Duros días en los que Pagni pasa de desairar a su Oposición esclava con lo de John Lender a creerle cada palabra al parricida estafador y lavador de dinero. Aciagas jornadas en las que nada de lo que cayó el 14 de agosto se ha recuperado y marchan a la Hegemonía K en absoluta debilidad y con el proceso de pérdida de credibilidad acelerado. Tristes crepúsculos en los que las plumas divagan sin rumbo, repitiendo repertorios probadamente ineficaces. Acongojantes amaneceres que marcan que a Ella todo le sale bien y "los nuestros" apenas si pueden luchar por una banca por Capital Federal reincidiendo en las mismas prácticas que los llevaron al fracaso estrepitoso. Atribulados albas en los que las tapas son más bien un reservorio de una doctrina marginal antes que un lugar desde donde marcar agenda poderosa.
En este marco angustiante para las almas republicanas, Lucrecia Bullrich se muestra shockeada, sin entender: "La Casa Rosada ha demostrado una (casi incomprensible) habilidad para mantenerse al margen de los temas más escabrosos. Sin hablar de ellos. Lo hizo con el caso Candela y con las denuncias de Schoklender. Lo hace desde 2007 con la inflación. La negación como refugio. Toda una marca registrada".
Laborda desempolva una vieja encuesta de la Römer para ahora admitir que el tema de la corrupción no es algo que le interese demasiado a la sociedad, obnubilada con la plata que está gananado igual que con Me*em en 1995 y, claro, así terminamos después (un detalle: La Nación fue y sigue siendo una férrea defensora de las políticas menemistas, y desde siempre una férrea opositora a las políticas kirchneristas. Shhh, no digan nada...): "El común de la sociedad no tiene por qué percibir que la inflación del 20% en dólares, el deterioro de las cuentas públicas, el déficit energético y el festival de subsidios pueden constituir una bomba de tiempo. Pero no pocos de los que sí ven ese riesgo perciben que cualquier reacción del gobierno kirchnerista será muy distinta de la reacción de un gobierno como el de De la Rúa. Algo de eso explica por qué una parte considerable de la ciudadanía no cree que haya llegado la hora de ponerle fin al ciclo kirchnerista. Aun a pesar de la corrupción".
El filósofo de Binner, por su parte, harto que se mofen del escaso 10% de su asesorado, intenta tomar fuerzas para solicitar que se dejen de burlar de la Oposición, que les va a salir el tiro por la culta, eh. "Es la misma falla de cálculo de muchos periodistas cuando, en 2009, decretaban el acta de defunción del kirchnerismo luego de unas elecciones en las que nuevamente los malentendidos incidieron en el resultado más que el anhelado voto racional y programático", compara sin pudor, para luego hablar de autoritarismo K, viento de cola y todo el arsenal de lugares comunes para justificar no calibrar el análisis a pesar de la contundente muestra social de un mes atrás. "Lo deshonesto no es tener simpatías políticas, adhesiones ideológicas u opciones morales, sino la de untarlas con criterios de objetividad para justificar tomas de posición solapadas", admite para también recurrir al innombrable para desprestigiar el presente que no responde a sus intereses y visiones: "A Menem no le quedaba otra medida posible que las privatizaciones, la convertibilidad y aceptar el plan Brady. Los que no lo creen pueden preguntarles a los sabios de los 90 qué otras medidas ignotas tenían en cartera. De la Rúa, con déficit estructural, sin financiación externa, una deuda impagable y monedas espurias en varias provincias, poco podía hacer si no bajaba el gasto. Y los Kirchner, con el regalo de la devaluación y el default declarado, más la eclosión de precios de las commodities , no hicieron más que aprovechar la ocasión que la globalización ponía en nuestras puertas". ¿Se lo imaginan al Chupete con la soja en 500 dólares la tonelada? Hubiéramos tenido un gobierno de lujo, seguro. Para el final, Abraham se despacha con todo su odio y desprecio por ese 50% que lo desnuda: "Este gobierno tiene la peligrosidad de la que ha hecho gala en estos ocho años de manipulación administrativa y narrativa. La conocemos. Le importa un rábano la Constitución, que considera materia de leguleyos. Elaborará una nueva Ley Fundamental cuando así le convenga. Prensa oficialista no le falta para crear el ambiente plebiscitario si la soja acompaña. El relato que el poder político hace de sí mismo y que bautiza con el nombre de "pensamiento nacional" es rancio, aldeano, nostálgico de la siesta colonial y de las guerras gauchas. Le agrega la épica de los años 70 con impudicia politiquera. Capturará sin pagar derechos de autor ideas de adversarios, como lo hizo con la mediación de Botnia, la asignación universal, el matrimonio igualitario, y ahora con altisonantes planes estratégicos".
Mientras Dinatale sigue enganchado con los comebebés de La Cámpora ("Los jóvenes alineados en la agrupación fundada por Máximo Kirchner empezaron oficialmente su tarea de adoctrinamiento a los futuros diplomáticos", buuuuuuuuuuuuu...), Caligaris continúa su terapia iniciada luego del 14A: "No bajemos los brazos. Todo pasa en política: nada es eterno. Lo mismo que ocurrió con aquel "¡A triunfar, a triunfar!" con que Menem solía terminar sus discursos ocurrirá con este Frente para la Victoria. Sólo es cuestión de resistir, de no bajar los brazos y de tener un poco de paciencia. A propósito: ¿cuántos años van ya? ¿Ocho? Bueno, no tiene nada de particular. Menem estuvo casi diez. En términos de circunvoluciones astrales es apenas un simple abrir y cerrar de ojos".
Seguir escribiendo lo mismo ya que nada ha cambiado...
sábado, 17 de septiembre de 2011
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2 comentarios:
Lo interesante es que no se plantean ni por un segundo que son ellos, como brazo cultural de la oposición patronal, los que están haciendo las cosas mal (Abraham lo plantea bien aunque, como vos aclarás, termina cayendo en la misma que los demás).
Asombra la demora en reconocerse como actores políticos y construir desde ese lugar una nueva (renovada y renovante) propuesta político-partidaria, Daniel.
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