Tanto que andaba dando vueltas desde hace tiempo, y tanto que escuchó esa frase con la cual se autoestimulan aquellos que no pueden ni ver a Hebe y Estela, luego de dar rodeos con Hitler y demás compraciones carriotistas, la Viau se animó y aprovechó la vuelta estelar de John Lender para escribir eso que siente tanto: "A mediados de este año, hecho un basilisco, Sergio Schoklender entró a los tribunales federales de Comodoro Py para advertirle al juez Norberto Oyarbide: “Si me jodés te voy a matar y a esas viejas de mierda las voy a mandar presas”".
Ese "viejas de mierda", variable escatológica del "viejas chorras", no le bastó a la crispada columnista dominical del diario de Ernestina y Magnetto (después de todo, las comillas son como un impedimento para el placer desaforado personal). No. Siguió con su inclaudicable actitud macartista, fagocitada por la no necesidad de citar fuentes. Escribir para difamar: "Circulan relatos bochornosos que hablan de documentaciones fraguadas para probar años de exilio, sustitución de identidades para comprar electrodomésticos, opacidad y arbitrariedades en la distribución de fondos aportados por gobiernos y ONGs.
Ahora, es un ex oficial carapintada el que, quizás en pos de una revancha tardía, dedica su tiempo a hurgar en esos basurales de la historia para averiguar si, en verdad, todas las indemnizaciones cobradas por los familiares de desaparecidos cumplen con ley".
La Viau cita los motivos del ex carapintada (es decir, un miembro del ejército que intentó un golpe de Estado contra un presidente elegido constitucionalmente) sin movérsele un pelo, como tampoco a La Nata y -más previsiblemente- La Nación, que en estos días están intentando comenzar una caza de brujas contra las víctimas del terrorismo de Estado. Viau, La Nata y La Nación, en la misma línea de combate.
El resto de la corporación tuvo que salir a proteger a uno de sus miebros, este fin de semana, ya que publicó una entrevista a John Lender. Así, reflotar esforzadamente el caso se convirtió en párrafos llenos de la resignación de que cada vez más gente ya no se come el cuento de la corrupción como única forma de construcción política (Lilita lo sabe muy bien) o el pensamiento privatista peor: que todo lo político-público es malo per se y hay que abortarlo. Desde hace un tiempo, cada vez más gente considera que esos temas deben abordarse en los ámbitos pertinentes, pero que no pueden ser utilizados por grupos de poder que, en verdad, quieren censurar políticas públicas que afectan sus intereses.
Kirschbaum: "¿Quién podría objetar a la Fundación de las Madres? Ese vallado ético parecía lo suficientemente denso como para que resistiese cualquier escrutinio de los manejos de dineros públicos a favor de las carreras políticas de quienes lo otorgaban, que quedaban fuera de interpelación alguna.
Aún cuando la consistencia moral y pública del denunciante afecta la veracidad de su propia condición, ese lado oscuro debe ser iluminado de inmediato. Una causa noble no debiera haber sido pervertida, sea cual fuere el fin que se haya invocado para hacerlo".
Castro: "En este cielo claro sin turbulencias por el que navega el Gobierno repentinamente apareció Sergio Schocklender y prendió el ventilador. La entrevista publicada esta semana por Noticias es explosiva y complica tanto a Hebe de Bonafini y a la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo como también al Gobierno. Directamente lo que Schocklender denuncia son actos de corrupción. Más allá de preguntarse por qué da a conocer ahora lo que antes ocultó, esa denuncia alcanza una dimensión aun mayor cuando se recuerdan las imágenes de Schocklender haciendo de maestro de ceremonias del acto conmemorativo del 24 de marzo organizado por el Gobierno en el Mercado Central, al que asistió, entre otros, el hoy candidato a vicepresidente de la Nación, el ascedente Amado Boudou. Subyace en lo denunciado por Schocklender un mecanismo de corrupción que, más allá de algunos movimientos con mucho de aspavientos hechos por parte del juez federal Norberto Oyarbide, tiene camino de impunidad".
Morales Solá: "Las Madres cumplieron un importante rol de coraje y decisión durante los años de la dictadura. Algunas de sus integrantes prefirieron perseverar en la austeridad y la coherencia, pero debieron romper con Bonafini. Existe, es cierto, un pasado de valentía cuando ésta escaseaba. Esos pergaminos no habilitan a nadie, sin embargo, a la retórica de la arbitrariedad ni al manejo inmoral del dinero público.
Bonafini llamó "traidor" a Schoklender. Esa calificación pertenece al territorio de la política o al de los sentimientos. El problema tiene otra categoría: es moral, pero sus raíces más profundas llegan hasta el eventual delito".
Van der Kooy: "La Presidenta también vive las denuncias de corrupción como un ataque a su Gobierno. No haría lo que hizo Rousseff. De hecho, nunca dijo palabra sobre Schoklender y las aguas de esa estafa que humedecen también a Hebe de Bonafini. Y que, según el ex apoderado de las Madres de Plaza de Mayo, comprometerían a Amado Boudou y a Abel Fatala, entre varios. Cristina ha dosificado las apariciones públicas junto a Hebe".
Leuco: "El periodismo que trabaja (por dinero o convicciones) para el Gobierno pasó sin sonrojarse por varias pantallas. Primero fue el grito en el cielo porque Magnetto y La Nación (y sus esbirros) querían ensuciar los pañuelos blancos. Era todo mentira. Un invento de los medios hegemónicos. Después encontraron la carnadura ideológica: vienen por el corazón ético del proyecto nacional que son las Madres. Finalmente, cuando la propia Hebe acusó a su ex hijo virtual, comenzó el proceso de satanización para convertir a SS en el chivo expiatorio. El excéntrico Sergio no era un invento de los periodistas destituyentes: era un despreciable delincuente que había abusado de la ingenuidad de las madres y de la inocencia de Aníbal, Amado, López, Fatala, Felisa Miceli (que no puede salir del pantano de los billetes fantasmales) y hasta, con dolor lo escribo, de la casa de 480 mil dólares y la camioneta oculta de Alejandra, la hija de Hebe.
La última es la madre de todas las preguntas: Aníbal, Amado, Fatala, López y Felisa, entre otros, ¿tomaron decisiones por sí mismos o se limitaron a recibir órdenes?
Y de ser así, ¿órdenes de quién?".
Y de ser así, ¿órdenes de quién?".
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