Así lo publica uno de los Generales de Magnetto, Julio Blanck (que anoche festejaba el arrojo de los estudiantes de Harvard, llenos de papelitos y miradas hacia la sala de prensa contigua donde daba su conferencia la Presidenta): "Dijo bien en La Nación el historiador Luis Alberto Romero: “Las manifestaciones no pretenden gobernar ni deliberar; pero hacen explícita una opinión”. Frente a esa opinión explícita es que la Presidenta y sus
funcionarios oscilan entre la negación, el silenciamiento o la condena
ciega. Parecen reacciones de quien no sabe qué hacer frente a una dificultad inesperada.
Lo inesperado de la protesta, su carácter inorgánico y ajeno a estructuras y liderazgos políticos o sociales, también interpeló con fuerza a la oposición, cuyas reacciones han sido dispersas o erráticas".
Mientras tanto, Bonelli y los empresarios de los cuales oficia de vocero esperan sanciones a la Argentina por parte del FMI: "Lagarde demostró otra vez la impericia política del FMI. No se puede comparar a un país con un equipo de fútbol, y la Presidenta utilizó esa torpeza en su crítica. Pero la
exageración de la titular del Fondo Monetario obedece a que está muy
cuestionada por su pasividad con Buenos Aires.
Clarín anticipó que un grupo de 10 países, encabezados por EE.UU. y Alemania, le envió una nota privada criticando la falta de sanción a la Argentina
y el nuevo plazo hasta diciembre. Está claro que Lagarde se equivocó,
pero que ahora continuará con la ofensiva. Tan claro como que el cepo
cambiario seguirá en la Argentina".
En la misma vereda, Laborda la califica de sanatera y Chantanosky se parapeta para que al país no entre el peso. "No pasarán", asegura. Y en el diario del Colo se elogian entre ellos: "Los periodistas no nos asumimos como simples peones en un tablero de
ajedrez: nuestro trabajo se asemeja más al de un artesano intelectual
que al de un proletario de la era industrial. Y muchas veces son los
mismos dueños los que se quejan amargamente en reuniones de amigos y
celebraciones familiares. Todos creen que aquí mando yo solamente, pero
si supieran..., confesaba quizás el único editor empresario de la
actualidad. Nos gusta preguntar y repreguntar. Guardar siempre un rincón
para las rebeliones de entre casa. Un difícil equilibrio entre la
lealtad al empleador y a la propia vocación. Algo difícil de entender en
la era de la obediencia debida y la alineación automática".
No se podían permitir elogiarle nada.
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