Fonte: "En el reportaje de PERFIL de hace dos semanas a Ignacio Ramonet, el fundador del Foro Social Mundial, donde se formaron Rafael Correa y Evo Morales, se sorprendió por la falta de apoyo de los populismos latinoamericanos a los movimientos populares de los países árabes y la falta de crítica a la represión de los dictadores como Kadafi.
Quizá él mismo tenía la respuesta cuando comparó el proceso de democratización en los países árabes con la caída de Muro de Berlín. La organización Solidaridad, de Lech Walesa, en Polonia, tuvo un reclamo “liberal popular”, lo mismo que se observa en Egipto, Túnez o Libia, donde lo que se pide es democracia, división de poderes, alternancia en el gobierno, existencia de oposición y libertad de prensa. Todas demandas que van en sentido inverso a lo que estos populismos sudamericanos están promoviendo.
El kirchnerismo –así como, en mayor medida, el chavismo o Correa– tiende a identificarse con una conducción autoritaria, de múltiples reelecciones, con un Poder Legislativo limitado, un Poder Judicial dependiente y una escasa libertad de prensa, como el gobierno de Mubarak en Egipto".
TNmbaum: "Frente a la rendición de Dios, la decisión del gobierno argentino de ignorar completamente la visita del Dalai Lama –un disidente, Premio Nobel de la Paz, para más datos– es un hecho menor. Todo el capitalismo del mundo hace negocios en China y suele aceptar sus condiciones: hay que ser infantil para pedir que sólo la Argentina tenga una posición ética y humanista frente a una dictadura que lleva décadas en el poder.
Así ocurre con las dictaduras: los gobiernos de todo el mundo, las empresas de todo el mundo, los ciudadanos que viven bajo su poder, suelen negociar con ellas, adaptarse o aplaudirlas. Es raro que las enfrenten. Sólo se da en casos excepcionales, o cuando los dictadores quedan demasiado aislados, o en su ocaso, o treinta años después.
Cuando Cristina estuvo en China, de todos modos, hizo un elogio muy revelador de sus convicciones: “Ustedes han tenido la suerte que nosotros no, de la perseverancia en el tiempo de un mismo proyecto político-económico”.
En defensa del gobierno nacional hay que decir que se trata de una política internacional coherente. Antes de ignorar al Dalai Lama, Cristina –a tono con los principales líderes del mundo que sumaban sus propios elogios– había dicho sobre Muammar Khadafi: “Yo y el líder de la nación libia hemos sido militantes políticos, desde muy jóvenes, hemos abrazado ideas y convicciones muy fuertes y con un sesgo fuertemente cuestionador del statu quo que siempre se quiere imponer para que nada cambie y nada pueda transformarse”. Y esta semana, agregó sobre Napoleón: “Napoleón fue un personaje revolucionario. Es un personaje que me gustó mucho. Sé que mañana me van a matar, pero Bonaparte me gusta. Siempre desde la izquierda nos acusaban de bonapartistas. La figura de Napoleón me parece increíble”".
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