Lo recibió una hinchada ruidosa con papelitos y muchos aplausos. Parecían los aplaudidores de la Casa Rosada, tan criticados por el dr. Hubris.
Con pimienta y drone, el fantasma del kirchnerismo le recorrió la espalda ("Si la oposición no se une, ganan en primera vuelta") y le salió seguir la línea editorial de sus patrones, de emparentar la corrupción de la FIFA con la del gobierno nacional. Y de paso, excusar a Burzaco (TyC).
Le llamó ladrón a un muerto, su blanco preferido, luego de errarle a números y cifras, mientras que la producción le hizo mal las placas y se le cortó el cable del teléfono...
Promocionó el ArteBA de Macri y le pegó a un intendente massista (el de San Fernando, por comprarse una casa en Las Vegas, Estados Unidos). También prefirió apuntarle a Randazzo (con datos de la AGN de Despouy) y elogió a Scioli ("Hizo muy bien en no contestarle a Randazzo").
Pero los mejores firuletes estaban por venir: anunció que Nik se incorporaba a su equipo de guionistas, mientras costaba reírse de alguno de los chistes del monólogo.
Y presentó a Tino y Gargamuza como el hincha que le roba una bandera a la hinchada rival y se la muestra en la cara: aseguró que los dibujitos habían sido censurados por TVR y a él no le quedaba otra que darle un espacio.
En este caso, "la escena de Nisman muerto se contaminó a propósito para tapar que el gobierno asesinó al ex fiscal porque había denunciado a La Shewua".
Regresó, un poco falto de reflejos, con lo mismo de siempre, antes de retirarse.
El exilio en Miami lo espera. Ayer hizo una buena muestra de sus nuevos amigos: operadores de los fondos buitre, referentes del anticastrismo y antichavismo de la ciudad norteamericana, los words de Lilita...
Mientras tanto, las payasadas pueden continuar...
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