Alejado ya del lenguaje belicoso anterior al 14A, el columnista rompió filas con el ecolumnamiento ciego antikirchnerista y ya se permite leyendas urbanas chistosas para amenizar la espera del 23O, cuando el equilibrio de fuerzas se confirme muy adverso para seguir insistiendo en la Gran Obarrio. "Mejor, la gracia", se dice. Caligaris le hace caso: "Estamos en octubre. Ayer fueron las elecciones y estoy leyendo el diario del lunes 24. Mis ojos se están desorbitando. Atención: se me ha caído la mandíbula. ¡Noventa y cinco por ciento, y un cinco dividido en mitades iguales entre los votos en blanco y los anulados! ¿Cómo, y los otros? No aparecen por ningún lado. Busco en el suplemento deportivo. En el de espectáculos. En las historias solidarias. En la Ultima Página. Nada. Ni una mención pequeña, ni un epígrafe. Bueno, sí, de pronto veo algo: un suelto de Alfonsín y otro de Duhalde en las sociales, una conferencia de Lilita en la agenda cultural y consejos de Binner para cebar el mate sin que se tape la bombilla entre las misceláneas. Un sudor frío me baja por la frente. Grito: "¡No puede ser, no puede ser!" Mi gata trata de levantarme el ánimo, pero en vez de "miau, miau" parece que dijera "Amado, Amado". Me despierto. Corro a mirar el almanaque. La pesadilla terminó: todavía transcurre septiembre. Ha sido un sueño, nada más que eso".
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