El primer núcleo es institucional. (...) Cristina Kirchner explicitó las ideas subyacentes: quien tiene la mayoría tiene todo el poder y lo ejerce sin limitaciones. Estas ideas llevaban a la dictadura; fueron frenadas, pero no abandonadas. Esta es una de las cosas sobre las que habrá que optar en octubre.(...) Los Kirchner exprimieron el Estado para construir su propio poder y, en primer lugar, para producir o fabricar los sufragios necesarios para ganar las elecciones. El terreno más adecuado fue y sigue siendo el mundo de la pobreza, donde los ciudadanos son escasos y las necesidades son muchas. Allí cada intendente construyó las redes que penetraron en la sociedad profunda; por ellas circularon los fondos del Estado, bajo la forma de subsidios discrecionales, trasmutados en votos. Con las diferencias lógicas, lo mismo ocurrió con muchos empresarios, con Madres de Plaza de Mayo y con tantos otros. Así se formó el Partido del Gobierno, con el que es difícil competir desde el llano.(...) En octubre habrá que elegir entre continuar con un gobierno de este tipo o reconstruir un Estado en forma, previsible y eficiente.
El tercer núcleo es la corrupción, una patología hasta cierto punto corriente en cualquier gobierno. Entre nosotros comenzó a aumentar peligrosamente de escala en los años noventa, en tiempos de la "carpa chica" y el "robo para la corona". Los Kirchner la han llevado a un nivel superior y la convirtieron en un rasgo específico de su manera de gobernar, que merece un nombre singular: "cleptocracia". (...) En octubre también habrá que decidir si se continúa o no con la cleptocracia.
El cuarto núcleo es el discurso o relato. Fue fundamental para construir el campo político, dividido tajantemente entre el "proyecto popular" y el de "los enemigos del pueblo", un espacio amplio en el que muchos fueron incluidos, ocasional o permanentemente. (...) El relato narra la epopeya de un gobierno fundador, llegado para regenerar a la Argentina. Usa tópicos del revisionismo histórico, pero no pretende arraigar en una tradición anterior, ni siquiera en la de Perón. Más peso tienen los motivos facciosos de los años setenta, combinados con una visión de los derechos humanos en clave revanchista.
(...) El tema del día fue repetido de manera monocorde por infinidad de voceros, con recursos mediáticos costeados por el Estado. Su carácter provocador y descalificador entusiasmó a los creyentes, enfureció a los agnósticos y fue indiferente para otros. Ellos son quienes tendrán que decidir si quieren o no seguir, por ejemplo, con las cadenas oficiales y los monumentos a Néstor Kirchner".
Fuente
La alianza PRO-UCR-CCL "ha mejorado el animus conciliandi y la affectio societatis"
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