Julio Turcumán (Diario de Cuyo, San Juan): "José Luis Gioja no ha bajado su nivel de aceptación popular y sigue en lo más alto -por lejos- del resto de los dirigentes políticos sanjuaninos: 70% promedio hasta antes de la elección. ¿Por qué sus candidatos sólo obtuvieron el 37% entonces? Dicen que pesaron tres factores para que pasara lo que finalmente ocurrió: armaron sólo una lista, lo que los dejó fuera de la agenda de campaña. Los medios -y la gente- terminaron hablando solamente de la interna que armó el senador Roberto Basualdo y se olvidó de los candidatos del oficialismo. Como segundo factor, se analiza que los votantes se sintieron libres de votar cualquier cosa, ya que la interna no definía nada. Y, como tercer preocupante detalle, hay algunos intendentes que miraron para el otro lado a la hora de hacer campaña".
Juan Carlos Argüello (Misiones online, Misiones): "La lectura innegable es que hubo un distanciamiento del electorado a las propuestas del oficialismo, pero al mismo tiempo, después de una década, es la única fuerza con despliegue nacional y capacidad para regenerarse.
Quienes disfrutan anticipadamente de un fin de ciclo, parecen no tener en cuenta que el kirchnerismo se fortaleció en la adversidad y que la reelección llegó después de una pérdida de votos mayor que la actual.
Para plantear un fin de ciclo, bueno sería conocer cuál le sucedería. Ningún sector de la oposición concentra una adhesión mayoritaria ni muestra un plan de Gobierno superador. La campaña estuvo signada por el “no” a la reelección más que por propuestas refrescantes".
Eduardo van der Kooy (Clarín, Buenos Aires): "Cristina imaginó en el 2011, cuando ganó la reelección, un futuro que desde el domingo pasado ya no existe.
El escenario político ha comenzado a dar un vuelco. De las correcciones de su mala gestión y de su infortunado estilo, que parecen haber colmado la paciencia social, depende la normalidad de la transición hasta el cierre de su mandato".
José Luis Toso (Los Andes, Mendoza): "Mañana habría una reunión clave con el Gobernador y todos los intendentes oficialistas para, “sin negar la pertenencia al kirchnerismo, dar un matiz territorial a la campaña. La idea es escuchar el mensaje" de las urnas y prometer trabajar desde el Congreso en los temas que a la gente le preocupan: impuesto a las Ganancias, políticas fiscales, la inflación”, apuntan los portavoces. Todos asuntos vedados desde la Nación que ahora el justicialismo provincial quiere blanquear y admitir para buscar la credibilidad perdida. “Eso es poner en valor el mensaje recibido”, destacan desde el PJ".
Alberto Dearriba (El Liberal, Santiago del Estero): "El antikirchnerismo bate el parche con la inflación, pero no dice que para controlarla con métodos ortodoxos es preciso aplicar un plan de estabilización que tiene costos sociales elevadísimos. Sostiene que el gobierno se ha desentendido, o más aún, que niega la inflación, pero lo cierto es que se niega a darle a la sociedad la amarga pócima del ajuste.
Toda medida económica puede tener un beneficio, pero seguramente también un costo. En la Argentina, parece demostrado que no existe industrialización sin inflación. No es que el gobierno no escuche el reclamo de los sectores de ingresos fijos que son los más perjudicados por las remarcaciones, sino que optó por pagar ese precio a cambio del crecimiento".
Editorial (El Litoral, Corrientes): "El caudal de voto opositor -casi ocho de cada diez electores no eligió a dirigentes oficialistas el 11 de agosto- refleja que no solo la feroz inseguridad preocupa a una ciudadanía cada vez más crítica de ciertos comportamientos alejados de la normalidad republicana, y que está preocupada por ciertos bolsones de corrupción que se ventilan.
La
economía argentina se viene deshilachando desde hace tiempo, porque el
oficialismo construyó un “espejismo” con los indicadores y, aún peor, se
lo creyó".
Jorge Fontevecchia (Perfil, Buenos Aires): "Que la Presidenta enloqueció se ha convertido en un lugar común. Sea o no cierto, la sola creencia se transforma en un hecho político. La verdad pública no pasa por la certeza individual de un solo sujeto. Depende de los hábitos interpretativos de la sociedad, que cambian en función de sus propias necesidades".
Editorial (Análisis, Entre Ríos): "El gobernador Sergio Urribarri llegó al domingo con
la ilusión de poder mostrar un resultado que lo fortalezca en su
carrera hacia la Casa Rosada. Esperaba mantener el caudal de votos de
2011, y mostrar que mientras el kirchnerismo hace agua en todo el país,
en Entre Ríos está floreciente como en sus mejores años. Hizo todo para
mantener el caudal de votos, pero desoyó el pedido desesperado del
ciudadano de a pie: un cambio, un paso al costado de la Casa Rosada.
Entonces, el urribarrismo, por acción de arrastre, cayó 16 por ciento
respecto de su mejor elección, en 2011. Hace dos años logró el 56 por
ciento de los votos, y ahora apenas el 40. Hubo caras largas y muchos
datos falsos. Pero las malas noticias del oficialismo no significaron
buenas noticias para la oposición. Alfredo De Ángeli sacó menos de lo
que esperaba, y el radical Atilio Benedetti quedó tercero, pese a la
estructura centenaria de la Unión Cívica Radical (UCR). El domingo,
todos perdieron".Jorge Fontevecchia (Perfil, Buenos Aires): "Que la Presidenta enloqueció se ha convertido en un lugar común. Sea o no cierto, la sola creencia se transforma en un hecho político. La verdad pública no pasa por la certeza individual de un solo sujeto. Depende de los hábitos interpretativos de la sociedad, que cambian en función de sus propias necesidades".
(El Patagónico, Chubut): "Algunos análisis -correctos- decían que la mayoría del oficialismo estaba interesada en que Yauhar ganara, pero por poco para que no se subiera como figura al escenario de 2015. El sector más allegado al gobernador realizó sus operaciones en ese sentido, primero para no quedar afuera del armado de la lista y luego del juego. Así, algunos colaboradores, mientras se desarrollaba la campaña para la diputación, comenzaron a hablar y trabajar para la reelección.
En síntesis: algunos no querían ser; todos se olvidaron de que Cristina no estaba en la boleta para traccionar votos; otros no tomaron en cuenta al adversario que se tenía enfrente y al que terminaron de agrandar con las mojadas de oreja; unos no quisieron jugar y también estuvieron aquellos que perdieron de vista el árbol y se quedaron mirando el horizonte de la próxima gobernación, que ahora queda más lejos todavía".
Joaquín Morales Solá (La Nación, Buenos Aires): "La sociedad se está quedando sin harina. Las economías regionales agonizan porque perdieron competitividad; esas penurias explican la derrota del cristinismo más allá de Buenos Aires y la Capital. Faltan en las farmacias muchos medicamentos con insumos importados. Las impresoras carecen de tinta, porque los cartuchos vienen de Brasil. Nadie entiende una conspiración de semejante tamaño cuando escasean las cosas para vivir".
Jorge Fontevecchia (Perfil, Buenos Aires): "Que la Presidenta enloqueció se ha convertido en un lugar común. Sea o no cierto, la sola creencia se transforma en un hecho político. La verdad pública no pasa por la certeza individual de un solo sujeto. Depende de los hábitos interpretativos de la sociedad, que cambian en función de sus propias necesidades".
Héctor Mauriño Vasco (Río Negro, Río Negro): "El ministro de Energía Guillermo Coco dejó en claro que para el gobierno el espinoso asunto de Chevron fue uno de los motivos de la derrota. "Creo que el acuerdo no llegó en buen momento y que el candidato de la lista B lo aprovechó muy bien. Es más fácil denostar el acuerdo que explicar de qué se trata", sintetizó. También acertó al pintar el clima creado en torno al tema cuando precisó que "quedamos en medio de un fuego cruzado entre algunos medios nacionales y el gobierno nacional"".
Editorial (El Ancasti, Catamarca): "Los resultados expusieron un deterioro gubernamental directamente proporcional al crecimiento de sus adversarios, que son los mismos que tenía en 2011. Fueron las PASO de resurrección, como se ha dicho. El escenario político catamarqueño quedó partido en tres: kirchnerismo, radicalismo y peronismo.
Aunque Luis Barrionuevo quedó tercero, fue el ganador de las PASO. No contaba con el capital inicial del oficialismo, que era y es el manejo de los resortes del Estado, ni con el que sustentaba las proyecciones del FCS, que eran y son las lealtades atadas en los 20 años de Gobierno previos a su derrota. De ahí la envergadura de su hazaña: se edificó sin las herramientas de construcción política tradicionalmente utilizadas en Catamarca, con comprobada eficacia".
Julián Cañas (La Voz del Interior, Córdoba): "La brusca caída de la cosecha de votos del kirchnerismo a nivel nacional se llevó todos los titulares en los medios. Pero si se hace un análisis cuidadoso de los resultados de las primarias del domingo pasado, se podrá concluir que hubo un fuerte llamado de atención en las urnas para los gobernantes de todos los niveles, incluidos los cordobeses. La mayoría de los gobernadores sufrió una sangría de votos respecto del apoyo que recibieron dos años atrás, cuando fueron elegidos".
Mauricio Maronna (La Capital , Santa Fe): "El problema del Frente para la Victoria en Santa Fe excede el nombre de Obeid como antes estaba por sobre el de Agustín Rossi, a quien —incluso desde el propio PJ— se quiso responsabilizar unívocamente de las debacles electorales. Alguien podría decir que se trata más de un problema de perro que de collar".
Hernán Brienza (Tiempo Argentino, Buenos Aires): "El kirchnerismo, no sólo la presidenta de la Nación, sino también sus principales dirigentes, sus intelectuales, sus cuadros, sus interpretadores deberían, creo, renovar de una manera u otra su propia relación y comunicación con la sociedad. Es posible que hoy una mayoría de los argentinos sienta una vaga sensación de fatiga con algunos de los significantes que utiliza el kirchnerismo para interpelar a los ciudadanos. Las generaciones tienen mala memoria y hoy prácticamente nadie tiene recuerdo de los hechos de 2001. Y, lejos, de dejar asustarse por el fantasma del pasado prefieren soñar con promesas del futuro".
Federico Diego van Mameren (La Gaceta de Tucumán, Tucumán): "Alperovich llegó al Gobierno hace una década como el dueño de los votos; y esta vez, si no hubiera sido por los sufragios de Luis Romano -su rival interno- no habría ganado en la capital. No hace mucho, decidía sobre todo y sobre todos. Ahora es un muñeco del kirchnerismo, y ni siquiera es el buen alumno que fue. El santiagueño Gerardo Zamora tiene mejores calificaciones, según la misma Presidenta lo hizo saber. Esa identificación con el kirchnerismo nacional fue una mochila en tiempos donde la inflación disfrazada o el impuesto a las Ganancias que envuelve a una gran masa de asalariados tuvo el peso específico del plomo. A eso se le sumaron varios kilos de Caso Lebbos y del camélido transporte que utilizaron los Alperovich y sus acólitos en las vacaciones. Hubiera sido aún peor si la oposición los hubieran explotado, pero se ve que Cano y los demás fueron complacientes con el camello".
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