Para los economistas, "el mapa (mundo)" es el sistema financiero. Como si el planeta se hubiera reducido a las redes de intercambios comerciales y de capitales, nada más. Entonces, si no se toman créditos del FMI (Fondo Monetario Internacional), se está fuera de ese mundo, el único que existe para ellos.
Este "fuera del mapa" de Calvo es hermano directo del "Estamos aislados del Mundo", con el cual muchos actores de la vida política argentina flagelan a aquel desprevenido que cree que, llegado el caso, nuestro país sería escindido del planeta y navegaría en el espacio exterior "afinanciero".
Este apartamiento de esos organismos internacionales de crédito que tanto han azotado a innumerables países del planeta Tierra (algún día se tipificará como delito de lesa humanidad el hambrear a pueblos enteros) es usado como amenaza por la ortodoxia económica internacional para llevar a cabo sus ya altamente probadas contraprudecentes recetas que sólo tienden a las ganancias de los mercados especulativos en detrimento del bienestar social.
Aún así, ese discurso difícil de erradicar culturalmente (potenciado por el individualismo y la normalidad) se niega a admitir sus estrepitosas caídas con una disparada hacia adelante: los países que han caído en desgracia (y siguen cayendo) lo han hecho no por estas recetas, sino por no aplicarlas bien. Esto último debe leerse: llevarlas a su paroxidio.
Hijos de estos discursos son la independencia cuasi sacra del Banco Central (leáse, institución que puede inundarse de reservas aunque su país desbarranque hacia la pobreza y la exclusión y ni por asomo poder usarlas para paliar estos males), que la emisión de moneda local (para consumo, por ejemplo) y los aumentos salariales provocan inflación (leáse: no hay que aumentar los sueldos. Y en lo posible, recortarlos), que el desarrollo del país va a venir apartir de la exportación total de sus productos (leáse: descuidando el mercado interno), que para ello hay que abrirlas totalmente y liberar todos los mercados (leáse: unos pocos, aquellos con capacidad de exportación, disfrutan de las ganancias que luego derramarán sobre el resto de sus pares. Leáse: no derramarán nunca).
Ya son demasiadas décadas de comprobación. Faltan más años de desactivación sociocultural. La lucha continúa. Humildemente, como pide el momento.
Golpe parlamentario permanente – Por Aida García Naranjo Morales
Hace 22 minutos
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