"La construcción y experimentación de antagonismos sociales son clave para la teoría del discurso por tres motivos. Primero, porque la creación de una relación antagónica, que siempre supone producir un «enemigo», un «otro», es vital para el establecimiento de fronteras políticas. Segundo, la constitución de relaciones antagónicas y la estabilización de fronteras políticas es crucial en la fijación parcial de la identidad de las formaciones discursivas y de los agentes sociales. Tercero, la experiencia del antagonismo muestra de modo ejemplar la contingencia de la identidad.
Para la teoría del discurso, los antagonismos ocurren por la imposibilidad que tienen los agentes y grupos de adquirir identidades completas y positivas. Dicha imposibilidad existe porque la presencia del «enemigo» en una relación antagónica impide que el «amigo» alcance su identidad.
Los antagonismos están sujetos a procesos de construcción y deconstrucción. Tomemos el caso de la lucha de liberación nacional en un país colonizado. Lo habitual es que, después de la imposición por la fuerza del dominio colonial, el colonizador intente crear un sistema de diferencias que pueda incluir al colonizado en un marco de relaciones no antagónicas. Esto es lo que Laclau y Mouffe llaman «la lógica de la diferencia», que puede darse a través de un proceso parcial de asimilación mediante una política de «divide y vencerás»; ambas estrategias se sustentan siempre en la exclusión violenta de las fuerzas que se resisten a tales intentos de incorporación".
David Howarth, Discourse, 2000, pp 131-132
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