En La Nación creen que la gente sólo vota con el bolsillo y que la economía salvó a CFK, como si el gobierno no hubiera hecho nada para este presente de "estabilidad económica", como lo califica Joaco. El pensamiento falaz del viento de cola, justo viniendo de un mundo que se cae a pedazos, sigue haciendo estragos en las plumas que no salen de su estupor por la elección de ayer.
"Quizás el primer error de la oposición haya sido la ruptura de las fórmulas que habían sido exitosas hace apenas dos años. El segundo traspié fue confiar en una sociedad supuestamente fatigada de las formas del kirchnerismo y hasta de sus gastados íconos, de su reincidente autoritarismo, de sus distorsiones de la historia y del presente y de su módico afecto institucional. Todo eso puede ser cierto, pero la oposición no advirtió una extendida sensación social de estabilidad económica, marcada por un alto consumo y por el crédito fácil. Ningún líder opositor le habló de la economía, más allá de algunas frases demasiado vagas para ser creíbles, a esa sociedad que requería serias garantías para dar un salto.
¿Dónde quedaron aquellos tres tercios en los que se dividió el electorado nacional en 2009?", se lamenta Morales Solá para luego azotar a su monstruo llamado Oposición.
Pagni se resiste a pensar que el Gobierno no engaña: "El Gobierno también saca ventaja de la tormenta del mundo. La relativa estabilidad del precio de las commodities y la tenaz desconexión con las redes de financiamiento internacional ponen a resguardo a la economía doméstica. El discurso oficial se vuelve convincente para muchos: el kirchnerismo ha edificado un modelo del que las economías avanzadas deberían tomar lecciones. La explicación es eficaz, sobre todo, para buena parte de la juventud que este año vota por primera vez: son 1.200.000 personas".
"La situación económica, que permite sostener altísimos niveles de consumo masivo, y numerosas medidas del Gobierno de alta aceptación popular (asignación universal por hijo, matrimonio igualitario, otorgamiento de jubilaciones y suba de jubilaciones mínimas, intervención del Estado en la economía, política de derechos humanos, ley de medios, entre otras) se sumaron en esta elección a una conjunción de factores que afectaron decisivamente a la oposición y potenciaron al oficialismo.
No podía esperarse otra cosa frente a una candidata y una fuerza a las que si algo le sobra es decisión para ejercer el poder y liderazgo, y que reviste de épica hasta la inauguración de un planta fabril privada o la apertura de un comedor escolar.
Por aciertos del oficialismo y defectos groseros de sus adversarios, "Cristina ya ganó" parece haberse convertido así en una de las mejores profecías autocumplidas", se resigna Jacquelin."El empate técnico entre Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde dejó a la oposición sin ese armador que, se descontaba, surgiría de las primarias. Nadie salió segundo. Muy lejos de ordenar el tablero, los resultados de ayer confirmaron que la incapacidad de la oposición para ofrecer opciones atractivas está bien en pie. También que el armado de frentes y alianzas a cualquier precio siempre se paga caro", se da cuenta ahora Bullrich, que parece hablarle a sus jefes más que a la Oposición.
Laborda le espeta a los opositores haber tomado el discurso que emana principalmente de la empresa para la cual ambos trabajan: "Los dirigentes de la oposición fueron igualmente incapaces, una vez más, de persuadir a la población de que el déficit de calidad institucional que se le cuestiona al gobierno kirchnerista tiene y tendrá su correlato en el bolsillo de la gente".
Scibona ve todo negro, ahora después de octubre: "la película económica a partir de 2012 pinta diferente de la foto de 2011, y esto agrega incertidumbre para después de las elecciones. Todos los economistas no oficialistas concuerdan en que, así como está, el actual esquema no es sostenible durante otro período de gobierno. La persistente inflación es el eje de una cadena de distorsiones que, de no corregirse, puede comprometer el alto crecimiento económico de los últimos años. Sin una política articulada para bajarla gradualmente, será cada vez más difícil reducir la pobreza y la exclusión social, impulsar una mayor inversión y creación de empleos privados, así como la competitividad de la economía".
Majul aprovecha la ocasión para avisar que él nada va a cambiar, cero autocrítica: "Sin embargo, sería un error que desde el poder se interpretara como una patente de corso para repetir los errores y decir o hacer cualquier cosa. Sería un error que sirviera para "lavar" las mentiras del Indec o la prepotencia y los disparates que se sostienen desde los programas oficiales y paraoficiales.
Y habrá que decir, también, que este triunfo prueba, de manera incontrastable, que la teoría kirchnerista de que los "medios hegemónicos" influyen en el ánimo de los votantes es falsa de toda falsedad. Los argentinos seguirán comprando el diario, escuchando la radio y mirando el canal que más les gusta, más allá de las descalificaciones del gobernante de turno. Y aunque gane las elecciones como las acaba de ganar Cristina Fernández".
Lousteau lo interpela: "Existe un fenómeno peculiar en los trabajos de campo que relevan la percepción de los individuos respecto de su situación económica y social. En ellos, la proporción de gente que se considera de clase media es siempre muchísimo mayor que la clase media en sí. La explicación es sencilla: en el limitado y homogéneo ámbito en que nos movemos siempre podemos encontrar gente en mejor y peor situación económica que nosotros mismos, y ello tiende a ubicarnos mentalmente en el promedio. Pero basta cambiar de entorno o mirar las estadísticas de distribución de ingreso para corregir y hallar nuestro verdadero lugar socioeconómico. Esta consecuencia de ignorar el hecho de que desarrollamos nuestras actividades cotidianas en un hábitat específico ha llevado a muchos analistas y periodistas (e inclusive a varios políticos) a confundir sus deseos y los de sus seres cercanos con la realidad. No hay nada de malo en expresar opiniones, pero cuando las entrañas bloquean el proceso de análisis racional difícilmente se pueda ser cronista de lo que de veras ocurre".
Catterberg les da una pista a las plumas de Saguier acerca de no todo es la economía: "Junto con la pata económica, el Gobierno cuenta, además, con un amplio sector social que se identifica con su ideología, su discurso y su relato de la historia reciente argentina. Esta identificación afectiva con el kirchnerismo se da en sectores sociales que apoyan la política de derechos humanos del Gobierno, las posturas más garantistas frente a la inseguridad y la protesta social, y la existencia de un Estado amplio y fuertemente interventor. También el Gobierno maneja y alienta una simbología peronista que penetra favorablemente en los sectores más populares. Se podría resumir diciendo que el Gobierno consigue el apoyo de los sectores populares por peronistas y de clase media por progre.
Así, la mejora en las condiciones económicas y el fuerte nivel de consumo, en primer lugar, y la identificación política e ideológica, en segundo término, son los principales factores que determinan el apoyo al Gobierno".
Y Mempo los termina de despertar: "A la hora de votar, sin duda la ciudadanía pensó que quiere acabar con la corrupción feroz que según la unánime oposición corroe al Gobierno. Pero parece que también pensó que no eran los señores Duhalde o Rodríguez Saá, ni la Unión Cívica Radical, los que podrían garantizar el fin de la corrupción, puesto que todos fueron gobierno, entre 1984 y 2003.
Acaso también pensaron -los votantes- que la unión de la familia argentina y la lucha contra la inseguridad quedarían en manos de Duhalde y el señor Ruckauf. O acaso evaluaron el posible destino final de un nuevo turno radical. O recordaron historia y presente del Partido Socialista, colmado de divisiones.
Y así con otros asuntos de interés colectivo: la inflación, por ejemplo. Los votantes parecen haberse preguntado si realmente es tan incontrolable como se propagandiza, y si acaso ahora iban a bajarla los que nunca supieron qué hacer con ella y siempre terminaron convocando al señor Cavallo como supuesto "salvador" de sus gobiernos.
Sin duda ayer se votó pensando también en acabar con el autoritarismo y la soberbia, y la crispada partición de la sociedad. Pero ¿no habrá sido que entonces la ciudadanía recordó a Kosteki y Santillán? ¿O quizás imaginó a Carrió terminando con el desorden apocalíptico que dice que hay? ¿O acaso se preguntaron cuál será la experiencia de gestión de Ricardo Alfonsín?
Y respecto del llamado "viento de cola", ¿no será que el pueblo al votar recordó a los economistas del CEMA y la Fundación Mediterránea, y a los señores Redrado, Melconián, Prat-Gay, Broda o González Fraga, por mencionar a algunos de los economistas que profetizaban el dólar a ocho pesos y que supieron combatir la inflación en los últimos 30 años, aseguraron nuestro desarrollo, cuidaron el empleo y no permitieron jamás que ningún sector se enriqueciera a costa de las grandes mayorías?
La sociedad no come vidrio, ni invenciones mediáticas".
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