"Where were you when I was in so much trouble with myself
And do you still believe in me like I believe"
And do you still believe in me like I believe"
Link: "El carácter reaccionario del kirchnerismo se reconoce en el rechazo
alérgico a las categorías clásicas de la interpretación cultural
marxista, dentro de las cuales la noción de “imaginario” ocupa un lugar
incómodo pero, al mismo tiempo, central (la categoría no debe ser
escondida debajo de la alfombra sino revisada constantemente).
Para el kirchnerismo no hay pensamiento (ni propio ni ajeno), no hay
dimensión imaginaria (ni propia ni ajena). Nadie se equivoca. Todos
somos, sencillamente, piezas móviles (idiotas útiles o estúpidos
imberbes) en un juego incomprensible del que participan sólo ciertos
poderosos. Si alguien pregunta al poder regente algo que éste no quiere
contestar, es porque fue mandado por los conspiradores del campo enemigo
y no porque haya una dimensión, la ideología, que haya interpelado y
moldeado esas conciencias (la tarea de la universidad no es sino
desmontar esos mecanismos ideológicos). El que pronuncia una pregunta
idiota (todos de acuerdo) está leyendo un papelito que le pasó Lanata o
un mensaje de texto que le mandó Magnetto".
Tonelli: "El kirchnerismo convirtió la política en una disputa comunicativa
por la “legitimidad del mensajero” y no por la “veracidad del mensaje”,
que descentró del debate público a los políticos opositores, haciéndolos
aparecer como personeros de los “intereses privados de las
corporaciones mediáticas”.
Sin embargo, esa estrategia comunicativa dependía de una utopía
sociológica: una perfecta comunión entre la gente y el Gobierno. Un
simulacro de armonía total que funcionó mientras las movilizaciones
fueron sólo oficialistas y del otro lado no había más que silencio. Sin
embargo, la emergencia en este último mes de demandas “colectivas” y
“espontáneas” ha puesto en jaque la eficacia de la “presidencia
inmediata”".
Blaustein: "Las preguntas de diez estudiantes privilegiados de Harvard pudieron
mucho más que 38 secundarios tomados en la ciudad y tres mil pibes
marchando. A esta altura de las cosas, eso no asombra. Sobre todo, a
esta altura de las cosas el que escribe está podrido, pero recontra
repodrido, de que se echen las culpas de todo lo feo que sucede en el
universo a “la Corpo” y los medios".
Forster: "La reiteración cacerolera, la convocatoria –esta vez muchísimo más amplia que la anterior– de los vecinos de algunas esquinas emblemáticas de la opulencia porteña sumada al repiqueteo obsesivo de los medios de comunicación hegemónicos, expresó fundamentalmente, salvando quizás algunos imprecisos reclamos toscamente formulados, la persistencia del qualunquismo sobrante de sectores de la clase media que siguen comprendiendo el mundo desde las alturas de su ombliguismo. Pero también puso de manifiesto una debilidad no menor por parte del Gobierno a la hora de buscar interpelar a esos sectores. Sin sobredimensionar la protesta pero tampoco sin subestimarla, se vuelve imperioso tomar nota de ella para, como se hizo en anteriores circunstancias mucho más difíciles, implementar aquellas políticas que sigan desplegando el rumbo transformador sosteniéndose en la decisiva diferencia que existe entre el proyecto del kirchnerismo y las fuerzas regresivas que se entrelazan con el ruido de las cacerolas".
Forster: "La reiteración cacerolera, la convocatoria –esta vez muchísimo más amplia que la anterior– de los vecinos de algunas esquinas emblemáticas de la opulencia porteña sumada al repiqueteo obsesivo de los medios de comunicación hegemónicos, expresó fundamentalmente, salvando quizás algunos imprecisos reclamos toscamente formulados, la persistencia del qualunquismo sobrante de sectores de la clase media que siguen comprendiendo el mundo desde las alturas de su ombliguismo. Pero también puso de manifiesto una debilidad no menor por parte del Gobierno a la hora de buscar interpelar a esos sectores. Sin sobredimensionar la protesta pero tampoco sin subestimarla, se vuelve imperioso tomar nota de ella para, como se hizo en anteriores circunstancias mucho más difíciles, implementar aquellas políticas que sigan desplegando el rumbo transformador sosteniéndose en la decisiva diferencia que existe entre el proyecto del kirchnerismo y las fuerzas regresivas que se entrelazan con el ruido de las cacerolas".
Grimson: "Tenemos una relación muy particular con la nación, y en general los
argentinos creen que todo lo malo que sucede en el país es culpa del
presidente de turno. Es no entender que suceden cosas por default, por
arrastre, por historia, que ningún país se cambió de un día para otro,
que un presidente no puede intervenir sobre la mayoría de las cosas que
suceden, sólo lo hace sobre políticas más generales de economía, en
algunos casos de transporte o vivienda. Tiene que ver con una aparente
politización muy despolitizada. Nos la pasamos hablando de política,
pero nos cuesta entender cómo funciona lo institucional y político.
Creo
que hay una baja calidad del debate público. Porque si bien toda
persona que quiera gobernar debe ser muy receptiva a las críticas, no es
lo mismo alguien que critica porque quiere que el país funcione mejor a
que lo haga buscando una sociedad menos democrática, menos igualitaria,
o para que se aplique en la Argentina un ajuste a la española. Me
parece fantástico discutir todas las cosas, habrá opiniones encontradas y
no me asusta porque creo que oposiciones y gobiernos crecen gracias a
las diferencias. Pero si hoy se critican los subsidios, mañana que los
saquen, al día siguiente la evasión tributaria y al otro los intentos
por disminuirla, entonces el que critica es “anti” y los argumentos no
importan, porque son excusas para criticar".
Natanson: "En el análisis comparativo quizá lo más notable sea que, en contraste
con lo que sucede en casi todos los países, la juventud argentina no se
plantea en términos anti-poder sino que se incorpora a un dispositivo de
poder ya en funcionamiento. ¿Cómo se explica esta diferencia? Mi tesis
es que en Medio Oriente, España o Inglaterra, por citar sólo algunos
ejemplos, el poder político y el poder económico se encuentran
identificados o incluso fusionados, mientras que en Argentina el
kirchnerismo ha establecido una tensión entre ambos, que es justamente
la que conmueve a los jóvenes. En cierta forma, el kirchnerismo puede
ser visto como un movimiento anti-poder. ¿Discutible? Seguro, pero la
idea quizá podría precisarse señalando que a la hora de conectar con las
nuevas generaciones no importa tanto si el kirchnerismo es
efectivamente un movimiento de estas características: lo central es que
los jóvenes así lo creen, y alcanza con revisar sus posiciones en los
actos públicos, los medios de comunicación y las redes sociales para
comprobarlo".
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