Estaba leyendo una columna en el diario del Colorado que trata de justificar a los economistas que serialmente yerran en sus pronósticos y me acordé de Chantanosky. Me fui para su sitio web y ahí estaba: "¡¡¡Tiranía!!!".
En ambos casos, los pronósticos no fallan tanto por lo técnico-metodológico sino más bien por ataduras a modelos de análisis obsoletos y recetas ampliamente demostradas como beneficiarias de minorías socioculturales, a las cuales responden estos "economistas", en detrimento de las mayorías.
Sanamente, en muchos puntos del planeta se levantan voces en contra de exponentes como Chantanosky. Ramonet hace una excelente raconto de estas manifestaciones en contra de los organismos internacional de crédito, el sistema bancario, las calificadoras de riesgo y demás actores del esqueleto financieron global que se acostumbraron durante demasiado tiempo a esquilmar a países a partir de condicionar su soberanía económica y simbólica (medios que están conectados con aquéllos).
"Un rasgo neoliberal que, de Chile a Israel, irrita particularmente es la
privatizacion de los servicios públicos. Porque significa un robo
manifiesto del patrimonio de los pobres. A los humildes que no poseen
nada, les queda por lo menos la escuela pública, el hospital público,
los transportes públicos, etc. que son gratuitos o muy baratos,
subvencionados por la colectividad. Cuando se privatizan, no sólo se le
arrebata a la ciudadanía un bien que le pertenece (ha sido costeado con
sus impuestos) sino que se desposee a los pobres de su único patrimonio.
Es una doble injusticia. Y una de las raíces de la ira actual", describe brillantemente Ramonet.
Chantanosky está tan enceguecido que abandona por un minutos sos previsiones catastróficas para el país (que aguardan cumplimiento) para pasar directamente a sus deseos más profundos: pensar que CFK no ganó por tanto. Él se explica: "¿Por
qué no dudar de un gobierno que nos dice que en julio pasado, con 5
pesos por día una persona podía desayunar, almorzar, merendar y cenar
sin desnutrirse? El
kirchnerismo ha hecho grandes esfuerzos para no ser creíble en su
palabra y, por lo tanto, se ha ganado el derecho a dudar de la
transparencia de un acto electoral controlado, justamente, por el mismo
kirchnerismo.Muy
posiblemente Cristina Fernández haya obtenido una buena cantidad de
votos el 14 de agosto pasado, pero el tema es si los datos que surgieron
de las urnas son confiables o tienen una calidad INDEC".
Por supuesto, luego de esta autoestimulación intelectual, se permite dudar de la legitimidad del gobierno y llega a chachan chachan... ¡Hitler! "Cuando
uno ve que los empresarios se acercan adulando al gobernante de turno,
que los sindicalistas hacen lo mismo, que intendentes y gobernadores se
arrodillan y humillan ante el poder central y que mucha gente vive
temerosa de perder su subsidio, me pregunto si la gente le teme al
gobierno o el gobierno le teme a la gente. Dependiendo de la respuesta, uno puede saber si vivimos en libertad", finaliza, convencido de que lo mejor para el país sigue siendo el ajuste, la apertura indiscriminada de los mercados, la agroexportación total, la devaluación, la convertibilidad sin inflación, el pedir créditos al FMI, el que el ministro de Economía fuera más importante que el mismo Presidente, bah todo lo que explotó en 2001 y que está explotando en tantas partes de la Tierra.
Rachman acerca una excepción: "Estados Unidos. El país
norteamericano muestra muchas de las tendencias sociales y económicas
que la gente salió a manifestar en las calles de otros países: la mayor
desigualdad, la amenaza a los estándares de vida de la clase media, el
enojo por el comportamiento de las élites políticas y empresariales. No
obstante, hasta ahora toda esa ira -en la izquierda o la derecha del Tea
Party- se expresó a través de los medios y de las urnas, pero no
mediante disturbios en las calles.
Algunos sostienen que el común de los norteamericanos tiene la falsa
conciencia de que el enojo sobre los temas económicos se direcciona
hacia la furia por las armas y la religión. Pero esa es una opinión
demasiado condescendiente. La cultura política de EE.UU. siempre ha sido
más individualista y menos igualitaria que la de otras naciones".
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