Que sea valiente en la praxis. Inteligente y pertinente en las propuestas. Que no las tire para dificultar el camino o para quedar bien ante las cámaras de los canales de televisión de los que la mandan. Que se independice de estos. Que piense en ganar redoblando la apuesta, no con actitudes miserables y comportamientos mezquinos. Que se anime a decirle que no a las órdenes de sus jefes mediáticos. Que tenga un poco de dignidad y salga a contestar las columnas de opinión que la tratan como si fuera una esclava tonta. Que verdaderamente respete las instituciones: que si pierde una elección por 38 puntos de distancia, acepte la derrota hidalgamente. Que se ponga a trabajar en la campaña, en vez que querer sumar votos sentada cómoda en un recinto que recuerda sus peores fracasos legislativos. Que no quiera apropiarse de votos que no le corresponden, ni sume fuerzas sólo para luego avisar que no son lo mismo. Que busque interpelar realmente al gobierno proponiéndole trabajar en conjunto en temas puntuales. Ya.
Ya la necesitamos. No porque sin ella el país vaya a sufrir mucho. Seguro que más de lo que hemos sufrido con su desempeño desde 2009 no vamos a padecer. La necesitamos para sumar esfuerzos y acciones en el camino de este modelo ratificado ampliamente donde debe ser: en las urnas.
Ya la necesitamos cambiando de actitud y dejando atrás a sus peores exponentes (la golpeadora, la Pato, el Gil, el Milico, Piñón Fijo, las ladronas de bancas, los cineastas reprimidos, las esposas celosas, Moralito, las vírgenes llorantes, las normas pro Clarín, los saqueadores del Conurbano, las defensoras del Opus Dei, las lecheras) y yendo a buscar un rol estratégico en el país que hace mucho la dejó atrás.
Si se apura, quizás, la sociedad vuelva a apostar por ella.
jueves, 15 de septiembre de 2011
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