Graciela Mochkofsky, periodista
"-Yo cubro política desde los ’90 y siempre entendí que el trabajo de conseguir la información era mi tarea, no era tarea del gobierno dármela, en principio. Además lo que te dan no es lo más interesante. Si uno espera que el gobierno alimente según su propia decisión qué es lo más importante y qué es una primicia o no a los periodistas y les diga en conferencia de prensa qué es lo que está haciendo, me parece que la sociedad se quedaría sin saber algunas de las cosas mas importantes. Siempre me pareció que es muy poco profesional echarle la culpa a un gobierno de que no me den la información, porque es tarea mía conseguirla. De hecho, durante gobiernos anteriores, la información más importante o los casos más oscuros, se ocultaban y era trabajo de uno conseguirlo.
Creo que se ha perdido esa dimensión. Este es un momento, no solo acá, sino en el mundo, de crisis del periodismo, de los modelos distintos del periodismo y de los medios. Es una crisis que tiene que ver con la revolución digital y con los formatos. Me parece que acá hay una discusión que se da impulsada por los Kirchner, de un modo muy particular, sobre cuál es el papel del periodismo, cuál es nuestro rol en la sociedad, cómo eso ha cambiado ahora que la gente ha tomado en sus manos discutir a los periodistas o desmentirlos o informarse por otras fuentes, las redes sociales y todo eso. Creo que parte de la pérdida de misión o de conciencia de qué es lo que estamos haciendo, hablando del periodismo político. Me parece que lo que los Kirchner hicieron fue hacer estallar esa discusión acá. Yo no sé si vos recordás, pero ya durante el gobierno de De la Rúa, cuando se acercaba la crisis y durante la crisis -que por cierto afectó a los medios y a los periodistas, como a todo el mundo- hubo varias columnas en La Nación, en Noticias, en otros medios, que decían que el periodismo tenía que hacer una autocrítica, firmadas por periodistas y columnistas que, por cierto, no hacían ninguna autocrítica, sino que decían que alguien tenía que hacerla. Ha ocurrido de este modo brutal, impulsado por los Kirchner al confrontar a los periodistas tan directamente, incluso en conferencias de prensa con nombre y apellido, con la creación de “6 7 8”, con la creación de diarios afines al gobierno, con esa irritación pública.
-Que justamente no se caracterizan por hacer ese periodismo que vos decís, de salir a investigar sino que, generalmente, son voceros acríticos.
-No parece haber margen en casi ningún lugar del periodismo argentino tal como está. En la prensa, en general, hay poco espacio para hacer el periodismo de fuentes o el periodismo neutral. No sé cuántas veces se ha hecho eso -si uno lo repasa- en el periodismo argentino. Pareció ser el ideal de los ’90 porque era claro que la sociedad apoyaba eso, porque Página 12 impulsó ese tipo de periodismo. Era fácil de algún modo, porque había un consenso muy grande de que había que investigar a Menem y de que el menemismo estaba haciendo negocios y se había apropiado del poder para, en realidad, quedarse con dinero. Entonces, como había una idea tan compartida de que eso debía ser criticado e investigado y los casos de corrupción eran tan emblemáticos, los periodistas pasamos a tener un género de hacer periodismo político que tenía que ver con la investigación exclusivamente. Yo creo que hay muchas otras cosas que hacer en periodismo político que no sólo sean investigación de corrupción de los gobiernos, pero en ese momento la corrupción decía tanto sobre lo que realmente estaba pasando políticamente, que tenía un sentido que ahora, para mí, se ha perdido. Ahora, efectivamente, hay poco margen en los medios, de acuerdo a cuál es la posición de esos medios, para hacer crítica del gobierno. En general se pide de los periodistas y a los editores que se embanderen con una posición y que incluso tuerzan la realidad en favor de esa posición. Creo que no es nada original lo que estoy diciendo: cualquier persona que lea los diarios, se dará cuenta de que los hechos y las declaraciones son diferentes en un diario y en otro. No las interpretaciones, sino los hechos, y eso antes era impensable. Si uno cubría mal los hechos había una sanción. Ahora creo que no es responsabilidad, en buena parte, ni de los cronistas, ni de los periodistas, sino que la empresas funcionan así. Por eso me parecía que era importante hablar de la prensa y del poder, porque tiene que ver con una lógica de cómo las empresas periodísticas funcionan en Argentina.
-¿Qué papel juega 678 luego de la ruptura? Vos mencionás un informe de Eliseo Verón que cuenta que el programa dedicó más de cinco horas solo a los informes sobre los hijos, presentando una cuestión que ya sabemos que se resolvió en el sentido contrario al que postulaban esos informes
-Sí, bueno 678 recién en 2009 empezó a salir al aire y el programa se ha convertido en un emblema de este momento y de esta discusión sobre el periodismo y sobre qué rol ocupa. Lo que ellos ayudaron a plantear, y como debate me parece interesante, es la idea de que las empresas periodísticas argentinas hacen periodismo independiente. Y, en todo caso, ubicar el tema de qué es periodismo independiente, porque periodismo independiente, no solo es independiente de un gobierno, sino también independiente de los intereses de esa empresa. Hay muchas otras cosas para discutir: se hace desde un canal oficial, es el canal público y se plantea que el periodismo honesto es el periodismo militante, que es el que vale, el que cuenta la verdad, a mí me parece que es una idea interesante. Yo creo que en este país ha habido grandes ejemplos de periodismo militante, de periodistas que tenían una idea política y que creían que el periodismo era un instrumento para contar la verdad.
-De hecho vos citás al mismo Roberto Noble, que decía que el periodismo es un campo de ensayo de la política.
-Bueno, los diarios surgieron en el siglo XIX así, aliados a actores políticos, y no pretendían ser independientes de eso: toda la tradición del periodismo europeo, en la Argentina hay una tradición de eso. La idea de que las empresas tienen una ideología -por si alguien no lo sabía-, me parece interesante que se diga.
-Pero pareciera que, en un punto, la ideología del otro es mala, o sea se dice “asumamos que todos tenemos idelogía”, pero la tuya invalida lo que vos decís.
-No, a mí me parece que lo que la invalida es cuando por la causa mentís y tergiversás la realidad y entonces, estás haciendo algo que, puede ser interesante o no, pero no es periodismo. Me parece que hay medias verdades y mentiras de ambos lados. Si uno lee la información, escucha las noticias y sigue a los medios pro gobierno y anti gobierno, encuentra que la verdad es, muchas veces, tergiversada por ambos para hacer propaganda, o para hacer oposición, y lo que me parece ahí es que lo que la sociedad reclama es honestidad".
-Que justamente no se caracterizan por hacer ese periodismo que vos decís, de salir a investigar sino que, generalmente, son voceros acríticos.
-No parece haber margen en casi ningún lugar del periodismo argentino tal como está. En la prensa, en general, hay poco espacio para hacer el periodismo de fuentes o el periodismo neutral. No sé cuántas veces se ha hecho eso -si uno lo repasa- en el periodismo argentino. Pareció ser el ideal de los ’90 porque era claro que la sociedad apoyaba eso, porque Página 12 impulsó ese tipo de periodismo. Era fácil de algún modo, porque había un consenso muy grande de que había que investigar a Menem y de que el menemismo estaba haciendo negocios y se había apropiado del poder para, en realidad, quedarse con dinero. Entonces, como había una idea tan compartida de que eso debía ser criticado e investigado y los casos de corrupción eran tan emblemáticos, los periodistas pasamos a tener un género de hacer periodismo político que tenía que ver con la investigación exclusivamente. Yo creo que hay muchas otras cosas que hacer en periodismo político que no sólo sean investigación de corrupción de los gobiernos, pero en ese momento la corrupción decía tanto sobre lo que realmente estaba pasando políticamente, que tenía un sentido que ahora, para mí, se ha perdido. Ahora, efectivamente, hay poco margen en los medios, de acuerdo a cuál es la posición de esos medios, para hacer crítica del gobierno. En general se pide de los periodistas y a los editores que se embanderen con una posición y que incluso tuerzan la realidad en favor de esa posición. Creo que no es nada original lo que estoy diciendo: cualquier persona que lea los diarios, se dará cuenta de que los hechos y las declaraciones son diferentes en un diario y en otro. No las interpretaciones, sino los hechos, y eso antes era impensable. Si uno cubría mal los hechos había una sanción. Ahora creo que no es responsabilidad, en buena parte, ni de los cronistas, ni de los periodistas, sino que la empresas funcionan así. Por eso me parecía que era importante hablar de la prensa y del poder, porque tiene que ver con una lógica de cómo las empresas periodísticas funcionan en Argentina.
-¿Qué papel juega 678 luego de la ruptura? Vos mencionás un informe de Eliseo Verón que cuenta que el programa dedicó más de cinco horas solo a los informes sobre los hijos, presentando una cuestión que ya sabemos que se resolvió en el sentido contrario al que postulaban esos informes
-Sí, bueno 678 recién en 2009 empezó a salir al aire y el programa se ha convertido en un emblema de este momento y de esta discusión sobre el periodismo y sobre qué rol ocupa. Lo que ellos ayudaron a plantear, y como debate me parece interesante, es la idea de que las empresas periodísticas argentinas hacen periodismo independiente. Y, en todo caso, ubicar el tema de qué es periodismo independiente, porque periodismo independiente, no solo es independiente de un gobierno, sino también independiente de los intereses de esa empresa. Hay muchas otras cosas para discutir: se hace desde un canal oficial, es el canal público y se plantea que el periodismo honesto es el periodismo militante, que es el que vale, el que cuenta la verdad, a mí me parece que es una idea interesante. Yo creo que en este país ha habido grandes ejemplos de periodismo militante, de periodistas que tenían una idea política y que creían que el periodismo era un instrumento para contar la verdad.
-De hecho vos citás al mismo Roberto Noble, que decía que el periodismo es un campo de ensayo de la política.
-Bueno, los diarios surgieron en el siglo XIX así, aliados a actores políticos, y no pretendían ser independientes de eso: toda la tradición del periodismo europeo, en la Argentina hay una tradición de eso. La idea de que las empresas tienen una ideología -por si alguien no lo sabía-, me parece interesante que se diga.
-Pero pareciera que, en un punto, la ideología del otro es mala, o sea se dice “asumamos que todos tenemos idelogía”, pero la tuya invalida lo que vos decís.
-No, a mí me parece que lo que la invalida es cuando por la causa mentís y tergiversás la realidad y entonces, estás haciendo algo que, puede ser interesante o no, pero no es periodismo. Me parece que hay medias verdades y mentiras de ambos lados. Si uno lee la información, escucha las noticias y sigue a los medios pro gobierno y anti gobierno, encuentra que la verdad es, muchas veces, tergiversada por ambos para hacer propaganda, o para hacer oposición, y lo que me parece ahí es que lo que la sociedad reclama es honestidad".
Gastón Portal, productor
"-¿Por qué GP se posicionó como una productora de formatos de entretenimiento, humor y archivo?
–Los primeros programas que hice fueron de ficción en el año ’92 y el ’93, Poliladron y Voy a apagar la luz. Aquella era otra televisión, había mucho lugar para la experimentación. En el ’94 hicimos PNP, y en ese momento con un programa semanal que funcionaba hacías tu productora, ahí empezamos con GP. Decidí armar mi productora para poder hacer los programas que tenía ganas de hacer, estudié cine y siempre quise hacer ficción. Lo intenté, y mucho, pero nunca se pudo y ahora surgió Los Sónicos por la nueva Ley de Medios.
–¿Fue la nueva ley la que te impulsó a revivir tu idea original de producir?
–Totalmente. La tele en la Argentina, y los medios en general, están muy cerrados y hay muchos intereses que tratan de bloquear para que quede todo como está. Sin embargo, hay una gran cantidad de gente que tiene ganas, ideas y fuerza para hacer otros contenidos. Cuando se hablaba de la nueva ley y la suma de voces, no es sólo impulsar a universidades y a los pueblos originarios a hacer sus programas. GP es una empresa grande y sin embargo, también somos una nueva voz en ficción. Presentamos varios proyectos a los concursos del INCAA y seleccionaron este".
–Los primeros programas que hice fueron de ficción en el año ’92 y el ’93, Poliladron y Voy a apagar la luz. Aquella era otra televisión, había mucho lugar para la experimentación. En el ’94 hicimos PNP, y en ese momento con un programa semanal que funcionaba hacías tu productora, ahí empezamos con GP. Decidí armar mi productora para poder hacer los programas que tenía ganas de hacer, estudié cine y siempre quise hacer ficción. Lo intenté, y mucho, pero nunca se pudo y ahora surgió Los Sónicos por la nueva Ley de Medios.
–¿Fue la nueva ley la que te impulsó a revivir tu idea original de producir?
–Totalmente. La tele en la Argentina, y los medios en general, están muy cerrados y hay muchos intereses que tratan de bloquear para que quede todo como está. Sin embargo, hay una gran cantidad de gente que tiene ganas, ideas y fuerza para hacer otros contenidos. Cuando se hablaba de la nueva ley y la suma de voces, no es sólo impulsar a universidades y a los pueblos originarios a hacer sus programas. GP es una empresa grande y sin embargo, también somos una nueva voz en ficción. Presentamos varios proyectos a los concursos del INCAA y seleccionaron este".
Luciano Castro, actor
"-Son tiempos del Boca vs. River. Una lucha entre el Gobierno y el Grupo Clarín. ¿Cómo lo viven ustedes que trabajan en la pantalla de El Trece?
-No nos afecta. Es nuestra ficción, no bajo línea, no hago noticiero. Me importa un carajo la política a través de mi trabajo. Leo mucho de politica, escucho, me interesa saber quiénes son los que están en el Gobierno. Hoy estoy en un canal, mañana puedo estar en América, Telefe, Canal 9 o Canal 7. La política me la guardo para mí, tampoco voy a levantar bandera por nadie como hacen muchos colegas que no quiero nombrar por una cuestión de respeto. Yo no le doy de comer a nadie".
-No nos afecta. Es nuestra ficción, no bajo línea, no hago noticiero. Me importa un carajo la política a través de mi trabajo. Leo mucho de politica, escucho, me interesa saber quiénes son los que están en el Gobierno. Hoy estoy en un canal, mañana puedo estar en América, Telefe, Canal 9 o Canal 7. La política me la guardo para mí, tampoco voy a levantar bandera por nadie como hacen muchos colegas que no quiero nombrar por una cuestión de respeto. Yo no le doy de comer a nadie".
Martín Caparrós, periodista
"Me parece que el kirchnerismo produjo dos cambios a lo largo de los últimos 8 años. Uno es el reestablecimiento del sistema de delegación política – representatividad y confianza en la política – y otro es un moderado reestablecimiento del Estado como factor de injerencia y decisión en la socioeconomía del país. Dentro de 30 o 40 años lo que va a quedar en las ocho líneas de manual es que el Estado que había sido destruido por el peronismo de los noventa fue ligeramente reconstruido por el peronismo de los 2000. Va a salir que se reconstruyó el Estado y se afianzó el sistema agro-petro-minero exportador.
El capítulo que se llama Modelo trata de encontrar los datos suficientes para ver cómo está la estructura social y económica argentina a 8 años del gobierno kirchnerista. Ciertos datos básicos, como cantidad de pobres, concentración de las empresas más poderosas, coeficiente de desigualdad entre los más ricos y los más pobres, la cantidad de empresas extranjeras entre las más poderosas, la cantidad de personas con cobertura de salud y por lo tanto las que no tienen, y algunos otros datos que son demasiado parecidos a los de los años de plena destrucción de la sociedad argentina con el menemismo. Algunos periodistas kirchneristas tomaron esto para decir que yo extrañaba el menemismo. Yo trataba de decir lo contrario, que me extraña que sea tan parecido".
Alain Rouquié, politólogo francés
"-¿El kirchnerismo es peronismo?
-No sé lo que significa, tampoco sé lo que es el modelo. Creo que el kirchnerismo utiliza la simbólica y la mitología peronista. Eso no significa gran cosa. Lo que sí significa algo, y eso es lo curioso, es que este gobierno finalmente hace lo mismo que hizo el gobierno de Lula. La política económica se parece mucho, aunque en Brasil la lucha contra la inflación ha sido fuerte. Pero la política de reducción de la pobreza, de avance de la enseñanza y de la salud para los niños es igual.
-Al Gobierno se le cuestiona su conflictividad.
-Es una herencia del peronismo, que es conflictivo, aunque también se debe al antiperonismo.
-La oposición niega que el kirchnerismo sea progresista.
-No sé qué sentido tiene eso. Si reducir la pobreza no es progresista, qué es progresista. Pero si reducir la pobreza es progresista, entonces todos los países de América latina lo son. No se puede juzgar progresismos sobre la retórica, sino en las cifras, cuando son fehacientes.
-¿Sigue sin entender al peronismo?
-[Piensa varios segundos] Creo que nadie entiende al peronismo, ni los propios peronistas. Una vez en París una persona me dijo que los europeos no podían entender la carga emocional muy fuerte del peronismo. Tal vez sea eso, y que la Argentina es un país enigmático.
-¿Entonces, el peronismo es tan enigmático como la Argentina?
-Tal vez se corresponda que el país y esa corriente política dominante sean enigmáticos. En Europa, el peronismo parece una cosa atrasada.
-¿No es una visión etnocentrista?
-Sí, pero lo que es difícil de entender es por qué nada ha sustituido al peronismo".
-No sé lo que significa, tampoco sé lo que es el modelo. Creo que el kirchnerismo utiliza la simbólica y la mitología peronista. Eso no significa gran cosa. Lo que sí significa algo, y eso es lo curioso, es que este gobierno finalmente hace lo mismo que hizo el gobierno de Lula. La política económica se parece mucho, aunque en Brasil la lucha contra la inflación ha sido fuerte. Pero la política de reducción de la pobreza, de avance de la enseñanza y de la salud para los niños es igual.
-Al Gobierno se le cuestiona su conflictividad.
-Es una herencia del peronismo, que es conflictivo, aunque también se debe al antiperonismo.
-La oposición niega que el kirchnerismo sea progresista.
-No sé qué sentido tiene eso. Si reducir la pobreza no es progresista, qué es progresista. Pero si reducir la pobreza es progresista, entonces todos los países de América latina lo son. No se puede juzgar progresismos sobre la retórica, sino en las cifras, cuando son fehacientes.
-¿Sigue sin entender al peronismo?
-[Piensa varios segundos] Creo que nadie entiende al peronismo, ni los propios peronistas. Una vez en París una persona me dijo que los europeos no podían entender la carga emocional muy fuerte del peronismo. Tal vez sea eso, y que la Argentina es un país enigmático.
-¿Entonces, el peronismo es tan enigmático como la Argentina?
-Tal vez se corresponda que el país y esa corriente política dominante sean enigmáticos. En Europa, el peronismo parece una cosa atrasada.
-¿No es una visión etnocentrista?
-Sí, pero lo que es difícil de entender es por qué nada ha sustituido al peronismo".
Gerardo Sofovich, productor
"Atento a la televisión argentina, el productor asegura que mira 6, 7, 8: "Aguanto 10 o 12 minutos".
"Esa es la televisión de gobierno, no la televisión del país. Pero bueno, la gente tiene la opción de verlo o no verlo", apunta y señala que no hubiera hecho un programa similar desde su lugar de interventor de Canal 7 durante el gobierno de Carlos Menem.
"Me hubieran destruido. Si todavía no me perdonan y todavía siguen rompiéndome con el tema de ATC. Pero las estadísticas lo demuestran: nunca tuvo tanto rating ATC como en esa época"".
"Esa es la televisión de gobierno, no la televisión del país. Pero bueno, la gente tiene la opción de verlo o no verlo", apunta y señala que no hubiera hecho un programa similar desde su lugar de interventor de Canal 7 durante el gobierno de Carlos Menem.
"Me hubieran destruido. Si todavía no me perdonan y todavía siguen rompiéndome con el tema de ATC. Pero las estadísticas lo demuestran: nunca tuvo tanto rating ATC como en esa época"".
Soledad Fandiño, actriz
"-¿Cómo ve el apoyo público de muchos de sus colegas al kirchnerismo?
-Yo creo que cada uno es libre de decir lo que quiera, yo prefiero hablar de mi trabajo. Sobre cuestiones políticas o de cualquier otra índole prefiero que hable gente que sabe más que yo o se dedica a eso. Pero cada uno puede opinar lo que sea".
Jorge Lanta, periodista
"No sé si la historia es apócrifa o no, pero me contaron una vez que el líder del Ku Kux Klan tenía un apellido italiano; era un ejemplo de sobreadaptación: no hay peor que un converso, que el que tiende a sobreactuar lo que nunca fue.
-Tato Bores hizo programas durante todas las dictaduras –se exaltó en Duro de domar Mariano Hamilton.
Hamilton es un periodista deportivo que trabajó durante años en Clarín, participó de la creación de Olé y ahora despotrica contra “el Grupo” como si nunca hubiera pasado por la calle Tacuarí. Duro de domar es un programa del Grupo Goebbels-Gvirtz, conducido por Daniel Tognetti, quien presentó en PuntoDoc aquella nota en la que el esposo médico de Beatriz Salomón se acostaba con un travesti; luego trabajó con Daniel Hadad y ahora milita en Canal 9.
El fragmento referido formaba parte, en realidad, de un bloque del programa “Seis, Siete, Rocho”, de la Televisión Pública, la misma pantalla en la que Florencia Peña triunfa con su sitcom. “Seis, Siete, Rocho” está moderado por Luciano Galende (ex integrante de las mañanas de Canal 13), Sandra Russo (ex columnista de Radio Mitre), Orlando Barone (ex colaborador de La Nación y Clarín) y Carlos Barragán (ex Radio Mitre). Todos discutían allí, junto al ministro del Interior, sobre el colaboracionismo en la dictadura.
-Ministro, me gusta su opinión –le dijo Galende a Randazzo antes de escucharlo–. Me interesa su opinión –se corrigió.
Randazzo miró a lo lejos como el Che Guevara y dijo:
-Hay hombres que tenían una enorme responsabilidad y un enorme crédito, deberían haber tenido otra actitud, mucho más combativa, sobre lo que estaba ocurriendo en la Argentina. Me parece que no alcanzaban ni la ironía ni el chiste.
Nadie recordó en aquel momento al matrimonio Kirchner y su lucha inmobiliaria contra los militares. El contador Randazzo hablaba desde una trinchera imaginaria y el resto de los idiotas útiles asentía: por lo que se sabe, el contador, en su juventud, no militaba en ONG alguna, sino que jugaba al básquet en San Lorenzo de Chivilcoy y soñaba con correr un Ford en Turismo Carretera.
A esta altura del delirio, el Tribunal de Nurembgvirtz acusaba a Tato Bores de no haber sido Rodolfo Walsh.
-Acá hay gente que se la jugó de otra manera –llegó a decir Santiago Varela, ex libretista de Tato, hablando de Walsh.
La idea de Walsh como paradigma de la resistencia es al menos discutible: el autor de uno de los mejores cuentos argentinos (Esa mujer) era miembro de grado de Montoneros y, como se dijo, no luchaba por el retorno a las urnas sino por la imposición del socialismo o, si se prefiere, la dictadura del proletariado en su versión peronista (de ser esta combinación algo posible). Tato Bores no era marxista, no usaba la violencia como método de protesta y compararlo con Walsh –o tratar de imponerle esa vara– es al menos desafortunado.
De hecho, no pasó Tato Bores en aquellos años por un período feliz: sufrió una bomba, fue prohibido y tuvo que sortear con ingenio las fauces de la censura".
-Tato Bores hizo programas durante todas las dictaduras –se exaltó en Duro de domar Mariano Hamilton.
Hamilton es un periodista deportivo que trabajó durante años en Clarín, participó de la creación de Olé y ahora despotrica contra “el Grupo” como si nunca hubiera pasado por la calle Tacuarí. Duro de domar es un programa del Grupo Goebbels-Gvirtz, conducido por Daniel Tognetti, quien presentó en PuntoDoc aquella nota en la que el esposo médico de Beatriz Salomón se acostaba con un travesti; luego trabajó con Daniel Hadad y ahora milita en Canal 9.
El fragmento referido formaba parte, en realidad, de un bloque del programa “Seis, Siete, Rocho”, de la Televisión Pública, la misma pantalla en la que Florencia Peña triunfa con su sitcom. “Seis, Siete, Rocho” está moderado por Luciano Galende (ex integrante de las mañanas de Canal 13), Sandra Russo (ex columnista de Radio Mitre), Orlando Barone (ex colaborador de La Nación y Clarín) y Carlos Barragán (ex Radio Mitre). Todos discutían allí, junto al ministro del Interior, sobre el colaboracionismo en la dictadura.
-Ministro, me gusta su opinión –le dijo Galende a Randazzo antes de escucharlo–. Me interesa su opinión –se corrigió.
Randazzo miró a lo lejos como el Che Guevara y dijo:
-Hay hombres que tenían una enorme responsabilidad y un enorme crédito, deberían haber tenido otra actitud, mucho más combativa, sobre lo que estaba ocurriendo en la Argentina. Me parece que no alcanzaban ni la ironía ni el chiste.
Nadie recordó en aquel momento al matrimonio Kirchner y su lucha inmobiliaria contra los militares. El contador Randazzo hablaba desde una trinchera imaginaria y el resto de los idiotas útiles asentía: por lo que se sabe, el contador, en su juventud, no militaba en ONG alguna, sino que jugaba al básquet en San Lorenzo de Chivilcoy y soñaba con correr un Ford en Turismo Carretera.
A esta altura del delirio, el Tribunal de Nurembgvirtz acusaba a Tato Bores de no haber sido Rodolfo Walsh.
-Acá hay gente que se la jugó de otra manera –llegó a decir Santiago Varela, ex libretista de Tato, hablando de Walsh.
La idea de Walsh como paradigma de la resistencia es al menos discutible: el autor de uno de los mejores cuentos argentinos (Esa mujer) era miembro de grado de Montoneros y, como se dijo, no luchaba por el retorno a las urnas sino por la imposición del socialismo o, si se prefiere, la dictadura del proletariado en su versión peronista (de ser esta combinación algo posible). Tato Bores no era marxista, no usaba la violencia como método de protesta y compararlo con Walsh –o tratar de imponerle esa vara– es al menos desafortunado.
De hecho, no pasó Tato Bores en aquellos años por un período feliz: sufrió una bomba, fue prohibido y tuvo que sortear con ingenio las fauces de la censura".
Cristian Rosales, estudiante chileno
–¿En Chile no se sabe que acá la universidad es pública?
–Se sabe que es pública pero no que es gratuita. Bueno, y me puse a juntar plata para venirme. Decidí irme al norte a trabajar a un lugar muy turístico que es San Pedro de Atacama. Antes me metí a estudiar inglés para poder trabajar en ese sitio, y era muy caro también así que tuve que endeudarme bastante. Y cuando acabé, me fui a trabajar de mozo. Ahí, atendiendo a una pareja de geólogos de la UNC, me enteré de que acá la educación es pública y gratuita. Empecé a investigar más en Internet y un día me vine. Estaba cerca de la frontera con Jujuy, así que les pagué a los camioneros y me trajeron.
–¿Cómo ves lo que está ocurriendo ahora en Chile?–Tengo sentimientos encontrados: por un lado estoy viendo cómo día a día van reprimiendo duramente al estudiantado, al compañero, al pueblo. Eso para mí no es fácil. Las noticias que llegan por Internet me complican porque veo que apalean a gente que uno conoce. Por otro lado me da mucho gusto que esto esté sucediendo, que los universitarios hayan salido a la calle, que se hayan juntado con los secundarios, que los sindicatos hayan articulado con ellos, porque es algo que estaba pendiente. Desde la dictadura, en Chile se demoniza todo lo que sea organización. Hay mucho miedo, por eso esto que está pasando ahora es tan importante. Estaba esa idea de que el que salía a la calle a protestar no quería que el país se desarrolle. Pero además esto es todo un proceso, no nació ayer ni hace una semana, esto viene de larga data. Pasa que lo que hizo Piñera fue ya cerrar todos los canales de diálogo, cerrar las políticas sociales y esa fue la gota que colmó el vaso. No hay que olvidar que la marcha de los pingüinos fue en 2006, pleno gobierno de Bachelet.
–¿Ves viables las demandas de los estudiantes en este marco?
–Ahora que vivo en Argentina y veo lo que ocurre aquí, es viable, sí, pero impensado en Chile. Es necesario renacionalizar el cobre, por ejemplo. A Chile le quedan muy pocas industrias, porque se convirtió en un país tercerizado. Capitales golondrina que hacen su dinero y se van. Es difícil la situación que se vive en Chile y hacen falta cambios profundos para poder pensar en un sistema educativo diferente.
–Sin embargo, hasta hace muy poco Chile era considerada la estrella económica de América latina, el ejemplo a seguir según los países centrales y en Chile mismo ese discurso era muy fuerte.
–Sí, de hecho siempre estaba este slogan de los “jaguares de la región”. Nosotros nos veíamos como los líderes económicos de la región. Incluso muchos hablaban de que éramos los ingleses de Latinoamérica, o comentarios estúpidos como decir que éramos “casi latinos”. Y toda esa mentira sostiene el discurso de la mercantilización de la educación: en Chile la educación es una mercancía. De hecho Piñera dijo hace poco que en Chile la educación es un bien de consumo. Y esto que está ocurriendo con el movimiento estudiantil plantea un antes y un después en la vida universitaria chilena. Ya no se acepta ese discurso de que “son los flojos que no quieren estudiar”. Los medios siguen con ese mismo discurso, pero el pueblo ha dicho no y salió a protestar por una educación pública y gratuita. Fueron las mayores marchas desde la dictadura de Pinochet. En el Parque O’Higgins hubo más de un millón de personas.
–¿Qué opinión tenés de la cobertura que han hecho en general los medios de comunicación chilenos del conflicto?–Básicamente los medios en Chile han hecho una cobertura desde el sensacionalismo. Al principio tanto los diarios como los canales de televisión buscaron ningunear al movimiento estudiantil, demonizándolo, mostrando a los estudiantes como los “violentos manifestantes encapuchados” que lo único que quieren es paralizar al país. Claro ejemplo de esto fue El Mercurio, que trataba de bajarles el perfil a las manifestaciones, o algunos programas de televisión que salían a reportear “cómo los estudiantes destruían todo”. En ningún momento plantearon que existían carabineros infiltrados en las manifestaciones y que ellos incitaban a los desórdenes. El problema además es que los medios en Chile son de dos grupos económicos, Copesa y Edwards, ambos de la derecha más asquerosa que tengamos recuerdo".
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