domingo, 23 de septiembre de 2012

Falleció la Madre de Plaza de Mayo Susana Dillon

Eterna luchadora por los derechos humanos, Susana "se fue de viaje", como escribió Pepi, su nieta nacida en cautiverio, en el muro de su Facebook. Su deceso se produjo en las últimas horas de anoche, en Río Cuarto, luego de someterse a una intervención quirúrgica.
Maestra, historiadora y profusa escritora, Susana alguna vez se autorretrató de esta forma: "Nací en el '25, cuando los años locos fueron más delirantes. Me tocó sobrellevar todas las crisis: las familiares, las locales y las mundiales. Junto a ellas se vinieron las guerras y los golpes de Estado.
Crecí bajo la férula machista del “que dirán”, los secretos de familia y la virginidad caiga quien caiga. Como es de suponer, me rebelé a diario. Entonces me metieron en un colegio de monjas y, lejos de acatar tanta mansedumbre impuesta, me desacaté de por vida. Nada pudieron ni las santas reverendas, ni padres severos, ni marido autoritario, ni novios, ni amigovios, ni moros en la costa. Cansada de batallar en las tribunas para sacarnos de encima las dictaduras asesinas, comencé a escribir a favor de los derechos humanos, las mujeres y los indios. Soy madre de desaparecidos, pero en la lucha me han nacido veinte libros desde "Mujeres reveladas": algunos premiados, otros perseguidos y hasta reeditados. Hubo audaces que los tradujeron y los estudiaron.
No hubo epidemia, accidente o peste que no me atrapara ni calamidad sin experimentar. Pese a sobrellevar tantas tragedias, he aprendido de mis hijos desaparecidos a relatar con humor y a zambullirme entre la juventud que piensa y obra. Soy de las que morirán cuando se le dé la gana y sé que mis hijos putativos, esos que nacieron en la lucha, tomarán la posta.
He criado a mi nieta nacida en cautiverio. Fue mi experiencia más reconfortante, es mi alegría, mi báculo, la que me lleva a hora de la mano a cazar historias.
A pesar de todo, la vidas es bella, por eso la quitan y atormentan los dictadores".

La desaparición de su hija Rita durante la Dictadura la marcó para siempre: "“Mi hija Rita era una chica criada en el campo, con todas las posibilidades de tener una vida holgada. Sin embargo, quiso estudiar para asistente social y me contaba que haciendo los prácticos en las villas fue tomando conciencia de la realidad del país... Después, recibida a los 19 años, se va a Córdoba con su pareja, Gerardo Espíndola, comienzan a militar y a tener amigos presos. Rita deseaba más que nada en el mundo tener una hija, hizo tratamientos de todo tipo para embarazarse sin resultados, hasta que al fin siguió los consejos de un médico, que le indica radicarse en un lugar tranquilo, se vienen a vivir a Río de los Sauces y ponen una farmacia; de allí los sacan una noche, un grupo de tareas de 20 personas en cinco coches. Rita era una feliz embarazada de seis meses.
El 5 de marzo de 1978, eran las 12 de la noche, me tocan el timbre y, apenas abro, un hombre y una mujer me dejan una beba adentro de una caja con un papel que decía: “Me llamo María Victoria, soy sana, tomo leche Nan”. Era la hija de Rita recién nacida, ¡muerta de hambre y con un pánico enorme! A mí me arrancan el teléfono, me atan y cubren los ojos con gasa, se van y me quedo con ella, un milagro. Con mi nieta chiquitita, de la mano iba a las rondas de las madres los jueves y con ella seguí buscando a Rita por cielo y tierra, pero jamás supe nada”".
Sus restos son velados en el Concejo Deliberante de Río Cuarto, mientras se multiplican las expresiones de diferentes referentes sociales y de ciudadanos comunes, agradecidos por su lucha y ejemplo.
Hasta siempre, Susana.
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