domingo, 28 de agosto de 2011

Hermanos

Un golpe a la fe de los creyentes, que apoyaron genuinamente la noble campaña Un Milagro Para Altamira. Era Noble, en verdad. Un shock a la pureza troskista de lucha contra las corporaciones. Un juego de dobles o triples identidades que preferimos pensar que es la infiltración de las tropas enemigas por parte de las valerosas almas del Partido Obrero.
En su editorial de hoy, El Perro deschava (aunque ya venía circulando en la red desde hace años atrás) "A propósito de su líder, José Simón Wermus, una pregunta marginal, como mera curiosidad: ¿por qué al abandonar su apellido judío prefirió el resonante Altamira a un proletario Carrizo o González? Lo mismo hicieron sus hermanos: Natalio Wermus es el columnista de Clarín Ismael Bermúdez, y Felipe Wermus el asesor de Humala, Luis Favre".
Lo que uno puede aportar es que el cambio de apellido tuvo que ver con la persecución durante la Dictadura más que por conveniencias cacofónico-políticas.
Pero gracias a Verbitsky llegamos a Ismael Bermúdez, que en sus partes en el Partido Obrero se hacía llamar "Julio Magri", desde mucho antes que Internet y sus diferentes plataformas pudieran brindarnos la posibilidad de adoptar múltiples identidades.
Como si fueran personajes salidos de Avatar, los hermanos Wermues no han hecho público este lazo que ahora quizás venga a explicar ese champagne compartido, paradójicamente, con uno de los operadores del régimen que les hizo trastocar sus nombres.
Bermúdez conduce el programa Dominó, en el canal Metro, de Clarín, además de ser su principal columnista económico. Así, el hermano periodista escribe en contra de este modelo en las primeras filas de uno de los grupos de poder económico concentrado que el amigo Troski vendría a combatir como requisito mínimo si se quiere representar dignamente a los trabajadores desde el Partido Obrero, en el cual jugó pero con otra identidad ("Julio Magri", que escribió líneas junto a Néstor Pitrola).
"J-J Marie, que tiene una labor historiográfica enorme, acaba de publicar dos libros: uno sobre el levantamiento obrero contra el gobierno bolchevique, en Cronstadt, y otro sobre la guerra civil rusa de 1918-22. En este último trabajo, documenta al terrorismo rojo como un sistema de autodefensa de la revolución contra las masacres y exterminios de los ejércitos blancos, en lo que pretende ser, claramente, una respuesta a los historiadores que han señalado su origen en la política de Lenin y Trotski", defiende Bermúdez/Magri/Wermus en Clarín, en 2003, rebosante de revoluciones prometidas, socialistas como superadoras de la democracia burguesa.
"Como conclusión política de su labor biográfica, J-J Marie plantea que la "continuidad revolucionaria", abandonada por comunistas y socialistas, está encarnada en el trotskismo y sus seguidores. Obviamente, se trata de una falacia, pues para eso no alcanza una biografía de Trotski: habría que escribir otro libro que demuestre que los seguidores operan, realmente, en la misma escala histórica de su líder. Lo que se desprende de la biografía es una conclusión de otro alcance: que cualquier movimiento revolucionario consistente, en la actualidad, deberá partir del legado teórico-práctico de Trotski, que para J-J Marie se resume en el programa de la IV Internacional. Ninguna teoría ni programa posteriores o contemporáneos, como sería, por caso, el "socialismo del siglo XXI", integra el conjunto de las contradicciones del capitalismo contemporáneo en una totalidad. Los socialismos indigenista, bolivariano o islámico constituyen una regresión teórica e histórica hacia el particularismo", diferencia Bermúdez/Magri/Wermus, en este desliz cultural, mientras repetía en sus columnas económicas que todo es culpa del gobierno kirchnerista.
Largo sería repasar todas sus diatribas en el suplemento económico de Clarín, estructuradas a partir de todo el lenguaje clarinista antikirchenrista, bien lejos de la praxis obrera, del Partido que lidera su hermano, que busca en octubre llegar al Congreso.

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