Fernández Moores se despacha hoy en La Nación contra el doble discurso: "La barra de Tigre, club del que Massa fue vicepresidente y del que
sigue siendo hombre fuerte, goza de carnés especiales y maneja las
canchitas de fútbol 5 sobre la avenida Perón, debajo de la tribuna
popular local. También, me cuentan las fuentes, el barcito Acrópolis,
que está en la puerta, cerca de la parrilla donde hacen los choris. A
metros de allí, el 24 de febrero pasado, decenas de barras de Tigre se
enfrentaron a balazos. La muerte de Alejandro Blázquez, sin embargo,
careció de registro fílmico en Victoria, donde está la cancha de Tigre,
en el partido de San Fernando. Luis Andreotti es un aliado de Massa, del
grupo de intendentes de la zona norte que han hecho un culto de la
videovigilancia. Pero justo ese día, horas antes del partido contra
River, las cámaras "no andaban y no podían ser reparadas porque el
domingo no había servicio técnico". El negocio barra se amplió cuando
Tigre ingresó por primera vez en su historia a copas sudamericanas, una
buena promoción para Massa en la pantalla de Fox Sports. Al debut, en
octubre pasado en Quito, fueron una veintena de hinchas que costearon su
viaje. Y también unos 50 barras, apoyados por el club. Hincha de San
Lorenzo, Massa era vicepresidente de Tigre cuando en 2004 casi golpea al
árbitro Pablo Castagnino, tras un partido frente a Cambaceres. Se
identificó como titular de la Anses. Ese cargo, además, le permitió
renegociar con Grondona las deudas previsionales de los clubes. Tigre
subió a Primera. Y casi gana la Copa Sudamericana. La final, que se jugó
simultáneamente con la presentación de Roger Federer en Tigre, la noche
del tablón roto que casi provoca un desastre, terminó en escándalo
porque el equipo se retiró en el entretiempo denunciando agresiones de
la policía brasileña. La ida había sido en la Bombonera, cedida por el
amigo Macri. En momentos de oro, Massa cruzaba el campo antes del
partido y la gente aplaudía. Es el Macri de Tigre.
Ante los micrófonos, Macri dice: "Con este gobierno,
los niveles de impunidad de las barras han aumentado". Lo dice después
de los últimos balazos entre hinchas de Boca, una interna que creció
cuando él era presidente del club y Rafa Di Zeo fortalecía su poder con
aviones pagos a Chile o a Japón, hoteles con el plantel, molinetes
liberados y zonas libres en la Bombonera, entradas para la reventa,
turistas incluidos, seguridad en los recitales, visitas a las filiales
con jugadores y hasta picados en la Casa Amarilla, incluida una pelea a
balazos en 2006 que asustó al resto de los socios. También el gobernador
de Córdoba, José Manuel de la Sota, apuntó al kirchnerismo por su
política antiviolencia en el fútbol. "Los que les temen a los barras es
porque los usan en la política. En Córdoba no los dejamos entrar en el
Kempes, vengan de donde vengan", expresó. "Dos delfines suyos", le
recordó el diario La Voz del Interior, Carlos Presas y Carlos
Alessandri, habían impulsado dos meses antes un premio en la Legislatura
provincial a la Fundación La Fiel, la ONG de la barra de Talleres (foto), que
tiene 2000 carnés y cuyos miembros cobran 40 pesos el estacionamiento en
el sector norte en las adyacencias del Estadio Mario Kempes, una zona
bajo control de la agencia gubernamental Córdoba Deportes. De la Sota se
despegó del premio hace unos días y La Fiel no pudo cobrar
estacionamientos el último fin de semana.
miércoles, 7 de agosto de 2013
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