El titular de la Sociedad Rural Argentina está recibiendo pa' que tenga y guarde. La revista Democracia, que sale hoy, trae de vuelta el tema de los subsidios que recibe este estandarte de los que se quejan porque el gobierno subsidia a vagos (no es el único, eh). "El dirigente recibió 265.874 pesos en los últimos dieciocho meses, gracias a la producción de sus tambos Estancia La Dorita SA y El Broquel SA. Los dos establecimientos están en la localidad bonaerense de Carlos Casares y son los principales proveedores de Nestlé SA. Pero las cifras que suministra el Gobierno son aún más abultadas, ya que indican que en los últimos dos años y medio Biolcati percibió 656.923 pesos, sólo por la La Dorita", publicaba Perfil en 2009, cuando este tipo de noticias era tapada por el dispositivo mediático pro ruralista. Quizás hoy tenga mayor repercusión, cuando el admirador de Sarmiento está caído.
"Sin duda las razones del amplio triunfo del kirchnerismo no está ligado al pensamiento de Biolcati que configura a los 10 millones de votantes de CFK como “distraídos tinellizados poseedores de plasmas comprados en cuotas”, pero tampoco podemos creer apresuradamente que son la expresión contundente de un cambio cultural.
Es posible que lo más interesante del voto haya expresado cuestiones emergentes sobre el par antagónico democracia-mediocracia.
Entre 2003 y 2010 el gobierno kirchnerista fue constituyendo una dimensión constante de la acción política del Estado, subvirtiendo y complicando las operaciones de las ideologías discursivas del poder establecido. Inclusive en los momentos más aciagos se optó por avanzar en esa dinámica a costa de duras derrotas simbólicas y aun electorales. Esta opción empecinada ha logrado que los sectores del campo –a modo de ejemplo– le brinden su voto al gobierno contra el que hace escasos días seguían protestando.
Antes, entonces, que las razones de orden económico, se encuentran las razones de orden político que dieron paso a distintas medidas audaces e inesperadas que fueron beneficiando a cada uno de los sectores sociales. También a aquellos que descreen de la intervención del Estado y que pueden haber votado al gobierno a disgusto.
Por otra parte ni los medios de comunicación masiva ni mucho menos los candidatos de la oposición construyeron el discurso adecuado al cambio que representa el kirchnerismo. Todos ellos quedaron atados a un esquema discursivo anacrónico, despiadado y falto de matices. La repetición constante de los problemas de seguridad provocó hartazgo, e incluso, en casos resonantes, los hizo caer en errores groseros que la realidad no verificó; la agresividad los emparentó con los discursos que ellos mismos señalaban como autoritarios; la negación constante y aun más el ocultamiento de las medidas gubernamentales provocó una fisura entre el aparato comunicacional y la vida cotidiana; el lenguaje marketinero instalado en candidatos sin práctica los vació de contenido y de sentido; los temas económicos o los proyectos en mora se contrastaron con las realidades internacionales y quedaron neutralizados. En síntesis les falló la comunicación", enmarca Sandra Castillo, especialista en Comunicación Política.
Es posible que lo más interesante del voto haya expresado cuestiones emergentes sobre el par antagónico democracia-mediocracia.
Entre 2003 y 2010 el gobierno kirchnerista fue constituyendo una dimensión constante de la acción política del Estado, subvirtiendo y complicando las operaciones de las ideologías discursivas del poder establecido. Inclusive en los momentos más aciagos se optó por avanzar en esa dinámica a costa de duras derrotas simbólicas y aun electorales. Esta opción empecinada ha logrado que los sectores del campo –a modo de ejemplo– le brinden su voto al gobierno contra el que hace escasos días seguían protestando.
Antes, entonces, que las razones de orden económico, se encuentran las razones de orden político que dieron paso a distintas medidas audaces e inesperadas que fueron beneficiando a cada uno de los sectores sociales. También a aquellos que descreen de la intervención del Estado y que pueden haber votado al gobierno a disgusto.
Por otra parte ni los medios de comunicación masiva ni mucho menos los candidatos de la oposición construyeron el discurso adecuado al cambio que representa el kirchnerismo. Todos ellos quedaron atados a un esquema discursivo anacrónico, despiadado y falto de matices. La repetición constante de los problemas de seguridad provocó hartazgo, e incluso, en casos resonantes, los hizo caer en errores groseros que la realidad no verificó; la agresividad los emparentó con los discursos que ellos mismos señalaban como autoritarios; la negación constante y aun más el ocultamiento de las medidas gubernamentales provocó una fisura entre el aparato comunicacional y la vida cotidiana; el lenguaje marketinero instalado en candidatos sin práctica los vació de contenido y de sentido; los temas económicos o los proyectos en mora se contrastaron con las realidades internacionales y quedaron neutralizados. En síntesis les falló la comunicación", enmarca Sandra Castillo, especialista en Comunicación Política.
"Durante 2008 y 2009 se desarrolló un proceso que es complejo, que tuvo aristas inéditas en la larga historia de los paros, “tractorazos” y marchas de los productores agrarios y sus entidades, y eso fue lo que restó el apoyo de estos sectores al gobierno nacional. Por un tiempo, los miembros de la Mesa de Enlace se convirtieron no sólo en dirigentes corporativos, sino en una caricatura de “sujetos políticos” que, en alianza con la oposición política y los grandes medios, podían influir sobre una parte de la opinión pública, sobre las preferencias políticas de las poblaciones agrarias y de ciudades pequeñas del interior del país. De este modo, durante 2009, año de elecciones legislativas, la Mesa sacó un documento que denominó “Aportes del campo a la política”, un medio para recorrer el interior con políticos, técnicos e ideólogos de la oposición para convencer de la necesidad de apoyar a los partidos de la oposición que prometían eliminar las retenciones. Así se organizaron seminarios de “formación cívica” en Paraná y Bahía Blanca, por ejemplo, donde disertaron el rabino Sergio Bergman, el director de La Nueva Provincia Vicente Massot, el consultor de campañas políticas Felipe Noguera. Las condiciones eran favorables para estas influencias: desencuentros con los funcionarios del Gobierno (y no sólo de la dirigencia), crisis internacional y la sequía del 2009.
La situación de 2011 es totalmente diferente; hay un diálogo con los funcionarios del área, sobre todo con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, y su equipo; las condiciones internacionales han mejorado para la mayoría de las producciones y las políticas en relación con el sector no las afectan, sino que las favorecen. La expansión agrícola es una “política de Estado” para el actual gobierno.
Es más complejo y excede este espacio el análisis de la adhesión lograda en territorios campesinos e indígenas que no son favorecidos por esas políticas estatales, aunque sí por otras de tipo “social”. Por último, no hay que dejar de lado otras poblaciones (los pueblos del “Paren de fumigar”, zona de alta violencia con campesinos e indígenas, etc.) que no están de acuerdo con esta política agraria ni con los nuevos y prepotentes inversores y esperan límites a sus consecuencias negativas. Pero los productores capitalistas, como siempre en este país, apuestan a las señales del mercado, no son muy adeptos a los recaudos ecológicos que hasta sus técnicos desconocen, y con seguridad quieren que este ciclo sea lo más largo posible", caracteriza Norma Giarracca, socióloga y profesora titular de Sociología Rural (Ciencias Sociales-UBA).
La situación de 2011 es totalmente diferente; hay un diálogo con los funcionarios del área, sobre todo con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez, y su equipo; las condiciones internacionales han mejorado para la mayoría de las producciones y las políticas en relación con el sector no las afectan, sino que las favorecen. La expansión agrícola es una “política de Estado” para el actual gobierno.
Es más complejo y excede este espacio el análisis de la adhesión lograda en territorios campesinos e indígenas que no son favorecidos por esas políticas estatales, aunque sí por otras de tipo “social”. Por último, no hay que dejar de lado otras poblaciones (los pueblos del “Paren de fumigar”, zona de alta violencia con campesinos e indígenas, etc.) que no están de acuerdo con esta política agraria ni con los nuevos y prepotentes inversores y esperan límites a sus consecuencias negativas. Pero los productores capitalistas, como siempre en este país, apuestan a las señales del mercado, no son muy adeptos a los recaudos ecológicos que hasta sus técnicos desconocen, y con seguridad quieren que este ciclo sea lo más largo posible", caracteriza Norma Giarracca, socióloga y profesora titular de Sociología Rural (Ciencias Sociales-UBA).
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