"En la provincia de Córdoba, recientes estudios muestran que el techo electoral del gobernador De la Sota oscila entre el 46% y el 49%, lo que le garantiza en el país apenas un piso aproximado de 4% a 5% del electorado. Otros competidores que hemos evaluado en la provincia de Córdoba, como Daniel Scioli, Mauricio Macri o Hermes Binner, no logran llegar en ninguno de los casos a sobrepasar un techo electoral del 18% al 20%.
Para lograr aumentar su posicionamiento, es probable que se utilicen tres argumentos principales. Primero, la victimización ante el Gobierno Nacional, con similitudes con el gobernador Scioli, para mejorar su visibilidad electoral. El riesgo de esta jugada supone que puede recibir un desgaste en su perfil de gestor tal como lo sufre por estos días el mismo Scioli, al ser objeto de los ataques del oficialismo nacional.
En segundo lugar, mostrar aspectos de gestión con programas de alto impacto, de manera tal de lograr que el elector lo distinga claramente de otras opciones. El riesgo consiste en ignorar al menos dos certezas. La primera de ellas sería no distinguir que, como sugiere el politólogo Mario Riorda, “el sistema electoral argentino está en una lenta pero inexorable transición de pasar de ser de competitividad agravada a uno de competitividad reducida”. Hay mucho voto fragmentado y las últimas elecciones fueron un ejemplo de ello en Córdoba, Santa Fe, ciudad de Buenos Aires y Mendoza. Por ello, quien no centralice sus propuestas en cuestiones locales y no crea que la cuestión “nacional” es un elemento más, no va a poder revertir una tendencia negativa de instalación de alguna candidatura nacional.
Por otro lado y aun más importante, es que cada programa debe estar basado claramente en ideas de impacto simbólico. Ningún votante, por más descreído de la democracia y los políticos, deja de observar elementos ideológicos. No se ganan campañas de posicionamiento sin hablar de ideologías.
En tercero y último lugar, mostrar del mismo modo que lo hiciera en la campaña electoral por el Gobierno de Cordoba, que no es un candidato que sabe, sino que es un candidato que aprende. Esto, que en principio parecería un simple eslogan, debería ser observado en la instalación y desinstalación de la idea del “cordobesismo”, que estuvo en vigencia pocos días y fuera descartada de los argumentos centrales del gobernador de Córdoba".
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"Por ahora, una de sus fortalezas sigue siendo el control total que tiene hoy sobre el peronismo y la Legislatura cordobesa. El próximo paso es seducir a los intendentes, y por eso mandó a sus dirigentes más cercanos (Carlos Caserio, Carlos Alesandri, Sergio Busso y Oscar González) a recorrer el interior para “cercar” el PJ.
¿Cuál es el temor? Que, como sucede en la provincia de Buenos Aires, el Gobierno Nacional incremente el diálogo con los intendentes y aumente la masa de recursos y obras públicas que baja directamente a la provincia, ya sea a través de Julio de Vido o del principal hombre K, Fabián Francioni.
Es que otro punto clave de la idea delasotista para los próximos años es el convencimiento de que, para alimentar sus ambiciones presidenciales, el gobernador no debe acordar una lista con el kirchnerismo para los comicios legislativos del año próximo. Aunque todo puede cambiar, el gobernador hoy cree que Juan Schiaretti debe ser quien encabece la lista de diputados nacionales del PJ, con el partido unido, incluida su ex esposa Olga Riutort.
En la provincia hablan de un “dream team” del peronismo cordobés y afirman que Schiaretti sería el candidato ideal para encabezar la lista del PJ. Una lista que buscaría no sólo generar un hecho político relevante como puede ser una victoria abultada en Córdoba enfrentado al kirchnerismo, sino también ubicar a un operador delasotista en el Congreso para articular fuerzas en el bienio 2013-20152.
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"Es erróneo, a mi juicio, centrar los análisis en el enfrentamiento entre De la Sota y Cristina Kirchner. Esa puede ser la batalla visible y de corto plazo, pero hay otra, estructurada en clave de guerra fría con los potenciales rivales en la lucha por la sucesión al trono. Daniel Scioli, con su lanzamiento, no sólo ha provocado un embate decidido desde el kirchnerismo, sino que también ha acelerado los tiempos y provocado, en aspirantes como De La Sota, la implementación del juego de la diferenciación. Así puede comprenderse por qué el gobernador cordobés se empecina en mostrar sus reclamos no como un pedido desesperado de auxilio, sino como el reclamo de un justo acreedor. Antes que el berrinche de un súbdito, se trata de “la justicia como equidad”, podrían exclamar en el delasotismo si leyeran a Rawls.
El kirchnerismo ha sido dúctil en la trama de la creación de enemigos. Una porción de ese afecto lúdico fue la práctica de multiplicación de los contrincantes. Para despistar, para agrietar murallas opositoras, para confundir o para pescar en río revuelto, la producción en serie de rivales políticos ha resultado beneficiosa, al tiempo que, por sobre esos opositores, construye un enemigo que los supera y trasciende, inasible, no político, que no compite directamente en elecciones, y que se presenta casi como entelequia: la “corpo” mediática, los buitres financieros o la agrooligarquía. La escuela del célebre “Braden o Perón” sigue generando graduados. A De la Sota le conviene, siempre que esto no signifique un atosigamiento mortal en su provincia. El kirchnerismo lo elevará al altar de los “feos, sucios y malos” porque, enfático en su arte de la igualdad distributiva, le concederá también a “El Gallego” su deseo de ser odiado antes que ser desconocido, todo un éxito para cualquier político".
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