociedad argentina provocó anoche, quizás, el hecho de rebeldía más importante de la era cristinista. Las multitudinarias manifestaciones opositoras carecieron de un elemento convocante y de una conducción estratégica y logística, al revés de lo que sucedió durante la crisis con el campo, en 2008. Esa suerte de primavera libertaria fue convocada exclusivamente por las redes sociales; sólo ayer algunos medios periodísticos consignaron escuetamente la información sobre las posibles concentraciones".
Gallo: "En las redes sociales, sin intermediarios, se multiplicaban las fotos subidas desde distintos lugares del país y se manifestaba la indignación por la escasa cobertura periodística de los canales de noticias. Los 3.000 millones de publicidad oficial que el Gobierno invierte para mantener alineado a un gran conglomerado mediático empezaba a mostrar su impotencia. El kirchnerismo logró armar una inmensa maquinaria que insume mucho dinero público, pero que la gente pasó por arriba en pocos minutos.
Extraño caso el de los medios paraoficiales, activos promotores de la Ley de Medios para promover "la multiplicidad de voces": el primer reflejo fue silenciar la protesta más importante de los últimos tiempos".
Fidanza: "Se puede poner cepo al dólar, pero no a Internet. No sabemos si la eficacia social y tecnológica de los huérfanos se convertirá en éxito político en el corto plazo, pero hay sensación de tiempo de descuento. Como está ocurriendo en otras latitudes, el matrimonio de lo ancestral con lo hipermoderno -de la cacerola y el Twitter al smartphone y la cuchara- acaso ponga límites a un gobierno prepotente que atrasa la historia".
Roa: "Casi todos los ministros son millonarios, según lo que declaran. Pero se dan el lujo de pegarle a los manifestantes por “estar bien vestidos”. Nueva verdad K: cuanto uno mejor se vista, menos derechos a protestar tiene. ¿Y cómo visten los funcionarios? Alcanza con verlos.
Apenas algunos gobernadores se desmarcaron. En cambio, Cristina no encuentra qué reprocharse. De hacerlo, se daría cuenta que ella alentó la protesta cuando, entre otras cosas, dijo que había que tenerle miedo. Y la gente demostró que no se lo tiene".
La Nación II: "Ya lo dijo la propia Presidenta al pedir en una reciente cadena nacional que se le tuviera miedo sólo a Dios y un poquito a ella. ¿Por qué habríamos de tenerle miedo? ¿O es que percibe que necesita imponer el terror porque no es capaz de convencer?
Ciertamente, los cacerolazos de anteanoche también estuvieron dirigidos a los políticos en general. El kirchnerismo no innovó en el uso de las peores prácticas extorsivas, las profundizó".
Bárbaro: "Una multitud que desnudó oficialismos, canales de noticias que de puro leales no enfocaron la multitud en la calle. Y no lo convocaron ni los monopolios ni los opositores, salieron solos, con esa novedad que se llama las “redes sociales” y que la ley de medios no pudo acallar".
Kovadloff: "Dos notas sobresalientes. Una: los jóvenes. Fueron una notable mayoría entre los manifestantes. Otra: un vallado que impedía el acceso de la gente a la Plaza de Mayo.
El mensaje fue claro: el poder hizo saber que la plaza tiene dueño".
Kirschbaum: "El fenómeno de la movilización por las redes sociales es impresionante y la de anoche fue, en la Argentina, la primera demostración de este gigantesco músculo que es capaz de producir grandes manifestaciones y protestas sin que haya una organización determinada. Basta tener alguno de los múltiples estímulos para protestar".
Pagni: "El cacerolazo sorprendió por su alcance federal. Los gobernadores y líderes del PJ se alarmaron al verlo multiplicarse por todo el interior. ¿Se resignarán a enajenar un universo electoral para ellos disponible, por culpa de una política inconsulta que se gerencia en Buenos Aires? ¿O intentarán tender un puente con esos votantes con un discurso que los irá enfrentando al orden cerrado de la Presidenta?".
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