miércoles, 7 de agosto de 2013

Barras bravas: Massita, Macri y De la Sota

Fernández Moores se despacha hoy en La Nación contra el doble discurso: "La barra de Tigre, club del que Massa fue vicepresidente y del que sigue siendo hombre fuerte, goza de carnés especiales y maneja las canchitas de fútbol 5 sobre la avenida Perón, debajo de la tribuna popular local. También, me cuentan las fuentes, el barcito Acrópolis, que está en la puerta, cerca de la parrilla donde hacen los choris. A metros de allí, el 24 de febrero pasado, decenas de barras de Tigre se enfrentaron a balazos. La muerte de Alejandro Blázquez, sin embargo, careció de registro fílmico en Victoria, donde está la cancha de Tigre, en el partido de San Fernando. Luis Andreotti es un aliado de Massa, del grupo de intendentes de la zona norte que han hecho un culto de la videovigilancia. Pero justo ese día, horas antes del partido contra River, las cámaras "no andaban y no podían ser reparadas porque el domingo no había servicio técnico". El negocio barra se amplió cuando Tigre ingresó por primera vez en su historia a copas sudamericanas, una buena promoción para Massa en la pantalla de Fox Sports. Al debut, en octubre pasado en Quito, fueron una veintena de hinchas que costearon su viaje. Y también unos 50 barras, apoyados por el club. Hincha de San Lorenzo, Massa era vicepresidente de Tigre cuando en 2004 casi golpea al árbitro Pablo Castagnino, tras un partido frente a Cambaceres. Se identificó como titular de la Anses. Ese cargo, además, le permitió renegociar con Grondona las deudas previsionales de los clubes. Tigre subió a Primera. Y casi gana la Copa Sudamericana. La final, que se jugó simultáneamente con la presentación de Roger Federer en Tigre, la noche del tablón roto que casi provoca un desastre, terminó en escándalo porque el equipo se retiró en el entretiempo denunciando agresiones de la policía brasileña. La ida había sido en la Bombonera, cedida por el amigo Macri. En momentos de oro, Massa cruzaba el campo antes del partido y la gente aplaudía. Es el Macri de Tigre.
Ante los micrófonos, Macri dice: "Con este gobierno, los niveles de impunidad de las barras han aumentado". Lo dice después de los últimos balazos entre hinchas de Boca, una interna que creció cuando él era presidente del club y Rafa Di Zeo fortalecía su poder con aviones pagos a Chile o a Japón, hoteles con el plantel, molinetes liberados y zonas libres en la Bombonera, entradas para la reventa, turistas incluidos, seguridad en los recitales, visitas a las filiales con jugadores y hasta picados en la Casa Amarilla, incluida una pelea a balazos en 2006 que asustó al resto de los socios. También el gobernador de Córdoba, José Manuel de la Sota, apuntó al kirchnerismo por su política antiviolencia en el fútbol. "Los que les temen a los barras es porque los usan en la política. En Córdoba no los dejamos entrar en el Kempes, vengan de donde vengan", expresó. "Dos delfines suyos", le recordó el diario La Voz del Interior, Carlos Presas y Carlos Alessandri, habían impulsado dos meses antes un premio en la Legislatura provincial a la Fundación La Fiel, la ONG de la barra de Talleres (foto), que tiene 2000 carnés y cuyos miembros cobran 40 pesos el estacionamiento en el sector norte en las adyacencias del Estadio Mario Kempes, una zona bajo control de la agencia gubernamental Córdoba Deportes. De la Sota se despegó del premio hace unos días y La Fiel no pudo cobrar estacionamientos el último fin de semana.

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